Usualmente las historias de los emprendedores que todos conocemos han tenido escenarios poco comunes, uno pensaría que las ideas que han revolucionado al mundo nacieron en edificios altísimos o en oficinas gigantescas, cuando la realidad es que a veces comienzan en una cochera, una residencia universitaria o en nuestro caso, una cafetería.
Maíx Pak’ik, está fundado por dos mujeres emprendedoras apasionadas por generar oportunidades de autoempleo para jóvenes a través de la venta de un snack de maíz inflado con una alta calidad como pocos en el mercado, sin gluten, sin azúcar y libre de aceites, pero no siempre fue así… en un principio, funcionábamos bajo una relación cliente – proveedor (B2C), cada una tenía un mercado distinto al que atendía y de vez en cuando nos pedíamos consejo al tomar ciertas decisiones.
Sin formar aún un equipo formal, nos dimos cuenta de que éramos una mancuerna perfecta, generábamos más y mejores ideas, lo que una no veía o tenía, la otra sí, algo que siempre tienes que buscar a la hora de hacer equipo.
Después de un par de meses de operar bajo la estructura B2C, en 2020 nos enfrentamos a un suceso que nos puso a prueba como equipo al igual que a nuestra visión. La vida de todos dio un giro drástico de 180º, pausamos nuestros planes y nos quedamos en casa mientras la incertidumbre tocaba a la puerta.
Fue ahí donde tuvimos una de las tantas conversaciones incómodas sobre las que se construye un negocio, haciéndonos preguntas como; “¿hacia dónde vamos?”, “¿esto es un hobbie o un proyecto a futuro?”, “¿en dónde nos vemos y que rol tiene Maíx Pak’ik en nuestras vidas?”
Después de responderlas y darnos cuenta de que ambas estábamos en la misma sintonía, comenzamos a trabajar en una estructura, iniciamos todos los procesos necesarios de identidad, trámites legales, plan de negocios, estrategia, entre otros.
En un entorno incierto y volátil donde muchas personas perdieron sus trabajos y buscaban alternativas para seguir adelante, comenzó a surgir competencia por doquier, lo que nos obligó a hacernos uno de los cuestionamientos que más nos revolucionaron como empresa y nos dieron sentido: “¿Cuál es nuestra misión?”
Maíx Pak’ik nos había hecho personas totalmente diferentes, desarrollamos y pulimos habilidades que no sabíamos que teníamos, además poníamos a prueba en el mundo real todo lo que veíamos dentro del aula, sin dejar de lado que nos traía además una retribución económica, bajo esta premisa, queríamos que más jóvenes pudieran vivir esta experiencia: transformar sus vidas a partir de un “sí”.
Desarrollamos un modelo que nos permitía expandirnos alrededor de la República y al mismo tiempo generar oportunidades de autoempleo para jóvenes. Actualmente contamos con presencia en 7 ciudades, a través de 8 embajadores y más de 80 puntos de venta.
Si antes éramos una marca que comercializaba un snack saludable, ahora, nuestro producto era solo un pretexto para cambiar estadísticas que nos alarmaban: según el Centro de Investigación en Política Pública (IMCO), 6 de cada 10 jóvenes no participan en el mercado laboral.
La disciplina y el trabajo duro comenzaron a rendir fruto sin darnos cuenta. De repente, nos habíamos incubado en Startup México, asistido como ponentes en espacios como el Women Economic Forum Iberoamérica, cerrado una ronda de inversión con Grupo Pixeles Fondo de Inversión y aparecido en uno de los programas de negocios más exitosos de Latinoamérica, Shark Tank México.
Ser emprendedor es convertirse en un problem solver, hacerse experto en cosas que no lo somos, es ejercer un liderazgo consciente y desarrollar sentido de responsabilidad, desafiar la manera en que se hacen las cosas, hacer, deshacer, visionar y volver a empezar. Ser emprendedor es darnos cuenta de que podemos soñar aún más grande de lo que imaginábamos, tanto, que tenemos que aprender a priorizar los sueños.
Para este 2023, esperamos impactar a más jóvenes alrededor de la República, tener presencia en otros países y entrar a cadenas nacionales.
Todo esto implica un reto que nos asusta y al mismo tiempo nos mantiene firmes en el barco. Estamos siempre a una decisión de distancia de cambiar nuestras vidas por completo, queremos ser protagonistas y no espectadoras de todo lo que suceda siempre que digamos “sí”.