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    Categorías: Opinión

Desafiando el Reloj: La Paradoja del Tiempo en la Era de la Inteligencia Artificial (parte 3)

Foto: Pixabay

Vaya lío el de la inteligencia artificial y nuestros ritmos de trabajo. He sido testigo de que, nos ahorra tiempo; pero paradójicamente, ese ahorro lo gastamos en más trabajo. Y claro: el sujeto queda en una falta tremenda. Pues ahora siente que trabaja más y rinde menos. O como decía J. Baudrillar, convertimos a la tecnología (un increíble aliado) en un Frankestein que se vuelve en nuestra contra.

Veamos esta aparente contradicción: 

Por un lado, observamos un incremento en el sufrimiento e insomnio en quienes usan IA: “Un nuevo estudio encuentra que las personas que trabajan con sistemas de inteligencia artificial (IA) pueden sentirse solas, sufrir de insomnio y beber más después del trabajo. En el estudio, que aparece en la edición en línea del 12 de junio de la revista Journal of Applied Psychology, los investigadores anotaron que estos hallazgos no prueban que trabajar con sistemas de IA provoque soledad u otras respuestas, solo que están asociados (…) también hay algunos peligros inexplorados, incluidos los impactos mentales y físicos potencialmente dañinos para los empleados», dijo el investigador principal, Pok Man Tang, profesor asistente de administración en la Universidad de Georgia” (Infosalus, 2023, s.p.). 

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Por lo que nos preguntamos: ¿Cuáles son los beneficios de la IA? ¿Y los riesgos? ¿Qué pasa con el sujeto con relación a la inteligencia artificial? ¿Hay repercusiones en su salud? ¿Y en sus emociones? Por supuesto, las respuestas serán multifactoriales. Diríamos psicoanalíticamente que el significante no es el significante, sino lo que hay alrededor del mismo. En consecuencia, la IA se tiene que explorar con todos los significantes convergentes: trabajo, ritmo de vida, sistema socio político, etc. 

Aunque por otro lado, hay un aparente aumento de productividad: “Un reciente estudio demostró que la IA generativa aumenta la productividad de los trabajadores, especialmente de los menos calificados.Nuestros hallazgos generales demuestran que la IA generativa puede tener un impacto positivo significativo en la productividad y la retención de los trabajadores individuales”, escribieron Erik Brynjolfsson, Danielle Li, y Lindsey R. Raymond, autores de la investigación” (Business Insider, 2023, s.p.).

Pero entonces: ¿La IA es buena o mala? No hay respuesta general, ni para este ni para otro tema. Es más: la IA no es buena, ni mala. No hay que ser deterministas, ni obtener respuestas tan simplistas. Siempre tenemos que evaluar el caso, contexto y las particularidades de lo que se dice/y quien lo dice. 

Pero algo nos queda aparentemente claro: mientras algunos aumentan su felicidad, otros más se sienten vacíos, y varios ni se han enterado de este proceso (aunque, por supuesto, las brechas persisten, continúan y se acrecientan). 

Y apelando al propio título de esta serie de columnas, en mi caso, la IA me ha ayudado a hacer planeaciones, parrillas de contenido, búsquedas específicas de conceptos y categorías, estados del arte en su primer versión, ejercicios con mis estudiantes. Y sí: experiencialmente puedo atestiguar que me ahorra tiempo. Pero si no soy capaz de gestionar mi ocio (necesario para cualquier humano), puedo abrumarme

Vaya ilusión: aquella de la productividad. Y también esa de culpar por todo a la IA. Espejos de una misma careta. 

Asimismo, sin perdernos en esta discusión, pero como gran contexto, partimos del capitalismo cognitivo (CC). Recordemos que éste, según Enciso y Ramírez (2022) en su artículo Capitalismo cognitivo y estrés laboral: la salud en las universidades hidalguenses, aducen que el CC: es un término que se utiliza para describir una economía en la que el conocimiento y la creatividad son los principales impulsores de la producción económica. Este término se utiliza para describir el cambio de una economía basada en la producción física a una economía basada en la producción de ideas, innovación y conocimiento.

En el capitalismo cognitivo, el valor se crea a través de la producción y gestión de conocimientos y de la capacidad de innovar. Las universidades, los centros de investigación y desarrollo, y las empresas de tecnología son a menudo vistos como los principales actores en este tipo de economía. Sin embargo, también se ha argumentado que el capitalismo cognitivo puede conducir a nuevas formas de desigualdad y explotación.

Claro: hay una relación entre la IA y el sistema económico que sigue imperando actualmente. Debe recordarse, tal como asevera Correa (2012): “los autores del capitalismo cognitivo sostienen junto con Hardt y Negri, que el trabajo inmaterial y, consecuentemente, las mercancías cognitivas, son las hegemónicas en la etapa actual del capitalismo” (p. 11).  Y nada más inmaterial que la IA, que por cierto, como leímos, acelera procesos productivos e incluso es capaz de inspirar crisis existenciales en sujetos diversos. 

Porque vayamos al fondo: la IA tiene tras de sí una fuerte mezcla con el capitalismo. Producimos más, pero ¿a quién beneficia esto? ¿Al gran capital? ¿A oligopolios comunicativos? Al tiempo que, como ya mencionamos en otras columnas, sí están desapareciendo empleos. De acuerdo con Diario AS, “la IA afectará, en un futuro próximo, al 80% de los empleos. De esta cantidad, un 10% supondrá el reemplazo de la labor en su totalidad; mientras que en un 19% realizará la mitad de las tareas. Estos porcentajes son fruto del análisis de 2.807 procesos de trabajo por parte de OpenAi, que se ha apoyado en la base de datos O*NET 27.2 para la recopilación de los mismos” (s.p). 

Ahora, estamos en posibilidades de volver a leer el manifiesto de Unabomber (por cierto, muy reprobable las acciones que tomó, pero significativo para discutirse en sus ideas) y nos preguntamos sobre la visión que tuvo sobre este tipo de sociedad tecnológica hace más de dos décadas. 

Recordemos que Unabomber argumentó en su manifiesto que la revolución industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana. Consideró que la sociedad moderna ha forzado a las personas a vivir de manera artificial y alienada, alejándose de una vida más auténtica y en armonía con la naturaleza (BBC, 2017, s.p.). Además del control, vigilancia y deshumanización que venía incluido en su análisis. 

¿Estamos cada día más deshumanizados y alienados? Para pensarse en cada caso, subjetividad y contexto. Pero en todo caso, en la próxima columna planteamos a la agencia como una posible salida a esta aparente crisis. 

Pero vayamos a ejemplos: para esta columna utilicé Perplexity, IA que ayuda a identificar información validada periodística o académicamente. Lo que me hubiera costado más tiempo buscar en diversas bases de datos, ahora se concentra en dicha aplicación. Luego voy a Chat GPT con su plugin de Ask.PDF, para hacer preguntas específicas que necesito. Finalmente, verifico la información y escribo. Si calculo el tiempo, lo que me hubiera llevado 1 hora, se reduce a 20 minutos, ¿y con los otros 40 minutos que se hace? ¿qué hago?

Empero, como profesor de asignatura de diversas universidades, en vacaciones hago planeaciones, exámenes extraordinarios, capacitaciones, etc. Estoy seguro que no soy el único. Hay más académicos en esta situación. Afortunadamente, hay estudios que explican esto. 

Siguiendo de nuevo a Enciso y Ramírez (2022): el estrés laboral puede ser notable al realizar tareas administrativas, como registrar horas de trabajo varias veces al día, y al experimentar ansiedad por tener que desplazarse rápidamente de un lugar a otro. Incluso, los docentes universitarios pueden estar sufriendo de alienación y estrés laboral en el contexto del capitalismo cognitivo. Se encontró que hay una serie de condiciones institucionales y sociales que no sólo muestran la experiencia del estrés en los trabajadores, sino que también indican daños constantes a la salud

Por supuesto, no nos gusta quedarnos en posición sufriente, por lo cual nuestra solución, a diferencia del ya referido Unabomber no es acabar con la tecnología. Pero sí, emplearla disruptiva, humana y críticamente; para fines culturales, académicos, ligados a movimientos y causas sociales. Pero sobre eso, hablaremos en otra columna posterior.  

Por lo que, derivado de dicho planteamiento sostengo que la IA nos enfrenta a otro espejo más: uno ontológico en donde nuestra subjetividad y deseo se pone a prueba. ¿A qué me sujeto con el apoyo de la IA? ¿Y qué otros deseos se generan en mí? ¿Trabajar más? ¿Gozar del tiempo libre? ¿producir más? ¿generar más plusvalía? ¿prepararme en otros rubros? 

Las respuestas son diversas, divergentes y contingentes. Finalmente, invito a que los 3 lectores de esta columna se cuestionen qué hacen con el tiempo libre que nos proporciona la IA. Diría el profesor Benito Echeverría, que hay dos retos pendientes: “saber estar” y “saber ser”.

Porque nosotros, para la próxima pasaremos de este escenario un tanto catastrófico a uno más propositivo, para hablar sobre autonomía y prompts que te ayudarán a hacer frente a la IA.

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Luis Josué Lugo: Luis Josué Lugo Sánchez es Dr. en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM con especializaciones en Comunicación, Big Data y Psicoanálisis. Candidato al Sistema Nacional de Investigadores y consultor para proyectos de innovación educativa.

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