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Filantropía proyecto de impacto

Foto: Pexels

“No preguntes qué puede hacer tu país por ti,  sino qué puedes hacer tú por tu país”, John F. Kennedy.

Los alumnos son la esperanza presente de esta nación. Les toca volver a desarrollar creencias para arraigar ideologías que generen progreso y equilibrio en un lugar donde son endebles. La juventud es una preciada bendición que enarbola las raíces de lo que será el futuro. Es importante que tengan disciplina y compromiso social con su entorno, que no actúen por inercia, que analicen y sean hacedores de la duda filosófica, que sean críticos, pero mejor aún, que sean propositivos. Las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran; la filantropía siempre es un proyecto de impacto y de progreso.

Hace algunos meses se decidió, de manera conjunta, entre alumnos, alumnas y un docente de la Escuela Bancaria y Comercial Campus Aguascalientes, realizar un evento de filantropía como parte del programa de actividades. En primera instancia la iniciativa generó incertidumbre, no obstante, cuando finalizó el proyecto, los alumnos pudieron referir que este tipo de actividades son muy significativas porque sensibilizan y generan conciencia de las cuestiones que son importantes. Del mismo modo, comentaron lo trascendente que es ayudar y ser solidario con las necesidades que arroja el entorno en el que nos desenvolvemos.

La teoría económica es importante. La enseñanza que promueve la EBC consiste en la relación que existe entre la praxis y la propia teoría, es un aprendizaje significativo. Los alumnos fueron actores y testigos en cada uno de los eventos, desde preparar alimentos, armar paquetes de juguetes y convivir entre ellos. Todo es un ejemplo de los valores que deben permear en las tesituras del conocimiento.

Es menester resaltar que los alumnos se organizaron con absoluta libertad. Ellos definieron cómo conformar los equipos y qué tipo de proyecto de filantropía iban a realizar. Desde llevar comida a un refugio de perros, hasta organizar un evento de entrega de juguetes a niños de una comunidad.

Como en toda iniciativa siempre existen los retos, el primero de ellos fue considerar la posibilidad de llevarlo a cabo, pues comúnmente se piensa que la escuela solo es la propia escuela, estudiar, hacer un examen, salir de vacaciones, etcétera. Creo firmemente que la escuela empieza afuera de ella. De poco sirven los grandes teólogos, de mucho sirven alumnos dispuestos a trabajar por una mejor ciudad, por un mejor país, desde una perspectiva humanista forjada en la solidaridad y en la subsidiariedad.

La alegoría de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro, consiste en dejar algo que perdure, que sea de bien para la sociedad. Es la esencia de la educación, lo que sigue para los alumnos y las alumnas que hicieron estos eventos, es tomar esa acción como una forma de vida, y no, esto no es una aseveración de quien escribe estas letras, es parte de la conclusión a la que llegaron, una estudiante refirió lo siguiente; “con este evento me di cuenta que hay tanto dolor en las calles que es ineludible no hacer algo”. Otro alumno comentó: “después de ver la mirada y la sonrisa de ese niño al entregarle un juguete, todo valió la pena”.

Nuestro México necesita alumnos con buenas calificaciones, pero más aún, necesita ciudadanos con la disposición de dar a nuestra patria esperanza. El mundo no cambia con las opiniones, el mundo cambia con los ejemplos. Gracias a todos los alumnos y alumnas que fueron y seguirán siendo ejemplo.

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