México, el país malinchista por excelencia
Por: Fátima Dolores Aceves Tepalt, estudiante de Comunicación de la Universidad La Salle
Foto: Archivo de El UniversalDurante años, nuestro país se ha regocijado con éxitos extranjeros, llenando las redes y las sobremesas familiares sobre los éxitos de personas externas a nuestro país, mientras que los compatriotas que persisten en otros territorios no reciben más que críticas y ofensas. Este es el momento exacto en el que caemos en una premisa agobiante que nos amenaza a pisotones cada vez más fuertes: el peor enemigo de un mexicano, es otro mexicano.
A lo largo de la historia de México, han existido diversos representantes que han enaltecido a la nación con sus acciones: María Félix,Donovan Carrillo, Alexa Moreno, Eiza González, Yalitza Aparicio. Pero pareciera que cuando un compatriota triunfa, la sociedad mexicana se convierte en la Santísima Inquisición: realizan comentarios y actos de odio, no solo criticando las acciones, sino buscando la humillación pública y el azotamiento del individuo.
El mexicano es contradictorio e irracional. Es evidente la molestia que ocasiona que personas extranjeras se refieran al país con comentarios racistas, misóginos o estereotipados pero, cuando la misma comunidad lo hace, son motivo de burla, reciben apoyo por otras personas -incrementando la falta de empatía patriótica- y odio hacia quienes han podido sobresalir en otros territorios.
¿Por qué la comunidad mexicana se ofende ante los mismos comentarios que un extranjero realiza? Si los propios mexicanos son quienes hacen las críticas más repudiables y denigrantes hacia nuestros representantes.
Y en muchas ocasiones, hay una realidad que nos golpea con guante blanco: los extranjeros se enorgullecen más de los compatriotas triunfando fuera del país que la propia sociedad mexicana. Por cada reconocimiento de compatriotas en el extranjero, hay dos críticas de odio provenientes de un mexicano.
Con esto, es aun más aberrante que las redes sociales y los comentarios en las calles se inunden de pensamientos negativos hacia el éxito de los conciudadanos en el extranjero. Denotando odio hacia los mexicanos mismos y alabanza a los habitantes de territorios externos.
Y con esto llego a otro punto: es lamentable y asfixiante que la mayoría de la idiosincrasia mexicana se base en la falta de compromiso, mediocridad, sometimiento y esclavitud ante las culturas extranjeras.
Y esto, lamentablemente, no es actual. Si hablamos de la cultura sumisa en la que México está sometida, tendríamos que remontarnos a la Colonia, época en la que no solo se humilló y saqueó a la cultura, sino que sembraron una semilla que hasta el día de hoy sigue floreciendo en esta enredadera de sentimientos miserables: no querer ser mexicanos o tener raíces de esta nación.
Estas ramificaciones crecientes en el núcleo de nuestra sociedad han llevado al mexicano a envidiar a la persona que ha logrado salir del estereotipo y que demuestra sus capacidades ante el mundo. Y sí, a esto lleva la mediocridad y envidia que ha provocado la sumisión en la que el mexicano ha crecido y donde cree, fielmente, que está.
Sin embargo, pareciera que el patriotismo florece y renace en los corazones de todos los que realizaron comentarios de odio hacia las figuras públicas mexicanas en cada celebración patriótica. Como si un sombrero de charro, un pozole y una bandera pintada con crayones redimieran cada pensamiento malinchista que se ha expresado. Cuestión que por sí sola, denota hipocresía patriótica y social.
La sociedad mexicana se queja día a día de la falta de evolución social en la que se encuentra México pero, si bien es cierto, el cambio comienza desde la mentalidad, el cual es evidente que no lo hay. La realidad es que el pensamiento y léxico mexicano solo se basa en machismo, misoginia, racismo, discriminación y homofobia. Esto revelaría y explicaría mucho de lo que pasa hoy en día en nuestro país.
Es momento de cambiar, dejemos la comparación y sometimiento ante las distintas culturas ajenas y busquemos lo que nos hace un gran país, no solo en términos de territorio, sino de lo que goza humanamente.
Tengamos empatía hacia nuestros paisanos y sintamos orgullo de ser provenientes de México. Apoyemos el talento mexicano en nuestra nación y en las externas, evolucionemos la mentalidad denigrante en la que estamos empapados. El cambio comienza en nosotros y para nosotros.
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