¿Dónde viviré? ¿Con quién? ¿Cómo me desplazaré? ¿Qué comeré? Preguntas emocionantes para unos, terroríficas para otros. El camino a la independencia no es el mismo para todas las personas. No existe un modelo correcto o absoluto que logre explicar el cómo debemos independizarnos. Tampoco hay una edad específica para hacerlo. La única certeza que tenemos es que, sin lugar a duda, nos estamos enfrentando a cambios radicales.
Más aún si decidimos comenzar este proceso durante la universidad, cuando toda nuestra vida parece suceder al mismo tiempo y cae sobre nosotros la total responsabilidad de balancear estudio, finanzas, tiempo libre y vida social. Ni se hable de lo emocional.
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En términos generales, la vida independiente puede resultar atractiva y liberadora, pero tal como el Tío Ben decía a Peter Parker, conlleva una gran responsabilidad.
La independencia tiene que ver con el equilibrio. Es como aprender a andar en bici. Al principio, vamos despacio y con cuidado, y utilizamos rueditas entrenadoras para no caernos. Pero poco a poco y mientras más lo intentamos, perdemos el miedo y aprendemos a equilibrar nuestro andar.
Desarrollar nuestra autonomía es muy similar. Obtenerla no es algo que suceda de la noche a la mañana. Mantener el equilibrio adecuado entre asistir a clases, hacernos cargo de nuestras responsabilidades, administrar nuestro dinero y gestionar nuestro tiempo son habilidades que se desarrollan únicamente experimentándolas. Seamos amables con nosotros si fallamos en un inicio. Estamos madurando. Estamos creciendo. Aprendiendo a vivir.
Así pues, gran parte de la independencia que adquirimos durante la universidad se basa en tomar posesión de nuestro tiempo y dinero, y lo que decidimos hacer con ellos. El primer paso para lograr un equilibrio que nos conduzca a una estabilidad integral (financiera, mental y social), es aceptar el hecho de que no todo es urgente.
Como estudiantes, tenemos infinidad de actividades, tareas, fechas límites y compromisos que cumplir. Hacer malabarismo con todos nuestros proyectos requiere planificar horarios y establecer rutinas. Aprender a priorizar. Separar lo importante de lo urgente, e identificar qué actividades agendar, cuáles postergar y cuáles desechar (si te interesa, puedes investigar sobre la Matriz de Eisenhower).
Entonces, ¿cómo sabemos si estamos preparados para vivir por nuestra cuenta?
- Actividades cotidianas
Suena obvio, pero es verdad. Es importante que hayamos aprendido todas las habilidades básicas necesarias para vivir la vida por nuestra cuenta antes de salir de casa. Cuidar nuestra higiene, lavar nuestra ropa, tender la cama, limpiar nuestros espacios y cocinar (aunque solo sepamos tres recetas).
- Manejar nuestras finanzas
Así como priorizamos nuestros tiempos, es posible que debamos aprender a priorizar también nuestras compras. Recordemos que, al independizarnos, todo corre por nuestra cuenta, desde los servicios básicos, hasta nuestra alimentación.
Por eso, es recomendable separar nuestros gastos fijos (tales como el transporte, la despensa, las medicinas o la renta), de nuestros gastos variables (pagar plataformas de streaming, salidas con amigos, compras por internet, etc.). Independizarnos no es limitarnos, pero es asegurarnos de que esos gastos hormiga no atenten contra nuestros gastos prioritarios.
- Ubicar sitios y zonas
Cuando comenzamos a vivir por nuestra cuenta debemos considerar nuestra cercanía a las zonas y ubicaciones más importantes, tales como mercados, hospitales, vialidades o transportes. Una distancia menor de tres kilómetros es recomendable. Ser independiente se trata de averiguar lo que se necesita con anticipación pues, en la medida de lo posible, nos ayudará durante una crisis.
- Habilidades de autorregulación
El estrés académico y la ansiedad de vivir sin nuestros padres o tutores puede hacernos sentir desgane. Tomar descansos, hacer ejercicio regularmente, meditar, estar al tanto con nuestras citas médicas, conectar con nuestros seres queridos, tomar nuestras vitaminas y establecer un horario de sueño son actividades que nos permiten tener una mente y un cuerpo sanos.
También está bien pedir ayuda cuando la necesitamos. Asistir a las oficinas de bienestar estudiantil, conversar con amigos, llamar a nuestra familia. Buscar apoyo es fundamental para nuestro cuidado personal.
Por último, recordemos siempre que el orden, la disciplina y el equilibrio son nuestros mejores aliados. Mantengámonos realistas, responsables y centrados. Una vez que dominemos el arte de aprender a priorizar y ahorrar, estaremos preparados (y no solo nos sentiremos listos) para vivir por nuestra cuenta.