Con la pandemia, la vida dio una vuelta de 180°: cambiaron y se experimentaron nuevos sentimientos, incertidumbre constante, formatos y rutinas arruinadas. Pero hubo algo que brindó una pequeña ventana del exterior sin tener que salir de casa. Dentro del caos, se abrieron las puertas al podcast, generando así, la unión de corazones a distancia.
Durante la pandemia por Covid-19, los seres vivos sufrimos el confinamiento rígido al que esta enfermedad nos orilló, en muchos casos rompiendo sueños pero en otros, fortaleciéndolos y abriendo ventanas de oportunidad para lo que pareciera jamás tener fin. Es en este momento en el que los podcasts tienen su gran debut dentro de esta nube grisácea de desesperanza y perplejidad que inundó la mente de la sociedad para llenarla -por algunos minutos- de innovación y confianza a la vida diaria.
Si bien es cierto, el podcast no es algo nuevo, este surgió hace más de quince años cuando Apple presentó la revolución de la tecnología: el iPod. En este momento, surgió una grandiosa idea en la mente de Ben Hammersley, en el que unió la palabra iPod con broadcasting, sin saber que este concepto sería ocupado hasta el día de hoy y que pareciera no tener fecha de caducidad: podcasting.
Este concepto, que ha revolucionado la manera de comunicarse entre personas, tiene su cuna en las plataformas digitales, que si bien, depende del idioma y país en el que se analice, se posiciona como líder -en el caso hispanohablante- el gran ícono verde: Spotify, con más de treinta y cuatro millones de escuchas al año. Y que si bien, no es la única vía para escuchar podcast, es la que brinda una mayor versatilidad, amplitud y diversidad hacia los usuarios, así como a los creadores.
Las plataformas, sin saberlo, llegaron a diversificar la historia de la tecnología audificando el contenido que mantengan y este, a su vez, genera una conexión profunda e inigualable con personas a la distancia, con culturas externas o con una curiosidad entre temas que han podido unificar a las personas en los tiempos de confinamiento.
Esta es la magia del podcast, porque no solo tiene una variedad inmensa, ya que bien se dice que hay un podcast para cada individuo en el mundo, sino que juega con la imaginación de la gente, basta con usar audífonos, conectarlo a una bocina o dejar que se reproduzca para crear un mundo externo al que se conoce. Llegando por los oídos únicamente es lo que la convierte en algo mucho más íntimo que cualquier producción audiovisual.
Últimamente dentro de esta variedad y para incrementar aún más su encanto, se ha brindado una mayor producción de estos ya que su manera de creación, es absolutamente sencilla y mucho más económica que cualquier otra manera de comunicación tradicional. Lo necesario es un buen micrófono, un lugar dónde grabar y cientos de ideas que querer comunicar hacia el mundo externo.
Si bien el podcast tuvo un mayor auge motivado por la pandemia, vino a enseñarnos mucho más acerca de la comunicación. Este, es de las únicas maneras en las que se puede generar una comunicación íntima e interpersonal sin la necesidad de estar a lado de alguien más. A esta maravilla ha evolucionado la comunicación moderna, a que nos podemos sentir absolutamente acompañados, escuchados y comprendidos en la soledad de una habitación, en las rutinas diarias o atrapados en el tránsito.
La maravilla del podcast va más allá de lo que pudimos imaginar en su momento: la evolución que brindó hacia la comunicación, el progreso digital y la emoción perfecta de vivir una ficción en un mundo alterno con solo cerrar los ojos.
Como mencioné anteriormente, los podcasts son tan variados como los colores, hay producciones para reír, analizar, pasar una noche de espantos, deconstruirnos, aprender. Lo único a tomar en cuenta es que nosotros nos sintamos cómodos, que se escuche y sienta como si pasáramos una tarde con nuestro mejor amigo o como si probáramos nuestro helado favorito de cuando éramos niños. De eso se trata la magia y el encanto de la nueva forma de comunicación: el podcast.