La vida se basa en la experiencia, en nuestros aprendizajes y lo que hacemos de cada momento, es la historia a la que damos vida, lo que nos define. Con gusto comparto una pequeña, pero maravillosa parte de mi vida, mi experiencia como estudiante en el extranjero.

La historia dio inicio en verano de 2023, un mes durante el cual, como parte de un grupo de estudiantes mexicanos, tuve la oportunidad de practicar alemán en Heidelberg, Alemania, además de conocer una gran cantidad de ciudades en dicho país y experimentar nuevas culturas.

Logré profundizar y mejorar mis conocimientos en la lengua alemana, mediante clases en las que pude convivir con personas de gran parte del mundo; pero a su vez fue un tiempo de crecimiento intrapersonal, de descubrir la belleza del mundo.

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Un choque cultural 

Los primeros días de mi estancia en Alemania fueron bastante difíciles, estar completamente fuera de mi zona de confort del otro lado del mundo, sin conocer a nadie, me significó un verdadero choque cultural, en un principio creí que no sería una experiencia agradable; no pude haber estado más equivocada.

Como alguien que suele tener dificultades para formar nuevas amistades, mi miedo de permanecer sola persistía; sin embargo, para mi sorpresa fue rápidamente que logré encontrar la calidez de una amistad en personas nuevas, seres buenos de quienes aprendí mucho y a quienes sigo queriendo igual que en un principio.

A pesar de formar parte de un mismo grupo en Alemania, todos proveníamos de distintas partes de México, aun así, esto no demostró ser ningún limitante para la sincera amistad que desarrollamos a lo largo de aquel mes y que hoy en día perdura.

Junto con ellos, me aventuré en el descubrimiento de hermosos rincones del mundo, un placer que solo puede venir al disfrutar de las nuevas experiencias, desde conversaciones divertidas, hasta vivencias que cambiaron mi perspectiva de la vida; vivimos tanto buenos como malos momentos, fueron sin duda de lo más valioso que tuve durante esta inolvidable experiencia.

Durante las clases, experimenté la globalización en una menor escala ya que mis compañeros provenían de diversos lugares del mundo. El aula se convertía cada día en un lugar muy agradable, que ofrecía disfrutar de la mezcla de culturas pertenecientes a las distintas personas que formamos de esa comunidad en particular.

Las diferencias culturales no fueron un impedimento para que trabajáramos juntos y aprendiéramos al unísono, así como para iniciar una amistad. Recuerdo perfectamente que aun con la barrera del lenguaje, hacíamos lo posible por disfrutar de momentos de convivencia.

Viaje cultural 

A lo largo de ese mes en Alemania, me vi inmersa en un viaje cultural, visité una gran cantidad de ciudades, aprecié hermosos paisajes, descubrí historias, así como también viví mis propias; conocí nuevas perspectivas, nuevos horizontes, nuevas personas.

Ante todo, puedo afirmar que crecí y me encontré a mí misma. Descubrí que la vida se basa en disfrutar cada momento, pues la vida es corta y depende de nosotros hacer cada momento valioso, formar hermosos recuerdos.

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En síntesis, con este viaje, comencé a ver la belleza del mundo que nos rodea, tanto en los paisajes, como en las personas; todas las conversaciones, todos los consejos y todos los momentos fueron traducidos directamente como una nueva parte de quien soy tras esta vivencia.

Agradezco de la manera más honesta haber podido vivir esta maravillosa experiencia, asimismo, no puedo dejar de agradecer a todos aquellos que convirtieron este pequeño fragmento de mi vida en algo inolvidable.

Nuestra vida es un libro en blanco que nosotros escribimos, lleno de las decisiones que tomamos y las maneras en que enfrentamos los retos; es bella cuando conocemos nuestra esencia y propósito, es alegría cuando compartimos momentos con quienes amamos, pero alcanza su máximo esplendor cuando la vivimos plenamente.