En la academia, siempre que hablamos de innovación nos referimos al destacado economista austro-estadounidense, Joseph Alois Schumpeter (1883-1950), quien además de haber contribuido con investigaciones importantes sobre el ciclo económico, instauró el papel de la innovación como factor determinante de la prosperidad.
En línea con el concepto que popularizó sobre la destrucción creativa como proceso que acompaña a toda innovación, hoy contamos con nuevas instituciones financieras conocidas como “fintechs”. Estas empresas digitales rompen la forma tradicional de ofrecer y consumir productos o servicios financieros, imponiendo un nuevo proceder.
Las fintechs actúan como intermediarios financieros mitigando las asimetrías de información. Se caracterizan por la forma innovadora de operar, ya que lo hacen “online”, utilizando tecnologías que les permiten operar a menores costos y obtener una gran cantidad de datos sobre sus clientes, lo que les garantiza la posibilidad proveer productos y/o servicios financieros personalizados.
Las fintechs se especializan en una gama heterogénea de productos y servicios. Al estudiarlas, normalmente las clasificamos en tres grupos, dependiendo de su giro: fintechs que se dedican al financiamiento; las que fungen como medios de pago; aquellas que, a través de medios digitales y robots, administran activos; y finalmente, existe un grupo diverso de fintechs dedicadas a los seguros (insurtech) y a la regulación (regtech).
Diversos factores han determinado el surgimiento de estas innovaciones financieras, algunos tienen que ver con el capital de riesgo que existe en un país para ponerlas en marcha; otros están relacionados con la infraestructura tecnológica de las diferentes economías, es decir, el acceso a internet, la banda ancha, etc.; y otros, pertenecen al avance del marco regulatorio y la delimitación operacional que este ofrece.
También se han estudiado los factores humanos y su impacto en la formación de dichas startups. Destacan factores como el nivel de conocimiento financiero de los ciudadanos, sus habilidades tecnológicas, nivel de educación que poseen, así como las redes de contactos que pueden disparar el crecimiento de estas innovaciones financieras.
Echando un vistazo a lo que distintas economías del mundo piensan acerca de este surgimiento, se identifican diferentes reacciones: algunas las piden a gritos, mientras otras las tienen que limitar para que no se salgan de control; otras trabajan en regulaciones laxas que fomenten su crecimiento; mientras que un grupo importante en economías emergentes, luchan con las autoridades para que se atrevan a mirarlas y considerarlas dentro de sus planes de política pública.
Lo que es un hecho, es que llegaron para quedarse, y aparecen de manera acelerada y apresurada, sobre todo en estos momentos en los que se resienten las consecuencias económicas derivadas tanto de la pandemia, como del contexto político-económico actual: cadenas productivas truncadas, inflación sin control, mercados volátiles, entre otros.
De acuerdo al último Radar de Finnovista[1], en 2021 se identificaron 512 startups fintechs mexicanas operando en el país. El crecimiento contra el año anterior fue del 16%. Los segmentos que más crecieron, en cuanto a número de nuevas empresas, fueron el de Préstamos y la Banca Digital. Ésta última creció debido a que varias carteras móviles y firmas de préstamos se transformaron en bancos dando un salto a este segmento.
Sin embargo, el ecosistema mexicano de fintechs se integra con el segmento de préstamos a la cabeza (21%); seguido del de pagos y remesas (18%); empresas de tecnología para instituciones financieras (14%); gestión de finanzas empresariales (11%); y con una banca digital que hasta el momento representa un 5% del total, pero con un crecimiento prometedor.
Volviendo a Schumpeter, el estallido de las fintechs en el mundo tuvo el poder disruptivo de crear destruyendo, y si acaso, invadiendo el dominio de las instituciones financieras tradicionales. Definitivamente no llegan para desplazarlas, sólo las tomaron por sorpresa, empero, han logrado hacer sinergias que al final disparan beneficios para los usuarios del sector financiero.