Unen corazones y mentes estudiantes de la Universidad Anáhuac e Insurgentes
¿Quién podría pensar que alumnos de la Universidad Anáhuac e Insurgentes, con realidades económicas y sociales tan distintas, podrían transformar juntos sus corazones y mentes para luchar por las mismas causas? ¿Quién pensaría que podíamos romper estereotipos o la narrativa de que vivimos polarizados, divididos en clases sociales o partidos y, en cambio, lograr un
¿Quién podría pensar que alumnos de la Universidad Anáhuac e Insurgentes, con realidades económicas y sociales tan distintas, podrían transformar juntos sus corazones y mentes para luchar por las mismas causas?
¿Quién pensaría que podíamos romper estereotipos o la narrativa de que vivimos polarizados, divididos en clases sociales o partidos y, en cambio, lograr un encuentro de paz, empatía y solidaridad?
Ambas universidades lo hicimos en marzo pasado, y descubrimos que cuando el encuentro es sincero y se comparte un propósito que hace sentido, es posible derribar los muros sociales.
Tuvimos el apoyo y guía de Scholas Ocurrentes, un proyecto educativo inspirado en una iniciativa de paz del Papa Francisco, entonces Arzobispo de Buenos Aires, cuando la crisis económica mandó a más de la mitad de los argentinos a vivir por debajo de los niveles de pobreza.
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Está basado en dos principios, que nos explicó Guido Savall, director general de Scholas México: generar una cultura del encuentro que derribe las barreras sociales que nos impiden construir un bien común y una educación con sentido para la comunidad; es decir, no sólo para mí, sino para todos.
Así lo hicimos. Juntos creamos un laboratorio social de cuatro días cuyos espectaculares resultados nos dejaron sorprendidos.
Más de 32 alumnos y una veintena de profesores de ambas universidades, realizaron un taller de transformación que por medio del arte, juegos y voluntariado rompieron estereotipos y hallaron nuevas formas de relacionarse con personas diferentes y colaborar en diversos proyectos.
Los jóvenes fortalecieron sus habilidades de empatía, inclusión, comunicación y trabajo en equipo, entre otras, con el apoyo de la metodología de Scholas.
Además de crear murales, jugar, discutir temas, cantar, los universitarios visitaron y apoyaron con actividades tres centros de asistencia para ancianos, niños y personas con discapacidad, donde apoyaron el trabajo.
De ellos mismos salieron compromisos en común más grandes:
- Tienen en mente participar en tres proyectos de voluntariado.
- El próximo cuatrimestre replicarán la experiencia del Taller de Transformación Social.
- El nuevo grupo será de 80 personas y al menos 10 de los jóvenes participantes actuarán como capacitadores.
Los resultados muestran que “si seguimos encerrados en muros y haciendo lo mismo no vamos a facilitar el encuentro social”, dijo Guido Savall al evaluar la experiencia.
Por su parte, Fernando Rincón Gallardo, vicerrector de la Anáhuac, consideró que el laboratorio muestra una gran oportunidad para promover el bien para la sociedad, pues aunque ambas comunidades parten de realidades muy distintas, comparten los mismos valores, además del compromiso con la calidad educativa.
Fernando recordó que la movilidad social, la promoción de la persona y de la sociedad, forman parte de los objetivos de la Universidad Anáhuac y que este taller abre nuevas posibilidades para lograrlo.
“Hemos descubierto personas que no nos habíamos permitido descubrir y que nos damos cuenta que son extraordinarias… Para mí, el gran resultado es atrevernos a descubrir la riqueza del otro; a dejar interpelarnos y enriquecernos por el otro, y que el otro me haga mejor persona”, dijo.
Un joven de la Anáhuac compartió que siempre ha soñado ser un hombre de negocios, pero que tras el encuentro con otro tipo de personas comprendió que no lo puede hacer solo, que necesita a los demás.
Otro estudiante, ahora de la UIN, dijo que aprendió a no ponerse barreras para relacionarse con los demás por creer que hay diferencias económicas o sociales.
“Me di cuenta que uno pone esos límites. El taller ayudó a conectar a personas muy distintas, no sólo con ellos (los de la Anáhuac), incluso con personas de mi plantel que no nos hablábamos”, dijo.
Quiero agradecer al rector de la Anáhuac, el padre Cipriano Sánchez García, por haber accedido e impulsado con entusiasmo esta iniciativa.
Hoy podemos ver que es posible crear una convivencia de colaboración entre comunidades diversas, no importando sus creencias, diferencias socioeconómicas, preferencias políticas o barrios de origen.
Estamos en el inicio de un esfuerzo por cambiar esa narrativa nociva que busca hacernos olvidar que todos somos mexicanos; es una iniciativa para que dejemos de pelear por cosas que incluso son otros quienes las desean; es un laboratorio para aprender a aprovechar las oportunidades de trabajar juntos.
El encuentro para unir corazones y mentes es posible; podemos darle sentido a propósitos que nos importan en común. Hoy podemos decir que es una transformación social que lideran chavas y chavos que van a seguir trabajando con nuestro apoyo. Estemos pendientes.
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