Es alarmante el efecto en la salud mental de los jóvenes causado por la pandemia por coronavirus, el exceso en el uso de tecnologías y un incremento en el estrés generado por la situación económica y la crisis mundial.
En los últimos meses, se ha hablado del estrés postraumático (similar al que se vive después de las guerras) que están sufriendo un gran número de estudiantes en el mundo, quienes tratan de crecer, evolucionar y abrirse camino en medio de un contexto sumamente complejo.
En el primer trimestre del confinamiento, la suspensión de la actividad presencial tuvo un impacto a nivel físico, psicológico y anímico en el sector estudiantil mexicano. Entre las primeras investigaciones, la Universidad Autónoma de Guadalajara (2020) reportó que 6% de sus estudiantes solicitó apoyo o asistencia psicológica urgente tras experimentar sentimientos profundos de tristeza, enojo y hastío. Estos resultados se vinculan a una serie de factores que correlacionan al incremento de casos de Síndrome de Estrés Postraumático, confusión e irritabilidad que agravan la estabilidad mental.
Como parte de una solución a este fenómeno, quiero hablar sobre la estrategia implementada por el Dr. Taddy Blecher, pionero en el movimiento de educación superior gratuita en Sudáfrica y CEO del Maharishi Invincibility Institute, con quien pude coincidir y compartir hace unas semanas en la primera edición del Festival de las Ideas, una iniciativa del Estado de Puebla y el Centro B. Ricardo Salinas Pliego. Él ha mostrado cómo introduciendo herramientas de psicología positiva, como parte integral de la vida de un estudiante, se revierte considerablemente este fenómeno en la salud mental.
Blecher invita a repensar la posición tradicional de la Pirámide de Maslow, una teoría sobre el comportamiento humano que sugiere que la motivación depende de cómo estén satisfechas las necesidades de las personas. Desde su punto de vista, propone invertir esta pirámide dentro del modelo educativo, es decir, en vez de enseñar sólo para satisfacer necesidades básicas, empezar a educar con propósito y valores en la búsqueda de la autorrealización.
Por otro lado, tuve la oportunidad de platicar con Rubén Flores, director de Provolución y consultor de más de 300 empresas en México y Latinoamérica, quien explicaba que una de las cosas que han disparado la depresión en los jóvenes, es la falta de propósito, por lo que es fundamental trabajar en este tema para saber cuál es su misión de vida.
Refiere que en las últimas décadas se cuestiona a las universidades por preparar sólo al cerebro, pero se han olvidado de reforzar la inteligencia emocional, que tiene que ver con saber resolver los problemas, automotivarse y tener un propósito de vida.
Nuestro papel como educadores es fundamental en cuanto a facilitar estas competencias, para formar personas autorrealizadas. Por ello, en la Universidad de Insurgentes estamos comprometidos con la formación de excelentes profesionales, pero también nos ocupamos de que sean agentes de cambio y para ello nos hemos enfocado en dos inciativas fundamentales:
La primera ADN UIN 2030 un compromiso por los próximos 10 años para sumamos a los objetivos de desarrollo sustentable de las Naciones Unidas para que nuestra comunidad se forje ese ADN que diga “yo soy parte de un mundo, cómo le hago para ayudarlo a mejorar”.
En alianza con expertos nacionales e internacionales estamos impulsando una educación y vivencia en tres ejes: 1) Equidad de Género, 2) Conciencia del Medio Ambiente y 3) Emprendimiento Social, lo que provoca que nuestros estudiantes sean capaces de operar, generar bienestar y manejar emociones.
La segunda iniciativa fundamental es la formación en Competencias para el futuro: 1) Bienestar, manejo de emociones e inteligencia emocional, 2) Uso y habilidades tecnológicas, 3) Empleabilidad y emprendimento, 4) Misión y propósito de vida. Los jóvenes son el futuro y como universidades podemos crear competencias que les ayuden a enfrentar de una manera sana cualquier adversidad, pero sobre todo a tomar consciencia sobre el impacto que cada quien puede generar en su familia, trabajo, comunidad y en México.