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    Categorías: Opinión

¿Competencia entre universidades?

Foto: Pexels

La competencia de las universidades públicas o privadas ya no es entre ellas mismas.

Hay una serie de nuevos actores que han emergido de los usos que se les puede dar a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que puede resultar más peligrosa si no aprovechamos nuestras diferentes experiencias para enfocarnos en la formación de la juventud.

No es gratuita mi preocupación –y de la Universidad Insurgentes– de centrarnos en la formación de alianzas para mejorar la preparación de nuestros alumnos.

En mayo pasado, acudí al V Encuentro Internacional de Rectores Universia, una iniciativa del Banco Santander, donde asistimos representantes de casi 700 universidades de más de 14 países.

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La intención fue discutir el papel de las instituciones de estudio superior como motor del desarrollo social y económico más sostenible.

La invitación es un reconocimiento a ese esfuerzo de intentar actualizarnos y darle la mejor educación a nuestros alumnos a uno de los costos más accesibles del mercado.

Antes del viaje, tuve la oportunidad de platicar con Arturo Cherbowski, director ejecutivo de Santander Universidades y Universia México, sobre el tema de las alianzas. https://streamyard.com/jvjpee5qh5up

Coincidimos en lo relevante que resulta para estas instituciones el no tratar de competir, sino de compartir experiencia y recursos, no sólo con otras universidades, sino también con los nuevos actores del sector educativo que pueden resultar de gran ayuda para la formación de los ciudadanos y profesionales del futuro.

Estamos hablando de los gigantes tecnológicos y del entretenimiento que, en estos aceleradísimos tiempos de cambio, nos llevan más de 15 años de ventaja, lo cual hoy en día es un abismo.

¿Cómo las universidades, que muchas se han mantenido casi bajo el mismo modelo en los últimos 500 años, podemos unirnos en el campo de la educación a esta disrupción?, la única manera es compartiendo todo aquello que le brinde a nuestros alumnos una mejor formación.

Cherbowski advierte que aquel viejo modelo en que los estudiantes venían a las escuelas a hacerse de una profesión para nunca más pisar una escuela, quedaron atrás.

Ahora las universidades debemos estar listas para recibir a personas de diferentes edades, preparación, grupos sociales y metas personales para prepararse para desempeñar tareas que las profesiones de hoy demandan. Es lo que estamos haciendo.

El mundo está cambiando y viene la revolución de la inteligencia artificial (IA) y las personas tendrán que adaptarse a desempeñar de nuevas formas su vocación.

“Hace 30 o 20 años en México, el mercado demandaba ingenieros; luego “stem” (especialistas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas); recientemente, gente que sepa de códigos y datos, pero ahora, esto es lo que hace mejor la inteligencia artificial”, advierte Arturo.

Las competencias del futuro son más humanistas, como la colaboración, la empatía, el discernimiento, la capacidad de identificar la información verídica y a una velocidad vertiginosa, para lo cual los modelos educativos requieren mayor flexibilidad.

Necesitamos algo que deberíamos llamar educación para toda la vida, en la que las personas puedan entrar una y otra vez en las universidades para adquirir las competencias que su realidad le demanda.

Pero bajo esta celeridad, no hay universidad, por más prestigiosa que haya sido en su historia, que pueda ser buena en todo.

Necesita aliarse con los gigantes tecnológicos, como con instituciones educativas de todos los tamaños, donde podamos compartir experiencias, conocimiento, modelos, contenidos o hasta alumnos y maestros. En esas andamos.

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Ricardo Phillips: Operating Partner Linzor Capital & CEO de Universidad Insurgentes

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