El 23 de junio se conmemora el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería, creado desde el 2014 por la Women’s Engineering Society e internacionalizado en 2016 por la UNESCO, con el fin de reconocer la importancia de las mujeres dentro de este ámbito, visiblemente predominado por los hombres.
Según datos reportados en el 2018 por el INEGI, en México solo 2 de cada 10 personas que estudia alguna ingeniería son mujeres; este número es significativamente preocupante si consideramos que más del 50% de la población en el país son mujeres.
Pero, a decir verdad, no es de sorprenderse esas cifras si tomamos en cuenta que el mundo de la ingeniería se ha visto repleto de estigmas, como por ejemplo pensar que los hombres son los únicos capaces de desarrollarse en este ámbito; esto provoca que se subestime a las mujeres a nivel físico e intelectual.
Este pensamiento no solo permea a la sociedad adulta, ya que desde que somos infantes nos rodean de creencias sobre a qué se dedica un hombre o una mujer, donde generalmente las mujeres son enroladas como maestras, enfermeras o bailarinas; mientras que a los hombres se les atribuye el ser bomberos, doctores y hasta astronautas.
Lo anterior crea inconscientemente un rol sobre a qué se debe dedicar alguien a partir de su género asignado al nacer, marcando un límite entre lo que se puede ser o no; creciendo con la creencia de que así es como se desempeñan los papeles en el mundo real y al momento de que las mujeres tienen que decidir en qué desarrollarse profesionalmente, surge la duda.
La lucha es constante para muchas: el no sentirse capaz, tener miedo al futuro incierto, el que te ataquen por tu físico, por cómo vistes -que si muy femenina o no-, ser repetidamente cuestionada por tu intelecto y tus conocimientos, con una frustración por no poder demostrar todo lo que sabes; y cuando por fin te armas de valor para estudiar alguna ingeniería, te topas con que solo hay cinco mujeres en tu salón, donde 2 de ellas no terminan la carrera y solo tú ejerces la profesión.
Y como si el estigma y los prejuicios no fueran los únicos impedimentos de la mujer en la ingeniería, la invisibilidad histórica se ha encargado de desaparecer los logros de las mujeres en esta área. Ejemplos para esto abundan en la historia, como el de Hedy Lamarr en la telecomunicación.
Esta mujer y actriz icónica del cine de Hollywood en las décadas de los 30 y 40, es uno de los personajes más recurrentes cuando hablamos de invisibilización histórica, pues únicamente se le recuerda hasta nuestros días por su labor actoral, e incluso, ha sido homenajeada por sus looks en la moda del siglo XX.
Pero la realidad es que Lamarr fue también increíblemente importante en la Segunda Guerra Mundial con el invento de un sistema de comunicación para evitar interferencias del bloque opositor y por tanto, es considerada una de las precursoras de los inventos que formarían a la sociedad contemporánea: el Wi-Fi.
Es cierto que hemos avanzado hacia un ambiente más diverso e incluyente, donde a pesar de que las mujeres continúan permaneciendo en minoría dentro de las aulas de ingeniería, poco a poco comienzan a conocerse sus avances y logros.
Basta con recordar lo que pasó hace apenas unas semanas con Katya Echazarreta, quien fue orgullosamente la primera mujer mexicana en ir al espacio. Tan solo tuvieron que pasar 37 años desde que el primer mexicano, Adolfo Neri Vela, saliese de la órbita terrestre para que una mujer también lo lograra.
Sin embargo, para seguir progresando todo es parte de un colectivo: debemos continuar reformando sistemas sociales falocentristas, capitalistas y patriarcales para asegurar que las mujeres no sean cuestionadas por lo que saben y que no les cueste mucho más llegar hasta donde quieren, a diferencia de un hombre.
Debemos construir prácticas que nos concienticen como sociedad, en cómo nos comportamos y cómo podemos darles por fin el lugar que merecen las mujeres en la ingeniería, y así, poder nombrar sin dificultad a mujeres como Hedy Lamarr, Katya Echazarreta y a la futura ingeniera que sueña con cambiar el mundo.