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    Categorías: Opinión

Balance educativo de la 4T ¿primero los pobres?

Foto: Pexels

El gobierno federal recién concluido tiene cuentas muy limitadas que reportar en materia educativa. Lo primero que hay que señalar es que, contrario a lo que se hubiera esperado de un gobierno autonombrado de izquierda, lamentablemente la educación no fue un tema prioritario durante la 4T, tal como sí lo fueron la ampliación de apoyos sociales y ciertos proyectos de infraestructura.

Las acciones educativas más relevantes durante el sexenio 2018- 2024 se concentraron en los siguientes aspectos: ampliar la cobertura de becas para el estudiantado de planteles públicos; mejorar las relaciones gobierno – profesorado, a partir de la derogación de la evaluación de desempeño docente; atender la lamentable infraestructura de los planteles educativos, a través del programa La Escuela es Nuestra y cambiar el modelo educativo implementado la llamada Nueva Escuela Mexicana.

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Estas acciones se vieron opacadas por los temas que no fueron atendidos o que sufrieron claros retrocesos durante el gobierno de AMLO, entre los que podemos identificar los siguientes. Primero, la eliminación del programa más exitoso del gobierno de Peña Nieto, llamado Escuelas de Tiempo Completo.

A través de este programa se dotaba de alimentación al alumnado de miles de escuelas, además de ampliar la jornada escolar y se apoyaba a través de estímulos salariales al profesorado que colaboraba en estas acciones.  A pesar de existir evidencias de que el proporcionar alimentación digna en las escuelas es un factor fundamental para atender temas de desnutrición y mal nutrición del alumnado en situación de pobreza, las Escuelas de Tiempo Completo desparecieron, sin argumentos técnicos que avalasen tal decisión.

En segundo lugar, si bien el proporcionar mayor cantidad de becas podría favorecer el acceso y permanencia del estudiantado en las escuelas, los alumnos continuaron asistiendo a los mismos planteles educativos. Es decir, no se implementaron programas específicos para fortalecer la oferta dirigida a las poblaciones históricamente vulneradas a sus derechos educativos.

Nos referimos a los habitantes de los territorios rurales; a los pueblos originarios que radican en zonas rurales y urbanas; a las poblaciones con necesidades educativas especiales; a las juventudes privadas de su libertad, a los niños hospitalizados; a las poblaciones en situación de calle; a los migrantes nacionales e internacionales, sea cual fuese su condición migratoria; a las juventudes y adultos analfabetas o quienes no culminaron sus estudios de nivel básico, entre muchos otros.

Fue lamentable que en un gobierno que proclamó que atendería de manera prioritaria a las poblaciones marginadas y en situación de pobreza, en materia educativa precisamente tales poblaciones fueron olvidadas, tal como ha ocurrido con otros gobiernos desde hace décadas.

En tercer lugar, en un país donde el apoyo a la ciencia ha sido muy limitado, durante seis años fuimos testigos del desmantelamiento de las pocas acciones gubernamentales que existían para tal fin. Comenzamos con la desaparición de las becas para estudiar posgrados en otros países, siguiendo con la eliminación de decenas de convocatorias mediante las cuales se podían concursar para obtener fondos para proyectos de investigación; el desvanecimiento de apoyos públicos dirigidos a fortalecer el desarrollo de la ciencia en instituciones universitarias del sector privado y del sector social; y los discursos polarizantes y de descalificaciones sin fundamento por parte de las autoridades de ciencia hacia cualquier opinión que criticara las acciones tomadas.

¿Qué se esperaría de las nuevas autoridades del gobierno de Claudia Sheinbaum? Que entendieran que un modelo por sí mismo (la llamada Nueva Escuela Mexicana) es insuficiente para provocar cambios estructurales en el sistema educativo. Que el país no puede demorar más en desarrollar acciones específicas en materia educativa, incluyendo la dotación de suficientes y crecientes presupuestos, dirigidas a poblaciones vulneradas a su derecho a recibir educación de calidad, pertinente y contextualizada, cerca de sus hogares, vivan donde vivan. En suma, realizar acciones concretas para que pierda sentido la frase que describe actualmente a nuestro sistema educativo: “La educación más pobre para los pobres”.

*El texto refleja la opinión del autor y no necesariamente la de este medio de comunicación.

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Diego Juárez Bolaños: Doctor en Ciencias Sociales en el Área de Estudios Rurales por El Colegio de Michoacán. Realizó el postdoctorado relacionado a temas educativos en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Maestro en Ciencias Sociales, en el Área de Estudios Rurales (Colegio de Michoacán) y Licenciado en Comercio Exterior por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado en diversas instituciones de educación superior en Nuevo León, Jalisco, Ciudad de México, San Luis Potosí y Colombia, además de haber realizado estancias de investigación en universidades de Costa Rica, El Salvador, Cuba, Argentina, Colombia, Chile, Canadá, España y Finlandia. Miembro del SNI (Nivel I) y del Consejo Mexicano de Investigación Educativa. Creó, y es responsable de la Red Temática de Investigación de Educación Rural (RIER). Además, es corresponsable de la Red Iberoamericana de Educación en Territorios Rurales- RIBETER. Sus temas de investigación son la educación rural y el multigrado.

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