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    Categorías: Opinión

¿Las ciudades del futuro son verticales u horizontales?

Foto: Pexels

Todo depende de qué haya estudiado -si realmente lo hizo- la persona (ese fulanito o fulanita) a quien hagamos tan interesante pregunta. Quisiera poder decir que la respuesta a un asunto tan trascendente va ser científica en todo momento, pero hay muy poca gente en nuestro país que se plantee este tipo de problemas de manera verdaderamente científica, incluso al interior de las universidades privadas o públicas. Estas últimas -hay que recordarlo- están demasiado distraídas con la ideología de género y el activismo por todos-los-derechos-ninguna de-las-responsabilidades, como para prestar atención a los temas trascendentales de nuestro tiempo.

En los hechos, es más probable encontrarnos con gente que se plantee la pregunta de nuestro tema de hoy en términos de «¿cómo me va a convenir a mí que sea el futuro de las ciudades, vertical u horizontal?» Y entonces, fulanito de tal, número de serie #666, mejor se pondrá a pensar en cómo quedará bien con su cartera de clientes mediante la business-verborrea de siempre, o bien, andará pensando en su cómo agradará al jefe quien tendrá gente monitoreando el programa de radio en el que fulanito #666 abordará nuestra pregunta, o de la columna que escribirá esta semana sobre ese mismo tema, etcétera. En una palabra: pura gente libre pensadora y con carácter, dando respuesta a las preguntas que nos importan (if you know what I mean).

Por lo tanto, amigo universitario, hay que estar muy a las vivas con las preguntas que hacemos, a quién se las hacemos, qué respuestas nos dan, y por qué nos dan esas respuestas y no otras, si no queremos acabar sepultados en la ignorancia y la equivocación.

Tales respuestas (las de fulanito #666) no lo olvides, van a depender del tipo de conflictos de interés que fulanito #666 tenga. Si hacemos preguntas como ¿las ciudades sostenibles del futuro son verticales u horizontales?, ¿crecen hacia arriba con rascacielos u horizontalmente hacia los lados?, ¿son de alta densidad o de baja? ¿buscan ser autónomas o no?

Si hacemos este tipo de preguntas a un economista, un ingeniero civil, o un contador, es probable que ambos piensen de inmediato en términos del valor agregado por metro cuadrado de superficie urbana. Y entonces -sin decirnos- convertirán nuestra pregunta en otra más de su antojo: ¿qué me convendría más a mí hacer con ese predio si fuera mío o de la compañía en donde trabajo, un parque lleno de pasto y árboles…o una franquicia de Oxxo?  y entonces su respuesta será probablemente ¿y por qué no mejor desarrollamos una torre de oficinas con un centro comercial en la planta baja?

Para alguien que piensa en nuestra pregunta inicial en función de una premisa como «el valor agregado por metro cuadrado de superficie», lo lógico será que las ciudades sean verticales. Pero, pon atención: esa premisa nunca nos la comunican. En un abrir y cerrar de ojos, nuestra interesante pregunta «¿las ciudades del futuro son verticales u horizontales?» ha sido de pronto convertida en otra pregunta muy distinta (una muy egoísta, rapaz y estúpida): ¿qué me conviene más a mí, una ciudad en donde el metro cuadrado sea caro o barato? Su veredicto «experto» y final respecto a nuestra pregunta es el siguiente: en las ciudades del futuro el metro cuadrado es caro y crecen verticalmente. Luego a eso falsamente le llaman cosas como «futuro urbano sostenible», hacen planes de inversión y lo gritan a los cuatro vientos.

Describo todo este escenario de conversación hipotética con un hipotético «experto» porque nos ayuda a comprender el porqué del paisaje urbano en zonas metropolitanas como la CDMX, Guadalajara y Monterrey, e incluso nos ayuda a entender qué está pasando en ciudades medias como Querétaro o León (Guanajuato), que también aspiran a crecer verticalmente: ciudades que sencillamente no se explican sin el criterio supremo (supremamente tercermundista) del valor agregado por metro cuadrado de superficie, cueste lo que cueste, paradójicamente.

Esos edenes hermosos, esos parques públicos en donde la gente retoza como conejitos juguetones y alegres, en ciudades británicas, danesas, francesas, son producto de al menos dos cosas: aristocracias residuales y gobiernos que en su momento -ya entrado el siglo XX y XXI- decidieron mantener como «patrimonio histórico, biológico y de belleza natural» todos aquellos terrenos de caza y para esparcimiento de su majestad y de la nobleza de otros tiempos, – noblesse oblige, en combinación con programas estatales de manutención del espacio público para la salud y dignidad física y mental de todos los habitantes de la comarca. Tomar nota.

Realidades europeas muy lejanas de la extraordinariamente vulgar y de mal gusto premisa del «valor agregado por metro cuadrado de superficie urbana, cueste lo que cueste» que utilizan las élites mexicanas inmobiliarias que deciden los futuros de nuestros espacios urbanos, tan corrompidos y al mismo tiempo tan nuestros y tan ajenos a nosotros.

Es una tragedia que la izquierda mexicana, que en estos momentos abandera la causa legítima de «la fuerza del estado» (fuerza que la derecha tercermundista de nuestro país aparentemente nunca ha estado en posibilidades de realmente comprender) se haya dejado secuestrar -precisamente en estos momentos y a nivel mundial, no solo en nuestro país- por la ideología de género, cuyo modus operandi consiste en utilizar el poder sexual y reproductivo de la mujer para corromper al hombre y corromper luego todo, desde la identidad humana hasta la identidad urbana.

 

andresbucio.com
andresbucio@protonmail.com 

 

 

*La opinión del autor es personal y no necesariamente representa la de este medio.

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Andrés Bucio: Filósofo de la ciencia, la tecnología, la energía y la naturaleza. Dr. en Ciencias Ambientales (PhD, Economía ambiental y para la sostenibilidad) por la Universidad de East Anglia (UEA) Reino Unido.

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