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    Categorías: Opinión

Aprender a pedir, reto para el uso de la inteligencia artificial

Foto: pexels

“En la forma de pedir, está el dar”, es un viejo refrán que hoy cobra auge con el uso de la inteligencia artificial y con los objetivos de las instituciones de educación superior.

Generalmente, este dicho se refiere a que da mejores resultados la amabilidad al momento de solicitar un servicio a otra persona.

Es tan importante esa actitud, que el otro día escuché a un joven decir, a manera de broma, que los únicos seres humanos que lograrían sobrevivir a la rebelión de los robots serían aquellos que tienen la sana costumbre de saludar al ChatBPT antes de hacerle una consulta.

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¿Qué te trato de decir?, que el desarrollo del pensamiento crítico –tarea a las que nos dedicamos las universidades– es esencial para sacarle provecho a la inteligencia artificial con eficiencia, aportando a nuestro trabajo y desarrollo profesional.

Es decir, hay que saber pedir la información o la acción, según el robot que se use.

Hace unos días platicamos de este tema con Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de Tecmilenio, quien nos hacía ver de forma positiva el reto que encara hoy la humanidad entera por la integración de la IA a nuestros procesos de vida.

Observábamos el gran temor que existe entre muchos trabajadores, incluso entre estudiantes, sobre si la inteligencia artificial nos va a dejar sin trabajo.

Rosalinda nos llamaba a la calma.

Lo realmente valioso para usar eficientemente la IA es tener un pensamiento crítico para preguntarle o solicitarle al aparato con precisión (la amabilidad no sobra) lo que deseamos.

Es sabido que esta tecnología efectivamente va a sustituir un gran número de puestos de trabajo –se dice que unos 85 millones–, principalmente los más rutinarios, pero va a crear muchos más –se cree que 97 millones.

Lo relevante, nos dice Rosalinda, es generar confianza entre los colaboradores de que la IA la podemos aprovechar a nuestro favor, una tarea que corresponde a empleadores, a los mismos colaboradores y a las universidades y escuelas brindando los conocimientos y capacidad de análisis que permita aprovecharla.

Para poner en operación esta nueva tecnología en las organizaciones debemos verla como un medio, que más que buscar el despido de personal, busca transformar la forma en que producimos y, por supuesto, hacer las cosas mejor.

La IA puede hacer posible un mejor balance de vida entre los colaboradores que deberán concentrarse en actividades que no les roben de manera estresante su atención y tiempo.

También abrirá oportunidades para dejar atrás ese puesto que nos parece aburrido, casi innecesario, y buscar otro que nos resulte más atractivo y de mayor aporte.

Sin embargo, esta circunstancia provoca retos.

El primero es la brecha digital que hay en la población, particularmente en México. No sólo se trata de combatir el analfabetismo digital, sino también ofrecer un mayor acceso a las nuevas tecnologías.

Y la otra, cambiar nuestro “chip” personal de resistencia, por uno más abierto al cambio.

Las personas debemos llevar instalada una mentalidad de crecimiento, estar dispuestos a aprender continuamente, algo que si bien ya hacíamos, hoy se nos exige una mayor velocidad; ello implica aprender a cambiar o aceptar los cambios con rapidez y adaptarnos. Son herramientas que también debemos ofrecer las universidades.

Rosalinda, toda una experta en fomentar el bienestar, no deja de recomendar a las organizaciones el brindar la seguridad psicológica a sus colaboradores.

Esto significa que si las personas están enfrentando estrés por la implementación de las nuevas tecnologías, ellas puedan expresar sin temor sus dudas y solicitar ayuda; que se les dé respuesta; que tengan espacio para equivocarse y que les expliquen todo aquello que no entienden; ofrecerles todas las herramientas que requieren para mejorar, y que no sientan que serán dados de baja.

No debemos olvidar que la IA tiene como fin que los servicios y productos que entreguemos a los clientes tengan la mayor calidad y que el bienestar de las personas, incluyendo el de los colaboradores, sea mejor.

¿Te sientes preparado para hacer preguntas efectivas a la inteligencia artificial?, ¿tus compañeros tienen miedo a lo que trae esta nueva tecnología?, ¿qué estás haciendo para ayudarlos?

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