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Universidad de Australia revela por qué nos gusta tanto la música triste

Foto: Pexels

¡Atención, amantes de la música! Un estudio reciente publicado en PLOS ONE reveló algo que muchos de nosotros, quizá, ya intuíamos: las canciones tristes son placenteras por ser tristes. Sí, así como lo lees.

Parece que el hecho de que una melodía nos haga sentir un nudo en la garganta, o una punzada en el estómago, puede ser precisamente la razón por la que la disfrutamos tanto.

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El estudio, llevado a cabo por Emery Schubert, de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, arrojó resultados sorprendentes.

De emoción negativa a placer

Alrededor de 50 estudiantes de música seleccionaron una canción triste que les gustaba; luego, se les pidió que imaginaran que esa tristeza no estaba más. La mayoría expresó que les gustaba menos sin este elemento; por si fuera poco, el 82% afirmó que la tristeza realmente le hacía disfrutar más de la música.

Los investigadores dijeron que parte de la emoción negativa se transforma en placer cuando escuchamos música triste, lo que podría explicar por qué nos atrae tanto.

En el mismo estudio, Schubert preguntó a otros 53 estudiantes de música que identificaran una pieza favorita y consideraran “conmovedora”. Los participantes reportaron sentirse tristes al escucharla, pero a pesar de ello la disfrutaban.

Entre las piezas incluidas, figuraron autores históricos como Beethoven, pero también estrellas pop como Taylor Swift. Todos los encuestados fueron estudiantes de música.

¿Nos gusta la tristeza?

Pero ¿por qué nos gusta sentirnos tristes con la música? Schubert sugirió que podría ser parte de la complejidad de la experiencia humana. Esta conclusión respalda la antigua intuición filosófica de que una parte fundamental del arte es evocar experiencias estéticas, y no todas tienen por qué ser positivas.

Schubert precisó que no es que disfrutemos la música porque nos conmueve, sino que la tristeza puede activar otras emociones que tienen un significado parecido o relacionado.

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Esto quiere decir que cuando escuchamos música triste, no solo experimentamos tristeza, sino también otras emociones conectadas de alguna manera con esa tristeza, como la empatía o la sensación de ser conmovidos por la música.

Algunos científicos no estuvieron de acuerdo con la conclusión. En New Scientist se informa que Tuomas Areola, de la Universidad de Durham, cuestionó la metodología del estudio: ¿podemos imaginar una canción que nos gusta sin su tristeza? Si no es así, la conclusión del estudio tambalea.

Si el estudio de Schubert es cierto, hay algo más profundo que nos hace disfrutarla.

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Juan P. Aguilar: Profesor universitario de filosofía, lógica y filosofía de la ciencia. Ha colaborado en diversos medios escritos y audiovisuales sobre divulgación de la ciencia y tecnología. Hace divulgación con dos canales de YouTube de entretenimiento.

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