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Un futuro profesional con esencia propia

Foto: Pexels

Actualmente, la búsqueda de mejores oportunidades de crecimiento profesional que se adapten tanto a las perspectivas económicas como a la vida y el bienestar, es cada vez mayor. La empleabilidad no es hoy la única alternativa para solventar los gastos y cubrir las necesidades de una generación con aspiraciones más precisas, por lo que el papel del emprendimiento sigue incrementando su relevancia.

Al respecto, según la encuesta en línea realizada por Ipsos, líder mundial en investigación de mercados, el 33% de los ciudadanos del mundo ha puesto en marcha alguna idea de negocio, mientras que el 29% tiene el objetivo de hacerlo a corto, mediano o largo plazo.

Esto quiere decir que existe un genuino interés por encontrar y crear nuevas rutas que impulsen el enriquecimiento profesional mediante la inventiva, la libertad y la independencia, tres aspectos clave para las nuevas generaciones, deseosas por construir un camino propio, ya sea en el establecimiento de una empresa o mediante la gestión de algún proyecto innovador.

Para hacer de esto una realidad, la formación tiene un papel sumamente significativo, pues con ella son adquiridas las principales herramientas que permiten consolidar de modo firme cualquier propuesta de negocio que lleve a los interesados a seguirse superando en todos los ámbitos, a través del desafío constante.

La conclusión de observar detalladamente

A propósito de lo anterior, la Escuela Bancaria y Comercial (EBC) ofrece una formación que invita al progreso por medio de distintas estrategias para el estímulo de las mentes creativas que quieren ir más allá, reformar lo establecido y dar pauta a que más personas se sumen al cambio que el mundo requiere.

En realidad, nunca fue un sueño particular el emprendimiento. Me atraía más la investigación. Sin embargo, al ingresar a mis estudios universitarios, me interesé por el emprendimiento a través de la comunidad Catapulta y la cultura EBC.

Cuando, en mi primer semestre, conocí el término “emprendimiento social: impactar de forma positiva al mundo de manera sostenible”, me fascinó. Entonces, comencé a empaparme de este contenido, a través de artículos, ponencias y concursos (Hult Prize es uno de los mejores ejemplos).

El resultado de un entorno transformador

Gracias a mi interés por el emprendimiento social, he formado parte de un importante concurso de Hult Prize: con el apoyo de la EBC, tuve la tarea de elaborar un modelo de negocio económico y ecológicamente sostenible, capaz de marcar una diferencia en el panorama planteado.

Dicho certamen tiene como fin hacer frente a las diversas situaciones que afectan el bienestar global mediante una visión multidisciplinaria. Los participantes deben desarrollar ideas, productos o servicios (con un millón de dólares de presupuesto) que den respuesta al reto en cuestión, mientras son guiados por la perseverancia, la dedicación y la consistencia de sus valores.

2019

El primer contacto que tuve con Hult Prize fue como participante en 2019. Era mi primer semestre y apenas estaba adaptándome a la vida academica. Fue entonces cuando salió la convocatoria, y unos amigos me comentaron sobre el concurso. Participamos y tuvimos una buena experiencia, llevando nuestro proyecto hasta la Ciudad de México. Me emocionó porque era mi primer viaje sola (yo vivo en Chiapas), defendiendo un proyecto en el que había trabajado con dedicación.

A partir de ahí, seguí encaminada con el proyecto y con la gente involucrada. He hecho muy bonitas amistades gracias a Hult Prize, en mi universidad, en México… ¡y en el mundo!

2022

Este año tuve la fortuna de ser contactada por la Hult Prize Foundation para los On Campus Awards, un encuentro que reunió a más de cien líderes de la comunidad para celebrar los logros y el impacto que genera la organización y sus colaboradores. La sede: Nairobi, Kenia.

Considero que ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en el año, y probablemente en la vida. Fue muy inesperado, porque realmente nunca imaginé una retribución de tal magnitud, por un momento pensé que no me sería posible ir; pero, gracias a la misma Hult Prize y a la EBC, emprendí un viaje sin retorno, porque la Frida que se fue regresó siendo una Frida diferente y plena. Ahí conocí a más de un centenar de personas de distintos países, todas con el mismo objetivo de vida: impactar de forma positiva a nuestra comunidad. Intercambiamos conocimientos y disfrutamos aquellos momentos. De hecho, sigo hablando y trabajando con muchas de dichas personas.

Me parece que es importante impulsar este tipo de actividades, para escuchar opiniones, reconocer miedos e intercambiar sueños. Este tipo de espacios me han ayudado en mis notas y con con mi autoestima. He crecido gracias a este sentido de pertenencia que he encontrado en mi comunidad universitaria, y realmente espero que más personas puedan experimentar lo mismo que yo a lo largo de mis cuatro años de estudio, que más que ser intelectual, también es personal.

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