En la vida, hay momentos que definen quiénes somos y quiénes aspiramos a ser, acompáñame en este intrépido viaje de superación y descubrimiento a tierras lejanas, donde a través de un recorrido lleno de desafíos, conexiones humanas y autoafirmación podrás encontrar una historia que nos recuerda que, independientemente de la distancia que cruzamos, el viaje más significativo es el que realizamos hacia nuestro propio crecimiento.

Todo comenzó cuando estaba a punto de finalizar mi cuarto semestre en la Escuela Bancaria y Comercial Campus León, por cuestiones personales, me ausenté unos días de la escuela y al darme cuenta de que tenía varias llamadas perdidas de mi coordinadora de Vida estudiantil, temí lo peor, pero para mi sorpresa, me comunicaron que había sido seleccionada para recibir una beca que me daría la oportunidad de estudiar en Canadá.

Gracias a mi desempeño académico, compromiso y activa participación en las actividades extra y co curriculares de la escuela, fui acreedora a esta recompensa para estudiar inglés o francés en Canadá, aquella noticia me dejó en impactada, en menos de dos semanas, me embarcaría en una emocionante aventura en un país extranjero, pero no lo dudé ni un segundo y acepté la oportunidad, a pesar de no tener ni siquiera el pasaporte.

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Logré conseguir una cita para tramitar el pasaporte en menos de una semana, lo cual significó viajar a Guadalajara para obtenerlo, fue un período estresante, ya que debía compaginar los exámenes finales con los preparativos para el viaje, sin embargo, pesar de las complicaciones en el camino, finalmente llegó el día de tomar mi vuelo desde la Ciudad de México hacia Montreal.

Las primeras enseñanzas de esta experiencia llegaron rápido, uno de los primeros días tuvimos la oportunidad de regresar temprano a la residencia, una amiga y yo decidimos volver en metro, pero nos perdimos, afortunadamente encontramos a unos compatriotas mexicanos que nos ayudaron a entender cómo utilizar el transporte y desde entonces el metro se convirtió en mi fiel compañero durante todo el viaje, dándome independencia para explorar la ciudad por mi cuenta.

Al llegar, mi inglés era básico, pero gracias a la ayuda de mis nuevos amigos, logré aprender a comunicarme mejor y superar el miedo a hablar con desconocidos, gané confianza en mí misma y aprendí a valorar mis habilidades.

Lo más especial del viaje fue la gente que conocí, convivir con mis compañeros durante un mes fue lo mejor que me pudo pasar, logré ver la evolución que tuvimos juntos y cómo estas experiencias nos transformaron en mejores individuos, ¡fue asombroso!

Este viaje me ayudó a enfrentar con valentía los cambios y desafíos profesionales que se avecinan en mi vida, descubrí nuevas facetas de mí misma y encontré habilidades que nunca había reconocido. Me di cuenta de que podía tomar el rol de líder, compartir conocimientos con los demás y reconocerme como una persona que siempre busca alternativas, sin duda, esta confianza en mí misma ha sido de gran ayuda ahora que iniciaré mis prácticas profesionales.

Estoy enormemente agradecida con la EBC por haberme considerado para esta beca, la experiencia me inspiró a no conformarme con lo mínimo y a valorar cada esfuerzo por pequeño que sea.

Como conclusión, considero que mi aventura en Canadá me enseñó a disfrutar cada momento, a valorar mis esfuerzos y a enfrentar los desafíos con valentía, ha dejado una huella imborrable en mí y estoy agradecida por haber tenido la oportunidad de experimentar algo tan magnífico. Recuerda: ¡siempre habrá nuevas lecciones que aprender y oportunidades por descubrir, no importa si es un viaje corto o largo, lo importante es apreciar cada instante y vivirlo al máximo!