Una compañía global de servicios de consultoría, ingeniería y arquitectura publica una vacante para su división de cuidado de la salud. Busca a un “recién egresado con excelente historial académico. Experiencia laboral no indispensable”. Parece un cuento de hadas antes de descubrir la detallada lista de requisitos. Puede que no seas el candidato ideal.
Y es que además de las credenciales propias del campo de estudio, empresas como esta ya solicitan habilidades muy puntuales, por ejemplo, “análisis de datos y generación de conocimiento a través de nuevos programas computacionales, así como comprensión y aplicación de la inteligencia artificial (IA) con el fin de mejorar la eficiencia, productividad o toma de decisiones”, afirma Carlos Nevárez, director de Proyección Profesional en Tecmilenio.
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Además, se privilegian perfiles con dominio de una segunda lengua (principalmente inglés), liderazgo, destreza en comunicación oral y escrita, entre otros talentos, lo que obliga a las instituciones educativas a replantearse la manera en la cual están formando a los profesionistas del mañana.
“Debemos entender los cambios en la industria y tecnología, y atender los nuevos perfiles de egreso exigidos por la sociedad”, menciona el doctor Ricardo Castro Núñez, director de Diseño Curricular Corporativo en la UVM, institución detrás de la Encuesta Nacional de Egresados.
En su edición del año pasado, el reporte reveló que la obtención de empleo fue complicada o muy difícil para el 46.3% de los recién graduados. ¡De ese tamaño es el reto de la actualidad!
Travesía después de las aulas
Para Mario Posada García-Peña, rector de la Universidad de América, en Bogotá, Colombia, el panorama laboral es similar en todos los países de Latinoamérica, donde se observa un rezago en la actualización de los modelos educativos tradicionales, pero también condiciones laborales menos proteccionistas y demandantes, por ejemplo.
“Se requiere de una apuesta que concentre a la academia, al estudiantado, graduados, empresarios que reciben estudiantes en práctica o pasantía, sector gubernamental, aliados estratégicos y representantes de la educación media para articular los sueños y ambiciones de nuestros jóvenes, sobre todo en cuanto a proyección de carrera, perfiles de egreso, resultados de aprendizaje y apropiación social del conocimiento”, sostiene.
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El tema se torna urgente: la Organización Internacional del Trabajo (OIT) anticipa que los jóvenes corren un riesgo 3.5 veces mayor de estar desempleados en comparación con el resto de la población adulta, en gran parte por la falta de experiencia, aun cuando algunas compañías han ampliado sus horizontes de reclutamiento y ya no exigen lustros de trayectoria profesional antes de la edad de 25 años.
Dicho obstáculo fue el principal (41.8%) dentro de la Encuesta Nacional de Egresados, por delante de ingresos nulos o bajos (21.2%) y falta de vacantes en el área de estudio (19.1%).
La mejor opción para cerrar esta brecha es aumentar la vinculación laboral en etapas más tempranas, con mayor duración y de mejor calidad.
“Ello permitirá desarrollar esa lista de habilidades buscadas por las compañías y dar solución a problemáticas reales al utilizar la innovación, creatividad y frescura en ideas de los jóvenes. Para así lograrlo, se requiere de un gran esfuerzo y compromiso de las empresas”, subraya Nevárez.
Asimismo, cobran relevancia las certificaciones laborales en competencias disciplinares y, para combinar estos primeros pasos con la parte académica, la flexibilidad en modalidades presenciales, mixtas y en línea.
De ese modo, las universidades se fortalecerán como impulsoras de la empleabilidad y emprendimiento, en lugar de ser una barrera o impedimento, acota Castro Núñez.
Blandas, solo de nombre
Otro pilar en la formación contemporánea son las llamadas habilidades “blandas”, las cuales deben forjarse en paralelo con los conocimientos técnicos y académicos. No obstante, para garantizar un futuro laboral equitativo, el líder de Proyección Profesional en Tecmilenio enfatiza que antes de atacar estas cualidades valoradas por los empleadores, hace falta igualar la calidad en la educación.
“Hay numerosas opciones para continuar la preparación sin costo en diversos ámbitos. Instituciones sin fines de lucro, en particular en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), ofrecen programas de certificación y vinculación con la industria. Así, el talento prospera independientemente de los recursos económicos del estudiante. También, los apoyos en las universidades facilitan el acceso a educación de calidad”.
Y ya en materia de las famosas habilidades blandas, Nevárez enumera las siguientes como algunas de las más destacadas:
- Adaptabilidad y flexibilidad. Permiten a los profesionistas adaptarse a los entornos cambiantes de su sector de especialidad.
- Comunicación efectiva. Esta habilidad debe ser clara, concisa y persuasiva.
- Creatividad e innovación. Propician soluciones nuevas y originales para mejorar en procesos, productos o servicios.
- Liderazgo. Puede guiar y motivar a los equipos para resolver problemas de cualquier índole.
- Trabajo en equipo. Habilita una colaboración y, en consecuencia, permite alcanzar objetivos comunes al grupo.
Manos a la obra
Posada García-Peña, de la Universidad de América, resalta la importancia de dominar lenguas como el inglés, el cual “ha demostrado ser un impulsor del enganche laboral por fuera de las barreras geográficas del territorio. También está la capacidad de trabajar y colaborar eficazmente en entornos multiculturales donde convergen personas de distintas latitudes, creencias, cosmogonías y prácticas que marcan su capacidad de gestión y de ver el mundo”.
Por ello, esta institución junto a la Universidad Politécnica Santa Rosa Jáuregui, en Querétaro, han apostado por el modelo educativo BIIS (bilingüe, internacional, innovador y sustentable), con miras a una preparación integral que convierta a los alumnos en “candidatos ideales para las empresas”.
Por medio del rubro de sustentabilidad, se impulsa el fomento de la conciencia y la responsabilidad social y ambiental entre los estudiantes y demás grupos de interés.
“En Latinoamérica estamos frente al reto de pensar como región, dejar de lado las particularidades de cada nación. Solo así avanzaremos en esfuerzos conjuntos respecto al cuidado de la Tierra y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, acota Posada García-Peña.
Por otra parte, centros educativos como la UVM seguirán alentando investigaciones y reportes útiles para las autoridades competentes, la cuales necesitan formular políticas públicas para alinear la educación superior con las necesidades económicas y sociales del país.
“Estos estudios también contribuyen a que las instituciones de educación superior diseñen una oferta actualizada y con base en las necesidades del mercado. Asimismo, orientan a los jóvenes al elegir sus estudios profesionales con base en información vigente sobre demanda de habilidades, empleabilidad e ingresos”, detalla Castro Núñez.
En sus indagaciones, agrega, el 35.8% de los encuestados aceptó que la universidad los preparó para desenvolverse en su empleo, aunque está ese 64.2% de referencia para las entidades de educación superior en el país, las cuales deben analizar y transformar sus modelos cuanto antes.
“Hay preocupación en los sectores educativos y empresariales sobre cómo podemos en conjunto cerrar la brecha de preparación de estudiantes para que puedan cumplir con las necesidades de los puestos que se aperturan en el presente y los que aún no han sido diseñados para el futuro.
“Existen muchas y muy buenas oportunidades laborales para los profesionistas, pero solo aquellos que se encuentren preparados en los aspectos previamente mencionados, tendrán acceso a las mejores opciones”, concluye Nevárez.