¿Qué ocurriría si la lectura de Bambi, una vida en el bosque -la novela original del austriaco Félix Salten publicada en 1923- fuese, junto con el examen de admisión, un nuevo requisito para ingresar a la universidad? La pregunta es buena porque no se trata de una obra menor; y mucho menos se trata de una obra menor para niños.
Bambi es la historia de un venado cola blanca que nace, aprende cosas sobre la vida en el bosque con otros animales, pasa por varios ritos de iniciación en su adolescencia y juventud, que coinciden con la muerte de su madre y el reencuentro con su padre, hasta que Bambi se transforma en un recio venado adulto. La novela armoniza elementos filosóficos sobre la vida, la muerte, la madurez y sus transformaciones, el ser humano y su relación destructiva con la naturaleza, el amor romántico y la lucha por la vida.
Bambi, una vida en el bosque es una pequeña epopeya naturalista y un bildungsroman o “novela de aprendizaje” a la vez. Se trata de una obra literaria bella, rica en imágenes idílicas y realistas a la vez. Intensa e importante si la juzgamos por la calidad de los mensajes que uno puede extraer de sus páginas, y si tomamos en consideración que, en los tiempos que corren, dichos mensajes y los rasgos de carácter que representan, son bastante escasos y a la vez vitales. Pensemos tan solo en cinco:
Mensaje 1: Somos resultado de millones de años de evolución biológica y nuestro comportamiento es determinado por dos cosas: nuestra naturaleza biológica y la cultura
¿Es necesario dar ejemplos dentro y fuera de las universidades de cómo la biología está siendo sistemáticamente ignorada, menospreciada, ridiculizada, estupidizada, como la variable crucial que es, modulando y en una buena medida determinando el comportamiento humano? ¿es necesario dar ejemplos, con tantos académicos, sobre todo en las humanidades (pero ya también en las ciencias, como ese señor Lazcano en la facultad de ciencias de la UNAM) que parecen más preocupados por incluir consideraciones ideológicas que científicas en sus cátedras.
El engaño filosófico y científico hacia los alumnos está siendo, en no pocas instancias, absoluto. Si las universidades no defienden a los alumnos, que al menos la lectura de Bambi, una vida en el bosque, los prepare para defenderse de los embates ideológicos de los activistas académicos y quienes los finacian.
Mensaje 2: Los bebés y los niños pequeños, al igual que Bambi, necesitan más directamente a su madre que a su padre, el cual estará siempre presente y simultáneamente ausente
La madre de Bambi protagoniza el primer tercio del libro, desde que Bambi nace hasta que llega a la adolescencia. Esa necesidad vital que tienen los bebés y los niños pequeños de la madre, es irreemplazable.
A la madre no la pueden sustituir las formulas lácteas (sabemos que el calostro contenido en la leche materna durante los primeros días determinará la salud general del bebé por el resto de su vida), ni las guarderías, ni las nanas, ni las tabletas con videojuegos: los bebés necesitan de una madre que los ame, alimente y cuide y les enseñe cosas en el mundo y sus seres: empatía, alegría, apertura, cautela.
Mensaje 3: Los adolescentes y jóvenes de ambos sexos necesitan más la guía de su padre que la de su madre
La madre debe incluso -como en Bambi- “morir simbólicamente” durante los varios ritos de iniciación que convierten al joven en un adulto verdadero. Como ocurre en la historia de Bambi, la figura paterna, reapareciendo tras prolongada, olvidada ausencia, desde la oscuridad del bosque, se vuelve crucial durante el rito de iniciación de todo varón, cara a cara con la vida, con el mundo.
Es crucial, a su vez, que el padre ayude a la niña adolescente a comprender con nitidez la verdadera naturaleza sexual e idiosincrática del macho de la especie, que nunca será igual a la mujer. Aunque la madre sigue siendo importante como guía femenina en la niña, más importante y vital incluso en la formación del carácter, que la figura materna, será la figura del padre en la adolescencia.
Los adolescentes de ambos sexos que crecen sin padre y sin figura paterna (que no es lo mismo que un padrastro, figura social que tarde o temprano acaba siendo penalizada) son más proclives a padecer trastornos emocionales, drogadicción, crimen, así como prostitución y maternidades soltera o no deseada, en el caso de las niñas. Las referencias científicas son bastante fáciles de encontrar.
Mensaje 4: La “muerte simbólica” de la madre -en Bambi y en la gente- es parte esencial del rito de iniciación del varón en su transito hacia la vida adulta
Coincidiendo con el rito de iniciación, al entrar en su adolescencia el cervato Bambi experimenta, como ya dijimos, la muerte de su madre (los cazadores le disparan y ya no regresa). En el ser humano esta muerte se da -o debe darse- de manera simbólica. Esto no significa que la madre implacablemente “deba morir” sino que la madre debe alejarse un poco -o bastante-, darle espacio al adolescente, evitar volverse la torpe madre edípica de las películas judías, o la tonta madre helicóptero de las películas de terror norteamericanas, o la zonza hipermadre controladora de las películas en blanco y negro mexicanas, que pone en peligro el desarrollo de sus pequeños con tal de tenerlos a su lado, todo el tiempo. La buena madre necesariamente falla, dicen los psicólogos competentes.
Mensaje 5: los venados cola blanca, o los seres humanos, crecen mejor con una madre y un padre
Así es. Ambos son importantes ya que instintivamente -y también culturalmente- ejercen roles complementarios insustituibles que inciden profundamente el desarrollo individual y social de las crías, no solo de cervatos sino también de las crías humanas. Pretender que dos padres, dos madres o una “familia monoparental” son “otras modalidades más de familia” como hace la cultura basura circundante, es una falacia científica, un engaño filosófico y algo muy parecido a un crimen contra la humanidad y contra la infancia.
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