El sistema financiero nos lleva a reflexionar sobre: el volumen diario de transacciones de pago que se procesan en servidores alojados en centros de datos; las tarjetas de plástico; las inversiones en empresas que contaminan; sin olvidar los traslados en avión para atender eventos y conferencias. A partir de estos puntos podemos inferir que la industria aún no ha valorado el impacto ambiental de sus operaciones. Cuando nuestro comportamiento como sociedad ha generado graves consecuencias ambientales, tales como las alteraciones climáticas, ¿podrán los servicios financieros ignorar la sustentabilidad por más tiempo?
Sustentabilidad significa muchas cosas, pero principalmente se trata de operar sin comprometer los recursos de las generaciones futuras. El objetivo es asegurar que exista un equilibrio entre el ahora y el futuro, garantizando crecimiento económico; cuidando el medio ambiente; y promoviendo el bienestar social. Para el sector financiero esto se traduce en que tanto su actuar, como los servicios y productos que ofrece, contribuyan en pro del planeta.
El caso particular del fintech sustentable ya no es una frase de moda, sino una tendencia que parece estar alimentando otra revolución en el mundo de las finanzas. Exploraremos dicha tendencia a partir de tres perspectivas: los clientes, los modelos de negocio y la regulación.
Desde la perspectiva de los clientes, la preferencia por un servicio financiero verde se enfrenta a opiniones encontradas. Un estudio global reciente revela que la mayoría de los consumidores está a favor de los servicios financieros verdes, sin embargo, le cuesta trabajo confiar en las credenciales de sustentabilidad de la industria. Casi la mitad de los encuestados aceptaron que, en los últimos cinco años, el acceso a servicios financieros verdes se ha convertido en algo prioritario. Sin embargo, más de dos tercios de los consumidores globales creen que su institución financiera actual simula lo que se conoce como “lavado verde”.
Sobre los modelos de negocio, lo primero es reconocer que la infraestructura bancaria en la que se asienta el sistema financiero actual es, en algunos casos, obsoleta. Sin embargo, ciertas fintechs han contribuido a esclarecer el panorama operando no sólo con la visión de maximizar el rendimiento, sino incluyendo valores que encajan en el estado de ánimo verde que se vive en el mundo.
A nivel global, existen fintechs trabajando en diversas áreas que permiten a las personas invertir en proyectos alineados con sus valores de sustentabilidad. Un par de ejemplos interesantes son Stripe Climate y TreeCard. La primera se trata de un servicio especial lanzado por Stripe, un gigante del mercado de pagos. A través de este proyecto, el dinero reunido de los inversionistas se destina al financiamiento de tecnologías enfocadas en la neutralidad climática.
TreeCard es un proyecto que ofrece una tarjeta de crédito de madera. La idea no es solo eliminar el plástico sino también reforestar el planeta. El 80% de las ganancias se destinan a iniciativas dedicadas a la plantación de árboles. Los usuarios pueden realizar un seguimiento de sus gastos, recomendar amigos y ver cuántos árboles han plantado con su dinero.
Por último, la regulación. ¿Qué necesitamos de los reguladores a partir de ahora? Lo primero es entender que con el cambio climático el riesgo no es hoy, sino en el futuro. Algunos estudios revelan que, para regular a las fintechs en temas de sustentabilidad, se requerirá de una combinación de enfoques regulatorios y autorregulatorios.
Cinco principios podrían construir la base de una gobernanza alineada a la sustentabilidad para las fintechs, y acorde a los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) de la ONU: delimitar los objetivos fundamentales de la regulación financiera; desarrollar una regulación reflexiva e iterativa; fomentar actores responsables; garantizar la supervisión y el cumplimiento; inculcar el compromiso con el desarrollo sustentable.
El papel de las economías emergentes como México y los hallazgos que desde ellas se identifiquen, desempeñarán un papel esencial en la construcción de capacidades para ambientes financieros sustentables. El ecosistema fintech, junto con los socios comprometidos deberán elaborar tanto los acuerdos de sustentabilidad, como los principios rectores de la causa financiera verde.