Cualquiera creería que el propósito de vida de Mac estaba extraviado y demasiado expuesto al fracaso; que marchaba en sentido contrario al de su bienestar y felicidad.
¿Qué hacía un joven tan alegre y desparpajado, con claras pretensiones artísticas de compositor y cantante, estudiando una ingeniería química y administración?
Para los testigos, la confusión resultaba mayor: era muy buen estudiante y con habilidades muy especiales en matemáticas.
También lee: Qué aprendimos del mundo ideal de Barbie
Cuando vino la búsqueda de empleo, era natural esperar un choque con la realidad, pero Mac ya tenía muy claro lo que haría: trabajaría en una organización que le permitiera tener un impacto positivo en la comunidad, y eso ha venido haciendo desde que se graduó.
“Sé que no es común que un ingeniero químico esté en los puestos que he ocupado, pero eso también me ha ayudado a aportar desde una perspectiva diferente y enriquecedora”, explica Mac.
Una de las más importantes autoridades en el mundo sobre el tema, el doctor Michael F. Steger, dice que el éxito humano deriva de la habilidad que tengamos de darle sentido a nuestras experiencias y al ambiente en que nos desenvolvemos; que las circunstancias no son las que hacen insoportable nuestra vida, sino la falta de significado y propósito.
Hablemos del propósito
El propósito de vida es un estado de bienestar personal, que normalmente le llamamos felicidad, pero no es lo mismo.
No es un punto en la historia de tu vida, sino el camino; es cómo vives el trayecto.
Cuando el propósito de vida no está alineado con lo que te gusta, lo que quieres y lo que haces mejor, es muy difícil ser feliz.
Cuando te agrada lo que haces, aunque no te paguen lo harás contento.
Pensemos en Mac, que para nuestra fortuna trabaja para el Instituto de Ciencias del Bienestar Integral. Su propósito no es mezclar sustancias químicas, dirigir gente, componer un éxito o cantar en Las Vegas, sino que esos talentos aporten algo a su comunidad, y lo está logrando.
Como ves, el propósito es un concepto muy personal, a tu propia medida, que le da sentido a todo lo que hacemos. y que nos hace sentir realizados.
Evidentemente, un propósito de vida te obliga a cumplir metas para llegar, unas son de corto plazo y otras de muy largo plazo, pero todas ellas deben estar alineadas a tus valores personales, debes sentir que estás aportando algo positivo al mundo o a los seres que quieres.
Se repite mucho, como vil cliché, que “el dinero no es la felicidad”, pero resulta cierto: si no estamos haciendo algo congruente con lo que valoramos, no nos vamos a sentir satisfechos por más ricos que seamos.
Por eso es importante tener un propósito trascendental o varios que hagan nuestra vida más significativa.
Quien no lo tiene se sienta desorientado, puede caer en rachas de insatisfacción, pero quien sí los tiene sólo hay que mirarlos: se muestran motivados, alegres, llenos de energía; actúan con mucha determinación, conocimiento y hasta nos invitan hacer lo que ellos hacen.
¿Y las crisis?
¿Podemos cambiar el propósito de nuestra vida? Por supuesto, cada determinado tiempo debemos hacer un examen de nuestros grandes propósitos, los avances que hemos logrado y preguntarnos si seguimos animados en ese camino.
No se trata de enlistar una gran cantidad de metas extraordinarias, idealizadas y estereotipadas que al final no podamos alcanzar y nos frustren. Es algo muy personal.
Por ejemplo, mi propósito de vida es ayudar a la gente a encontrar su propósito de vida para que logre ser feliz. Cada vez que alguien me agradece por algo que enseñé, dije o escribí, me lleno de alegría.
A veces se sufre porque no todos siguen mis consejos, pero sé que cuando lo logro contribuyo a que este mundo sea mejor.
Así que busca tu propósito de vida, el secreto de hallarlo es que tiene una estrecha relación con lo que haces mejor, es decir, con tus fortalezas, y lo que más te gusta hacer. Ahí, donde se cruzan estos dos factores, está tu tesoro.
Luego, imagínate todo lo que harás para alcanzar ese propósito y cómo beneficiarás a las personas de tu alrededor, y por supuesto: ¡cancela todo pensamiento que implique dificultades! (luego hablaremos de ello).
Si te das cuenta, con sólo soñar con un propósito ya estás disfrutando, incluso sin haber empezado.
No quiere decir que no habrá tropezones, ni ratos amargos, pero los empezarás a ver como lecciones de la vida para atrapar lo que quieres: experimentar un estado de felicidad que puedas compartir con los demás.