En una primera parte hablamos sobre el tema y en esta segunda entrega continuamos…
Es el caso de un curso de costura en sectores de población indígena, donde el foco está en la adquisición de destrezas en la costura, sin atender posibles intereses de las estudiantes en los campos de emprendimiento, diseño, cursos complementarios como corte y confección, por señalar algunos. Un escenario diferente se presenta con un curso de mecatrónica que busca generar articulaciones con CT que le permitan fortalecer las prácticas de las y los estudiantes.
Asimismo, los cursos de elaboración de conservas se fortalecen cuando hay un plan de acompañamiento docente que permita a las y los estudiantes mercantilizar sus productos (estudio del mercado, diseño de producto, asistencia a ferias, etc.) Esta orientación permite que los cursos tengan una mayor posibilidad de incidir en el mejoramiento de las condiciones de vida de este grupo de población.
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Con los y las jóvenes es similar, básicamente cuando la meta es proporcionar un programa de formación que prepare a los y las estudiantes para un mejor acceso al mundo del trabajo. No basta pues con una capacitación técnica puntual, se precisa más bien de un abordaje integral que incorpore estancias laborales, que provea de competencias digitales, que compense déficits en educación básica, que brinde herramientas para el desarrollo de micro emprendimientos, que apoye el desarrollo de habilidades socioemocionales, entre otras.
La calidad de un programa de FT tiene que ver con la integralidad como componente central de la malla curricular. En ese sentido, igualmente importante procurar que en el proceso de capacitación se contemple el acompañamiento de los y las estudiantes a lo largo del curso. Esta medida resulta muy importante ante jóvenes que presentan problemáticas severas en contextos marginales (en términos de identidad, sociabilidad, delineación de horizontes, etc.).
La investigación ha sido muy elocuente respecto de lo crucial que resulta un acompañamiento empático y personalizado, que ayude a que los y las jóvenes puedan ir sorteando los procesos propios que conlleva un programa de capacitación.
La calidad de la FT en sectores desfavorecidos, tiene que ver fundamentalmente con la relevancia y pertinencia de los programas en sus contextos y con la respuesta a los intereses de la población. Esto habla de la flexibilidad que deben tener los programas de capacitación para modificar sus programas en el terreno curricular, pedagógico, institucional, poblaciones específicas. Es el caso de jóvenes en un poblado marginal de Oaxaca, cuyo interés era formar una banda musical, mujeres en Chiapas interesadas en la costura Ch’ol, jóvenes reos en un Cereso motivados por un curso de administración, o ya bien artesanos de Michoacán necesitados de conocimientos que fortalezcan sus artesanías.
En el caso de los y las jóvenes, los CFT acogen a jóvenes con necesidades y perfiles muy diversos. Entre ellos destacan jóvenes fuera del ámbito educativo y laboral, jóvenes indígenas, madres solteras, estudiantes de bachillerato, jóvenes con capacidades diferentes, jóvenes universitarios que provienen de sectores vulnerables, jóvenes de comunidades aisladas, jóvenes recluidos en CERESOS, entre otros. Esta diversidad de poblaciones demanda necesariamente generar diferentes estrategias que permitan responder a sus necesidades e inquietudes.
En el ámbito curricular, cabe también la modificación/adecuación de los programas con miras a un mejor desarrollo del taller. El éxito de un taller de corte y confección en Guanajuato se debe a los arreglos que realizó la docente, tanto en los contenidos como en la dinámica del taller. Ello incidió en la ampliación de la matrícula y en los logros del taller. Lo mismo ocurrió en un taller de costura destinado a mujeres indígenas con bajo nivel en el manejo del español.
En este caso, el cambio de estrategias de enseñanza fue la clave para enfrentar los retos que implica trabajar con población indígena. En el ámbito curricular destaca también la propuesta de cursos multifuncionales, donde la especialidad se ve enriquecida por conocimientos y habilidades que refuerzan el ejercicio de la especialidad. Vaya como ejemplo un curso de secretariado que se enriquece con otros contenidos, tales como: idioma, manejo de paquete Office, taquigrafía, arreglo personal y redacción.
En los últimos años se ha dado impulso al desarrollo de habilidades socio emocionales. Esta estrategia ha sido tomada por algunos CT, tanto como parte de la malla curricular de los bachilleratos, como en los vínculos que se desarrollan con centros de capacitación de alto nivel. La idea es que los jóvenes salgan mejor formados en habilidades que han sido consideradas claves en un programa de capacitación y que son muy valoradas en el mundo del trabajo. Tener o no tener este tipo de habilidades marca un contraste importante en términos de calidad en la FT.
La formación en microemprendimientos, como un eje transversal de las diferentes especialidades que se imparten, ha sido una demanda desde hace muchos años. La inclusión de este componente curricular ha permitido dar cauce a diferentes escenarios de pequeños emprendimientos que se derivan de haber cursado sus especialidades. Las experiencias van desde las más pequeñas (conservación de frutas, repostería) hasta una fábrica de confección de zapatos y/o el desarrollo de talleres de costura. Un programa social emprendido en el estado de Campeche por el ICATCAM, partía como premisa de que los y las estudiantes contaran con este tipo de herramientas para desarrollar micro emprendimientos en el momento que lo consideraran.
Finalmente, las estrategias de vinculación son consideradas claves para el desarrollo y ampliación de los diferentes programas. Comenta el director de un plantel en el Estado de Guanajuato: “Solo hace falta investigar qué dependencia puede darle valor agregado a los servicios que ofrecemos y gestionar su apoyo”. El desarrollo de vínculos institucionales genera auténticos plus que llevan a que la experiencia de FT tenga mayores posibilidades de incidir en otros ámbitos y ofrezca un servicio de mayor calidad. Ejemplos relevantes son el vínculo que se desarrolló entre un CT y el programa ‘Desafío’ (Modelo de formación juvenil), que desde el 2011 ha ampliado las oportunidades de movilidad social, empleabilidad y autodesarrollo de jóvenes), lo mismo que la articulación de un CT con Toyota.
En ambos casos, la experiencia de capacitación se ve enriquecida con la promoción de HSE, las posibilidades de participar en una estancia laboral, el acceso a capacitación técnica de alto nivel y el acompañamiento a los y las estudiantes a lo largo del proceso de capacitación. En ambos casos destacan los esfuerzos de vinculación con necesidades de formación que son demandadas por diferentes actores regionales.
Como una forma de concluir, es importante subrayar la importancia y relevancia que adquiere la capacitación técnica que se ofrece a través de los CECATI y los ICAT, como una modalidad de formación para el trabajo que puede contribuir a que amplios sectores de la población cuenten con mejores conocimientos y herramientas para insertarse en el mundo del trabajo. Es preciso dotar de mayor calidad a los programas de capacitación que se ofrecen, si lo que se desea es que estos cursos trasciendan la mera capacitación técnica e incidan efectivamente, sea en la continuación de estudios, sea en una mejor inserción al mundo del trabajo.
Dado que estos programas están orientados en su mayoría a la población que vive en sectores vulnerables y que forma parte del rezago educativo, es imprescindible el diseño de programas de capacitación técnica integrales que permitan a la población acceder a espacios, tanto de desarrollo personal como comunitarios.
Hay programas de FT desarrollados por los CECATI e ICAT, que aportan lecciones importantes en este sentido. Constituyen posibles nuevos caminos para brindar una capacitación técnica que incida y responda a las necesidades e intereses de estas poblaciones que han quedado fuera del sistema educativo y que ven en estas opciones de formación una segunda oportunidad que les permita continuar con sus estudios, o ya bien formarse en herramientas que les puedan permitir mejores inserciones en el mundo del trabajo.
Es necesario dejar atrás letargos e inercias que impiden que la capacitación trascienda en el desarrollo de mejores oportunidades para estos segmentos de la población. Abogar por la calidad en el ámbito de la educación no formal es tan relevante, o más, que abogar por la calidad en el sistema educativo formal. Hoy en día resulta una tarea impostergable, una deuda pendiente de ya larga data. Este texto es de alguna manera un llamado a la acción, frente a posiciones que sostienen una concepción marginal de la capacitación. con poca incidencia en la mejora de los itinerarios educativos y laborales de estos sectores de la población.
*El texto refleja la opinión del autor y no necesariamente la de este medio de comunicación.
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