En previas notas, como profesional me había centrado en buscar transmitir conocimiento por medio de conceptos y herramientas que fungieran un papel clave en lo que existe después de la universidad. Entrevistas de trabajo, currículums, perfiles digitales y estrategias de contenido… La tendencia a centrarnos en el antes y el después es inminente. Nos preocupamos por cómo elegir la universidad, por cómo encontrar trabajo, por cómo establecer nuestro camino profesional. Sin embargo, ¿acaso nos hemos puesto a reflexionar sobre dónde queda el proceso intermedio? ¿El camino del estudio? ¿La vida universitaria?
Considero interesante, pero más que ello, necesario, tomar un respiro del futuro y volver al presente, puesto que me gustaría dejar cinco consejos para aquellos que apenas inician la universidad o que cursan sus primeros semestres; con base, por supuesto, en mi pasado como estudiante de comunicación (aunque mi experiencia sea probablemente válida también para la mayoría de las carreras).
Antes de continuar, es importante destacar que los siguientes consejos pueden ser controversiales dependiendo de la vivencia personal. Tomen de ello lo que necesiten y suelten lo que no aplique bajo su buen juicio.
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Si no te sirve, dedícale solo lo suficiente.
Antes de que esta frase sea tergiversada, no me refiero a dejar de hacer las tareas, los apuntes o los ejercicios; tampoco me refiero a dejar de entregar cosas solo porque la pereza está de intermediaria o porque el tema de estudio es poco interesante. Me refiero, por otro lado, a no emplear tiempo ni recursos extra a deberes que poco o nada van a nutrir nuestro camino profesional e individual.
Pondré un ejemplo.
Para aplicar este consejo, tenemos que contar ya con la certeza de a qué área específica o rama nos vamos a enfocar. A menos de que no contemos con alguna idea fija (totalmente válido), deberíamos saber ya más o menos por dónde irá nuestra vida futura y a qué nos queremos dedicar; o por otro lado, de qué queremos huir (también válido). En mi caso, a partir del segundo semestre ya sabía bastante bien que no estaba interesada en diseño sonoro o producción musical. Eran materias que carecían de chispa para mi futuro, por lo que, habiendo ya probado y entendido por un tiempo considerable de qué iba esta área de comunicación; comencé a orientarme a otras áreas que sí eran de mi interés.
Considero que el truco en este consejo radica en no juzgar anticipadamente a materias que pueden parecer aburridas o sin sentido. Después de todo, nunca sabes si a mitad del curso exista una forma de utilizar ese conocimiento a tu favor; o tal vez, de dedicarte solo a una pequeña parte del área, una que realmente te apasione. En ello radica, claro está, la importancia de haber cursado al menos las bases de la materia y entregar, de manera indispensable, trabajos que cumplan con todos los requisitos impuestos por el profesor o el plan de estudios.
Una vez, con la experiencia y la certeza de que el área no es de nuestro interés, ya no es necesario destinarle recursos extra. En realidad, solo deberíamos estar cumpliendo correctamente con los lineamientos de los proyectos y utilizar los medios y tiempo sobrantes en otras ramas que sí nos nutran profesionalmente y de forma personal. Ojo, nunca dejando de prestar atención a las otras materias, puesto que no se trata de evitar gastar recursos, sino de invertirlos con inteligencia.
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No tengas miedo de priorizar áreas o de especializarte en lo que tú quieras.
Este segundo consejo puede no ser aplicable para todos los modelos de licenciatura. En mi caso, me encontraba con la oportunidad de elegir entre tres opciones durante los últimos semestres de mi carrera. La primera consistía en seleccionar algunas materias independientes fuera o dentro del plan de estudio, mismas que se abrían de forma aleatoria cada semestre y cuyo tema en ocasiones podía favorecer o no la trayectoria profesional. Por ejemplo, en ocasiones se ofrecía “Relaciones Públicas”, pero también podía tocar “Joyería 3”; y aunque nada de malo hay con esta última, si tomamos en cuenta que no estudiamos artes o diseño, el valor de tomar la rama podía quedar por los suelos.
La segunda opción era más común y también la más aventurera, donde tenías oportunidad de buscar un intercambio nacional o internacional para expandir los horizontes. Sin embargo, en aquel entonces la pandemia del COVID atrasó y generó obstáculos impensables para todos los estudiantes que optaron por este formato de semestre.
La última, y personalmente, mi preferida, eran paquetes de materias que especializaban a los alumnos en diversas áreas de comunicación o medios digitales, a través de proyectos planificados con socio formadores que evaluarían nuestro desempeño. En este modelo, las asignaturas compartían temas o ramas para que los equipos pudiesen entregar un solo proyecto final de forma colectiva e interconectada. Básicamente, era un todo o nada que en ocasiones tenía valor de hasta 70% de la calificación final.
El punto de esta explicación es comunicar que oportunidades y opciones, normalmente hay muchas. Como alumnos que tienen la capacidad de decidir lo que buscan y quieren, se debe aprender a priorizar el valor intelectual, vivencias y experiencias antes que el placer, la conveniencia y la comodidad. Y el detalle, claro está, es que cada camino y cada perspectiva será diferente.
Para alguien cuya prioridad es generar networking, trabajar las habilidades blandas y conseguir experiencia internacional, la elección más viable es un intercambio; donde, activamente, busque acomodar su programa de carrera con materias que sirvan para su futuro.
Para alguien que no cuenta con la posibilidad de viajar, y que tal vez todavía no sepa qué quiere hacer después de graduarse, se debe de priorizar la exploración. Esto se traduce a cursar materias que tal vez poco tengan que ver la una con la otra, y enfocarse en buscar proyectos pequeños o medianos sin comprometerse todavía con un área en específico. Es decir, las materias independientes serían la mejor elección para este perfil.
Para alguien que ha identificado lo que le gusta, aunque no necesariamente sepa en qué va a trabajar, y que da más peso a la experiencia profesional que a la social o a la exploración, los paquetes de materias con socio formadores es el camino ideal. En mi caso, tomé el riesgo de tomar todos los semestres especializados que me permitió la carrera; revalidando algunas materias con otros contenidos y saltándome o desechando otros que originalmente estaban en mi plan de estudios. Gracias a ello, aunque la mitad de mi vida universitaria fue distinta a la de mis compañeros, logré salir con cuatro especializaciones profesionales que me permitirían desempeñarme con mayor facilidad en cualquiera de esas áreas. Escritura creativa, Comunicación Organizacional, Redes Sociales y Realidad Virtual.
Aunque da miedo, es inevitable e indispensable que le otorguemos más peso a lo que nosotros buscamos, no a lo que el modelo nos dicta. Sin embargo, y esto es de buen juicio, seamos prudentes al construir nuestro camino sin desechar conocimientos que, de una forma u otra, al final eran importantes para nuestra educación.