La revolución del nearshoring está transformando el panorama empresarial mexicano y, con ello, redefiniendo el futuro de la educación superior. Esta estrategia de relocalización industrial no solo representa una oportunidad económica sin precedentes, sino que también está catalizando una profunda transformación en el desarrollo del talento nacional.
Las proyecciones son prometedoras: se estima la creación de 350,000 nuevos puestos de trabajo profesional entre 2024 y 2028. Sin embargo, este crecimiento trae consigo el desafío de formar profesionales que combinen un sólido dominio tecnológico con habilidades interpersonales avanzadas. La inteligencia artificial, la ciberseguridad y la transformación digital se han convertido en pilares fundamentales, mientras que el pensamiento crítico y la inteligencia emocional son ahora tan cruciales como las competencias técnicas.
El sistema educativo mexicano, liderado por instituciones como el Tecnológico Nacional de México, la UNAM y el IPN, está respondiendo a este desafío. No obstante, los números actuales revelan una brecha significativa: con aproximadamente 10,000 egresados anuales en áreas afines al nearshoring, existe un déficit considerable frente a la demanda proyectada. El reciente reporte de Manpowergroup confirma esta tendencia, señalando un incremento de 5 puntos porcentuales en las expectativas de empleo en sectores clave.
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Las instituciones educativas están adaptando sus programas para integrar no solo la formación en tecnologías emergentes, sino también el desarrollo de las denominadas “power skills”. La transformación digital permite optimizar los procesos de relocalización y la cada vez más compleja logística que ello conlleva, mientras que la gestión de datos masivos y la ciberseguridad generan nuevas oportunidades para profesionales que puedan navegar en este entorno tecnológico dinámico.
El éxito del nearshoring en México dependerá en gran medida de la capacidad del sistema educativo para formar profesionales que combinen la excelencia técnica con una sólida base en habilidades interpersonales. Las universidades que logren adaptar sus programas a estas nuevas demandas no solo estarán formando a los profesionales del futuro, sino que también contribuirán significativamente al posicionamiento de México como un hub de talento tecnológico en la región. La verdadera oportunidad radica en desarrollar un ecosistema educativo que responda ágilmente a las necesidades emergentes del mercado, asegurando un futuro sostenible para el talento mexicano en la era del nearshoring.