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    Categorías: Opinión

La política exterior feminista en América Latina: retos y avances

Foto: unsplash

Suecia (2014)[1], Canadá (2017), Francia (2019), México (2020), España (2021), Luxemburgo (2021), Alemania (2021) y Chile (2023) son países que han adoptado una Política Exterior Feminista (PEF), misma que es variada en su concepción y aplicación. Esto sucede porque, en consonancia con la heterogeneidad del feminismo como teoría y movimiento social, no hay una única definición del feminismo en política exterior.

A pesar de ello, podemos establecer que una PEF es aquella que incluye no solo a mujeres, sino a grupos sociales tradicionalmente excluidos, en la toma de decisiones y, simultáneamente, concibe a la política exterior de manera integral: reconociendo que ésta va más allá del ámbito de la seguridad nacional e integrando una perspectiva de género en su quehacer, con el fin de renegociar y desafiar las jerarquías de poder en las políticas e instituciones.

En consecuencia, los países que adoptan una PEF buscan una mayor igualdad en la composición de sus cancillerías, establecen protocolos con sensibilidad de género y buscan materializar políticas que aboguen por la igualdad a través de la cooperación internacional y el diálogo constante. Sin embargo, al ser la PEF una política gubernamental, no atiende completamente las preocupaciones y demandas que emanan desde sectores relevantes, como los movimientos sociales.

Si bien es un gran paso declarar que la política exterior de un país es feminista, es necesario crear estrategias que aterricen dicha política a nivel doméstico para que haya congruencia con los objetivos de la PEF en ambos niveles. Este es el gran reto que enfrenta Latinoamérica, en donde, según BID[2], las mujeres siguen teniendo un 30% menos de probabilidades que los hombres de tener un empleo, y una mayor probabilidad de ser pobres.

Para el caso de México, las estadísticas revelan que hay un largo camino que recorrer, puesto que la ocurrencia de feminicidios y otros delitos ligados a la violencia de género se mantiene en cifras altas. Esto, acompañado de problemas como el narcotráfico, desempleo y migración irregular, genera una contradicción entre posicionar una PEF y las condiciones domésticas que las mujeres afrontan.

En el caso de Chile, partiendo del caso de México, se trató de profundizar la PEF a través de un mayor incentivo hacia programas sociales y públicos que ataquen las desigualdades estructurales de género. Todo ello acompañado de una reestructuración de la Cancillería y el acompañamiento de instituciones clave para lograr la transversalización de la PEF.

Con base en las experiencias de México y Chile, se espera que haya una especie de efecto contagio en la región. De hecho, Colombia ya está dando los primeros pasos para formular su PEF. Para ello, está tomando como base su propia experiencia en el proceso de paz con las FARC, en donde hubo un énfasis marcado en la aplicación del enfoque de género en todos los procesos, incluyendo el reconocimiento del efecto diferenciado de la guerra en las mujeres y grupos de la comunidad LGTBIQ+.

Es importante considerar que el posicionamiento de la PEF en el ámbito internacional es una gran oportunidad para América Latina de marcar la agenda política y expandir su poder blando, siempre y cuando este esfuerzo venga acompañado de un cambio de políticas a nivel doméstico que se refleje no solamente en el número de mujeres ocupando puestos de poder, sino también en su capacidad de incidencia.

Conciliar estas aparentes contradicciones a nivel nacional e internacional es fundamental para América Latina, una región heterogénea que enfrenta distintos grados de desigualdad de género. Para seguir avanzando, será necesario contar con la participación de todos los sectores: academia, gobierno y, sobre todo, grupos de la sociedad civil y movimientos sociales.

Establecer una PEF es muy importante ya que permite abrir la caja de pandora de la política, reconociendo que el sistema internacional tiene una multiplicidad de actores y perspectivas que necesitan ser incluidas en la agenda. Esta podría ser la pauta para que América Latina y el Sur Global lideren la agenda feminista en las relaciones internacionales.

 

 

 

[1] Suecia abandonó su PEF en 2022.

[2] Bando, R.; Berlinski y Carrasco, J. (2019, septiembre 13). Desigualdad de género en América Latina: Un largo camino por recorrer. Ideas que Cuentan. https://blogs.iadb.org/ideas-que-cuentan/es/desigualdad-de-genero-en-america-latina-un-largo-camino-por-recorrer/

Alexandra Jima-González: Profesora en la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey en Puebla. Ha colaborado con UNICEF, Australian Research Council y GIZ. Su investigación ha sido publicada en revistas indexadas como Latin American Research Review, Latin American Perspectives, entre otras.

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