A medida que vas madurando te vas cuestionando sobre lo que quieres hacer en el futuro: ¿En dónde te ves a 5 años? ¿Qué vas a estudiar? Si te dedicas a eso, ¿serás exitoso?
Cuando somos estudiantes es muy fácil creer que el hecho de lograr un excelente puesto laboral, tener solvencia económica, hacerse de ciertos bienes, nos va a convertir en personas exitosas y, por ende, felices.
¿Pero realmente será cierto que el éxito es sinónimo de felicidad? Ambos términos tienen varios significados y quizás por ello los confundimos.
Existen distintas corrientes filosóficas que buscan definir lo que es la felicidad. Por ejemplo, para Aristóteles, la felicidad es el fin supremo del ser humano y es “una actividad del alma de acuerdo con la virtud”. Para el filósofo griego, alcanzar la felicidad tiene que ver con hacer lo correcto.
Por otro lado, los budistas consideran que la felicidad reside en las experiencias que se viven para lograr nuestros objetivos. Una definición que personalmente comparto y es que algo fundamental para encontrar la felicidad es olvidarnos de las expectativas, no aferrarnos a la idea de perfección. Al hacer esto, nos enfocamos en el presente, en el proceso y en lo que se tiene, dejándo fluir el futuro.
Pero retomemos la pregunta inicial sobre el éxito y la felicidad. Hemos definido lo que es la felicidad para Aristóteles y para los budistas pero ahora definamos el éxito.
Al igual que la felicidad, el éxito también es subjetivo. Cada persona crea sus propios objetivos y define sus metas pero para alcanzarlas hay que trabajar mucho, hay que perseverar, a veces sacrificar cosas. Pero no hay que perder de vista que cada acción, cada paso que nos acerca a la meta también nos ofrece una satisfacción.
Yo me di cuenta que puede ser feliz incluso con el estrés que conlleva cumplir con todas mis responsabilidades académicas, mis prácticas profesionales y mis actividades personales. Porque, aunque puede ser pesado y duro, las actividades que hago me hacen sentir pleno, satisfecho y me hacen emocionarme cada día.
Por eso, aunque alcanzar nuestras metas nos hace felices y es una forma de autoreconocimiento, es fundamental no descartar el camino trazado.
El éxito no es la única llave de la felicidad. No debemos enfocarnos tanto en el futuro y en lo que queremos alcanzar, sino tratar de mirar el presente y lo que tenemos.
Finalmente, les invito a reflexionar sobre si en este momento realmente son felices, si realmente disfrutan lo que hacen y les motiva a sentirse personas plenas y satisfechas.