Nos encontramos en la actualidad inmersos en un mundo en el cuál muchas de nuestras acciones e interacciones diarias las realizamos a través de Internet y muy particularmente, empleando nuestros teléfonos celulares. De esta manera, es habitual poder conectarnos a redes sociales, leer las noticias, realizar compras de todo tipo o solicitar un auto para que nos pueda facilitar nuestros traslados por la ciudad, entre muchas otras tareas y gestiones.
Las redes de comunicaciones móviles han jugado un papel fundamental en la expansión y adopción de esta modalidad de internet, siempre conectados y de amplia aceptación social sin importar edad o género. Las redes móviles llevan con nosotros cerca de medio siglo, desde los primeros sistemas de comunicaciones móviles, de tipo analógico, nacidos fundamentalmente para poder sobrepasar las limitaciones que en algunos lugares del mundo presentaba el despliegue de cables de cobre para poder llevar las líneas telefónicas fijas clásicas.
Aquellas redes, de primera generación, nacen a finales de los años 70 del siglo pasado. A partir de ese momento, dichas redes sufren un proceso continuo de transformación. De esta manera, la segunda generación de telefonía móvil ya es digital extremo a extremo y permite por primera vez conectividad de baja velocidad a Internet. La tercera generación, cuya expansión comienza a principios del Siglo XXI, proporciona posibilidades de transmisión multimedia, como por ejemplo imágenes y videos.
A partir del año 2010, comienza el despliegue de la cuarta generación de telefonía móvil, caracterizada por ser una red que directamente maneja tráfico apto para Internet, permitiendo velocidades más altas de transmisión de datos. Esto coincide además con la explosión de las redes sociales (conocida como la Web 2.0), así como de los smartphones, ambos elementos claves en la gran popularidad y aceptación de la tecnología móvil en nuestra vida diaria.
Actualmente, se encuentra en fase de despliegue la quinta generación de telefonía móvil, también conocida como 5G. Se trata de redes que nos permiten poder enviar mayores cantidades de información (con velocidades de hasta 10 Gbps, adecuadas para poder ver videos de ultra alta definición o poder jugar a juegos interactivos de muy elevada calidad gráfica), tener tiempos de respuesta de la red muy rápidos (de hasta 1 milisegundo, lo que permite el control preciso de drones, robots industriales o cirugía robótica, entre otros), permitir el procesamiento distribuido de información (gracias a la posibilidad de poder computar parte de los datos por ejemplo en las redes de los operadores móviles en vez de nuestros teléfonos) o el empleo de sistemas informáticos virtualizados.
Las propiedades de las redes 5G sin lugar a dudas están permitiendo avances en diferentes campos, como en la implantación de sistemas de fabricación avanzados (conocidos como sistemas de Industria 4.0), sistemas de telemedicina más robustos (permitiendo tanto consultas, diagnósticos como incluso intervenciones remotas), disfrutar de ofertas de entretenimiento más completas (plataformas de visualización de contenidos de alta definición, gaming online, etc.), entre muchas posibilidades.
A pesar de las ventajas que aportan las redes 5G en cuanto a sus prestaciones en términos de velocidad, flexibilidad o tiempo de respuesta, siguen exhibiendo limitaciones para ciertos tipos de servicios. Con esto en mente, ya se está diseñando lo que será la siguiente generación de redes de comunicaciones móviles, que se denominan redes 6G y cuyo despliegue está previsto que pueda comenzar a partir del año 2030.
Estas redes de comunicaciones 6G tienen características revolucionarias si las comparamos con las generaciones de sistemas de comunicaciones móviles previas. Por ejemplo, van a poder ofrecer velocidades de transmisión de información 100 veces mayores que las 5G, con valores en el orden de 1 Tbps. Esto va a permitir la conectividad masiva de dispositivos, así como poder ofrecer servicios como realidad extendida y comunicaciones holográficas, de carácter muy inmersivo y que van a ofrecer experiencias de conectividad nunca vistas.
Otra de las características novedosas de las redes 6G es la posibilidad de poder emplear estas redes tanto para poder enviar información como para poder detectar o sensar elementos en el entorno, en lo que se denominan capacidades de comunicaciones y sensado conjuntas. De esta manera, una conexión móvil que está transmitiendo por ejemplo datos a un vehículo puede de manera simultánea aprovechar esa señal para poder detectar que un peatón está circulando por un paso de peatones (de manera similar a como puede trabajar un radar). De esta manera, la misma red, de manera muy ágil, puede alertar a todos los vehículos del paso de este peatón, evitando accidentes.
El ejemplo anterior se puede extender a otras aplicaciones, como por ejemplo la detección de la respiración de una persona (analizando las variaciones de la señal inalámbrica por el movimiento del pecho al inspirar y expirar aire), la localización de personas y objetos en interiores y exteriores con elevada precisión (por debajo del centímetro de resolución) o el empleo de sensores en nuestros celulares para, de manera no invasiva, detectar el flujo sanguíneo o la presencia de cierto tipo de contaminantes orgánicos (como un resfriado) como inorgánicos (contaminación en el aire).
Las redes de comunicaciones 6G por lo tanto van a suponer un cambio importante tanto en las prestaciones que nos pueden ofrecer, como en la manera en la cual podemos interaccionar tanto con las personas como con el medio que nos rodea.