En unos días, las elecciones presidenciales en Estados Unidos definirán el futuro de ese país y también de la relación bilateral más importante para México. Comercio, migración y seguridad son los temas que están en el centro del debate; nuestro país debe prepararse para una nueva etapa de relaciones con su vecino del norte, cualquiera sea el resultado.
Históricamente, el comercio ha sido una columna vertebral de la relación entre ambas naciones. Por medio del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), ambos países han establecido una beneficiosa interdependencia económica.
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Sin embargo, las posturas de los candidatos sobre este tema sugieren enfoques muy distintos. Mientras uno podría optar por fortalecer el comercio interregional y reducir las barreras arancelarias, el otro muestra una preferencia por políticas proteccionistas, lo cual podría desestabilizar la inversión y el empleo en sectores clave de la economía mexicana.
En cuanto a migración, México enfrenta una presión significativa como territorio de tránsito y origen. Las posturas de los candidatos varían ampliamente, desde enfoques de mayor cooperación hasta el desarrollo de políticas migratorias conjuntas, pasando por propuestas que contemplan muros físicos y virtuales.
Uno de los candidatos ha prometido la regularización de ciertos grupos migrantes, lo que beneficiaría a miles de mexicanos y sus familias. Su oponente, en cambio, defiende una política de restricciones, con medidas que impactarían el flujo migratorio y la dinámica laboral en ambos lados de la frontera.
Esto es vital, pues además de que hay millones de mexicanos que viven y trabajan en ese país, hay regiones clave en México que dependen de las remesas.
Finalmente, la seguridad también es un tema crítico, por lo tanto la cooperación en inteligencia y combate al crimen organizado serán un aspecto crucial. La postura de los candidatos en este tema podría influir en la continuidad de programas bilaterales que, aunque controvertidos, han sido importantes para enfrentar retos conjuntos.
La incertidumbre de un posible cambio abrupto preocupa pues si el tono y las políticas se vuelven unilaterales o punitivas, las tensiones podrían escalar, afectando la colaboración en otras áreas.
Para México, esta elección no es solo sobre quién ocupe la Casa Blanca, es sobre la configuración de las dinámicas de cooperación en los próximos años. La postura del próximo presidente estadounidense determinará si avanzamos hacia una relación de entendimiento mutuo o si nos enfrentamos a desafíos adicionales en una región marcada por la polarización política y los desafíos económicos.
*El texto refleja la opinión del autor y no necesariamente la de este medio de comunicación.