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UNAM explica por qué hay años bisiestos

Foto: unsplash

Este 2024 es año bisiesto, lo que significa que febrero tiene un día más en nuestro calendario. Esto sucede cada año. Pero, te has preguntado ¿por qué sucede esto?

La revista UNAM Global explicó que aumentar un día al calendario cada cuatro años se realiza con el fin de que el inicio de las estaciones del año no caiga en la misma fecha.

“El llamado año bisiesto tiene que ver con las correcciones que se hacen al calendario para que su duración sea siempre de 365 días, equiparable al periodo de traslación de la Tierra en torno del Sol, que es de 365.242196 días, es decir, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45.734 segundos”, explica Daniel Flores, del Instituto de Astronomía.

“Por ser un número fraccionario, decimos que 365.242196 días es un número inconmensurable porque no puede contarse de manera exacta con el calendario, el cual es una cuenta de números enteros”, explica la máxima casa de estudios.

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Detalla que al finalizar cada año de 365 día no se consideraron 0.2422 días, casi un cuarto de día, por lo que después de cuatro años se acumula un día que no se contó y para compensarlo, cada cuatro años se agrega al calendario.

Derivado de estos ajustes, el equinoccio de primavera caerá siempre hacia el 21 de marzo, explicó el académico a la revista universitaria.

Calendarios antiguos

Para entender el año bisiesto es necesario entender los calendarios antiguos.

Calendario en la Antigüedad

“El calendario es una herencia del pensamiento humano, que proviene de las prácticas calendáricas de unos 400 años antes de nuestra era”. El emperador romano Julio César decretó, en el año 46 antes de nuestra era, una corrección de cientos de días al calendario; por ello, aquel año fue llamado “de la confusión”.

Sin embargo, miles de años antes hubo otros calendarios, como el chino, el indio, el de los caldeos y el de los egipcios, que también contaban intervalos de 365 días. Hubo calendarios solares, lunares, o los que seguían a estrellas, como el caso de Sirio, en Egipto, o bien, a planetas, como Venus, en el norte de África, explica la UNAM.

El calendario en Mesoamérica

Mientras que en Mesoamérica se llevaban dos cuentas: un ciclo de 365 días y otro de 260 días. El primero llevaba la cuenta solar, del segundo aún se ignora si era astronómico o no.

El ciclo solar fue contado en 18 meses de 20 días cada uno, más cinco días complementarios, que en total daba 365 días, llamados nemontemi entre los nahuas y uayeb entre los mayas. El otro estaba formado por 20 trecenas, cuya suma era 260 días.

Aunado a ello, en las fuentes escritas durante la Colonia se da cuenta de lo sorprendidos que estaban los estudiosos sobre la exactitud del antiguo calendario.

Las diferencias entre calendarios

Pese a que, aún, hay diferencias entre algunos grupos sobre la existencia o no de la corrección al calendario por el año bisiesto, que las fuentes mencionan que había diferentes horas del inicio de los días, pues unos afirmaban que a medio día; otros, que durante el orto del sol o bien a su ocaso.

Así, explica la máxima casa de estudios, que es posible considerar que en cada final de año se seguía la siguiente dinámica: se tomaba un primer año cuyos días comienzan a contarse a la salida u otro solar; transcurrían los 360 días más los cinco para completar el año.

El primer día del siguiente año lo comenzaban a medio día, y de este modo tomaban la cuenta de los 365 días; al final de este intervalo iniciaban el siguiente año, pero considerando que los días se contaban a partir de la puesta u ocaso solar.

Al finalizar este tercer intervalo, el cuarto año lo contaban a partir de la media noche, después de la cuenta total del año, y se iniciaba otro ciclo de cuatro años con la misma secuencia anual.

Con esta dinámica cada año se corregía con un cuarto de día, de tal modo que al final del ciclo de cuatro años ya se había hecho la corrección de un día, como ocurre con la aplicación de año bisiesto, explicó el investigador universitario.

 

Con información de UNAM GLOBAL  

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Vanessa Solis: Vanessa Solis es coeditora de Generación Universitaria de EL UNIVERSAL. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Insurgentes.

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