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Habilidades blandas, las habilidades del futuro

¿Las universidades enseñan a los estudiantes lo que el mercado laboral requerirá de ellos? Muchos especialistas y empleadores afirman que, en efecto, se puede identificar una brecha o desbalance entre las capacidades que los jóvenes adquieren en la universidad y los requerimientos laborales contemporáneos, por ejemplo las tan populares habilidades blandas.

“Hemos encontrado que empleadores y líderes de negocios, en la actualidad, lamentan la brecha que existe entre lo que los estudiantes aprenden en la universidad y lo que ellos esperan que tengan para integrar la fuerza laboral”, dijo el investigador Tomas Chamorro-Premuzic en el Webinar “Does Higher Education Still Prepare People for Jobs?”

Este fenómeno es internacional. En el citado seminario web (disponible en el sitio en línea de Harvard Business Review), el experto destacó: “…se ha encontrado que es débil la relación entre el nivel de estudios y el desempeño laboral. De igual modo, habría una preferencia del empleador por los niveles de inteligencia del candidato, ya que los grados académicos indican cuánto ha estudiado una persona, pero su desempeño en las pruebas de inteligencia indicaría su habilidad real para razonar, aprender y pensar lógicamente”.

 

Habilidades transversales, importantes para la formación actual

En México, con relación a la preparación para el “trabajo real” que los egresados poseen, Friné López Buentello, consultora con una larga trayectoria en los Recursos Humanos, corporativos comentó: “la tendencia actual es que mucho de lo que se requiere va más allá de la excelencia académica tradicional. Creatividad, pensamiento estratégico, negociación, relaciones interpersonales, etcétera, dominan, en estos días, algunos de los requerimientos más importantes de las empresas”.

La experta agregó: “hay clientes que ya no me piden que busque personas con licenciatura, sino si el candidato posee ciertas capacidades. Por ello, los buscadores de talento, en los últimos años, hemos tenido que modificar la manera de buscar. Muchas universidades, también, ya se encaminan a un ajuste similar en sus programas de estudio. En general, las empresas sí invierten para el desarrollo de aquellas habilidades y competencias, siempre y cuando vean potencial en el empleado”.

Al respecto, en conversación con Generación Universitaria, Jaime Zárate Domínguez, director de la División de Posgrados, Investigación, Educación Continua y a Distancia de la Universidad Intercontinental (UIC), enfatizó los diversos factores que operan sobre la brecha: “Son temas complejos y difíciles. En la actualidad, la distancia que puede haber entre lo que en las universidades enseñamos y lo que las empresas requieren, puede estar en sintonía, si pensamos en lo regional. Pero puede estar alejado si pensamos en lo global. (…) Nuestro reto no es solamente dar soluciones a la sociedad local, sino dar soluciones en el contexto global”.

El también pedagogo dijo que se requiere complementar los conocimientos duros con otro tipo de conocimientos, habilidades y capacidades transversales. “Ejemplos de esto son la flexibilidad y la adaptabilidad, que ayudarán al egresado, entre otras cosas, a adaptarse a los diferentes contextos. Por ello, los modelos académicos actuales ya no se centran tanto en el contenido, sino en este tipo de competencias que se requieren. Otra competencia transversal es la habilidad de comunicación, oral y escrita. Por ejemplo, cuando un arquitecto da una charla de divulgación, no puede utilizar los mismos términos que usa en una reunión con su gremio; entonces, la competencia de comunicación tiene que ver con la intencionalidad en la transmisión del conocimiento propio”, dijo Zárate.

De este modo, dependiendo la carrera y dedicación, existirán capacidades necesarias para que los profesionistas se desarrollen de manera más adecuada.

 

Necesario fomentar conocimiento continuo y dinámico

Las instituciones universitarias tienen que estar en una constante dinámica de adecuación con las realidades presentes y por venir. “Para integrar los planes de estudio, tenemos que recurrir a análisis prospectivos, revisar las tendencias futuras. La educación trabaja con periodos de cinco a 15 años. En consecuencia, debemos prever qué ocurrirá en la sociedad durante ese tiempo. Así al graduarse los estudiantes, la realidad sea lo más cercana a lo previsto en la universidad”, agregó el directivo de la UIC.

Así, uno de los grandes retos de la educación, según Zárate, es trabajar sobre una visión adelantada de realidades que todavía no existen. “En esta construcción, la voz de los empleadores es muy importante, pues tienen claro hacia dónde van sus empresas en el porvenir. Junto con esto, tenemos muy presente la parte social. No podemos generar profesionistas que respondan solo a las necesidades del mercado, deben tener valores para insertarse adecuadamente en la sociedad”.

Así, la transformación del entramado social en el que se inserta el vértice entre la vida universitaria y la vida laboral es un proceso dinámico. “Con el cambio de realidades del mundo actual, se ha modificado el estatus entre habilidades gerenciales y habilidades generales. Por ejemplo, anteriormente, competencias como la orientación a resultados y la resolución de problemas se requerían para los niveles gerenciales. En cambio, en la actualidad, se solicitan para todos los niveles de una empresa. Esto responde a los enfoques de las empresas que obedecen a las modificaciones en las maneras de concebir las organizaciones. Ahora, la estructura transversal ha superado a la antigua estructura de las empresas, esto por la búsqueda de funcionalidad y la integración global”, agregó Zárate.

 

Lo que depara el futuro

En estudio para SHRM.com, sociedad especializada en gestión de recursos humanos, la especialista Dana Wilkie afirmó: “en el futuro inmediato, las habilidades laborales más valiosas serán aquellas que las máquinas aún no pueden ejecutar, como las habilidades suaves”.

Lo anterior se verifica en el reporte “The Future of Jobs and Jobs Training”, de Lee Rainie y Janna Anderson, para el Pew Research Center: “múltiples estudios han documentado que numerosos trabajos están en riesgo en la medida que los dispositivos programados, muchos de ellos sistemas autónomos e inteligentes, continúan haciéndose un espacio en los lugares de trabajo. Un estudio reciente de Labor Economists encontró que ‘cada robot que trabaja, por cada mil trabajadores, reduce el empleo en una tasa poblacional de 0.18 a 0.34 puntos porcentuales y los salarios de un 0.25 a un 0.5 por ciento’”.

En este mismo texto, los autores citan al sociólogo Simon Gottschlalk, de la Universidad de Nevada en Las Vegas, quien asegura que “las habilidades necesarias para los más altos rangos organizacionales incluirán de manera particular realizar redes de trabajo eficientes, manejo de relaciones públicas, poseer sensibilidad intercultural, mercadeo y, en general, inteligencia emocional y social, la cual incluye creatividad y la justa proporción de pensamiento crítico para moverse ‘fuera de la caja’”.

Así, estas capacidades y habilidades, vinculadas con la inteligencia y la emotividad humanas, serán clave en un mundo tecnologizado.

 

Habilidades blandas para complementar el perfil profesional

En entrevista con Generación Universitaria, Álvaro Gordoa, rector del Colegio de Imagen Pública, manifestó: “siempre existe una brecha entre la teoría y la práctica. También siempre existe una brecha entre la aplicación de un conocimiento y el emprendimiento. Esto especialmente ocurre en todas aquellas carreras cuyos egresados quieren, en un momento determinado, hacer su propio negocio”.

Agregó: “la gran mayoría de los procesos universitarios en la actualidad son meramente educativos. Es decir, que tienen las bases académicas de un plan de estudios que se concentra en las ‘habilidades duras’. Sí, estas son fundamentales para el trabajo, pero al proceso educativo le hacen falta materias de un proceso formativo, de ‘habilidades suaves’. Por ejemplo, a un contador le van a enseñar estadística, proyecciones, leyes fiscales, programas informáticos como Excel, etcétera. Pero difícilmente en su carrera llevará habilidades como uso de la palabra oral, persuasión, negociación, relaciones públicas, imagen física, apariencia personal, cuestiones de dirección, previsión, planeación, organización, gestión, delegación de funciones, pensamiento creativo y demás”.

En el ejemplo anterior, los egresados saben de contaduría pero no les enseñan la parte que muchas de las veces el  mercado laboral busca en un contador: alguien que sepa muy bien cómo vender, negociar, que sepa mucho del recurso humano y tenga buenas relaciones interpersonales.

“Justo esto es la brecha que están encontrando en casi todas las carreras los universitarios. Otro ejemplo, el de un médico: tiene conocimientos sólidos de su especialidad, pero difícilmente le van a enseñar la operación administrativa de un consultorio. Además debe aprender sobre retroalimentación con pacientes, diseño de interiores adecuado para un recinto médico, etcétera. Por eso, la interacción multidisciplinaria con otras profesiones también es importante”, dijo Gordoa.

Aunque las universidades forman a profesionales de buen nivel, el tema de cómo estas instituciones deben también impartir enseñanzas complementarias merece ser analizado ya que, por citar un par de ejemplos: de acuerdo a tendencias mundiales identificadas por el Foro Económico Mundial, menos del 30% de las compañías considera que los egresados tienen el talento digital que requieren, y un sondeo del Wall Street Journal mostró que 89% de los ejecutivos batallan para encontrar candidatos con la mezcla correcta de habilidades.

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