¿Quién gestionará el cambio climático?
El cambio climático requiere de nuevos profesionales capaces de prever y atender todo lo relacionado con esos fenómenos
Este año, los eventos climáticos extremos –como huracanes, sequías o inundaciones– son clasificados como riesgos críticos inmediatos, además de que continuarán agravándose a corto y largo plazo, por lo que desde ahora se requieren profesionales que sean capaces de prever y gestionar todo lo relacionado con ese fenómeno.
Hasta hace unos años, el enfoque para tratar el cambio climático a nivel global era la prevención, pero fenómenos como los años más cálidos que ha vivido el planeta y el aumento de los fenómenos meteorológicos han demostrado que hoy el objetivo debe ser cómo gestionarlo.
En la edición 2025 del Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial se advierte que hoy se viven riesgos ambientales severos, como la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas, así como los cambios críticos en los sistemas del planeta y la escasez de recursos naturales. Otro riesgo ambiental que se señala en el informe es la contaminación de aire, agua y tierra, la cual se clasifica como un riesgo urgente por su grave impacto en salud y los ecosistemas.
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Y es que las catástrofes naturales son cada vez más frecuentes y severas, por lo que desencadena efectos negativos que van desde las pérdidas de vida y materiales, hasta interrupciones en infraestructuras críticas que, posteriormente, impactan a las economías de los gobiernos y empresas, así lo subraya el más reciente informe SONAR 2024 “New Emerging Risks Insight”, elaborado por el Swiss Re Institute.
Esto puede ocasionar todo tipo de afectaciones. Por ejemplo, los incendios forestales pueden perjudicar la infraestructura hídrica de una región, contaminando las fuentes de agua o cortando el acceso a estas. Asimismo, las inundaciones y las tormentas pueden dañar las redes de energía e interrumpir las redes de transporte, paralizando así las líneas de producción, lo que conlleva a pérdidas económicas. “Si las infraestructuras críticas y las cadenas de suministro se ven afectadas, la acumulación de daños puede ser considerable”, señala el reporte.
Las áreas que requieren soluciones
De una u otra forma, todos los sectores ya están siendo impactados por los efectos del cambio climático. Por ejemplo, del lado de las empresas, ya es necesario considerar esas afectaciones como parte de su negocio y no solamente como algo relacionado con la responsabilidad social o la imagen.
“Si bien la transición climática varía según la industria, en términos generales, todas las empresas deben priorizar el fortalecimiento de sus estrategias relacionadas entre los riesgos climáticos y las decisiones financieras. Esto implica incorporar los riesgos medioambientales en sus estados financieros”, señala Ruth Guevara, socia líder de Servicios de Cambio Climático y Sostenibilidad en la consultora EY Latinoamérica.
Un negocio que requerirá cambios en las nuevas condiciones dictadas por el cambio climático es el de los seguros. Ricardo Martínez, director ejecutivo de Ventas y Marketing de HDI Seguros, indica que ese sector debe adaptarse con nuevos productos, el diseño de coberturas específicas, la protección para viviendas en zonas de riesgos, o tecnología doméstica sustentable, como paneles solares y sistemas de biocombustibles.
Eventos como los recientes incendios forestales en California han hecho que se incorporen nuevas variables en el sector asegurador, como el aumento de temperatura, patrones de precipitación y nivel del mar con el fin de ajustar primas y tarifas que reflejen la nueva realidad climática.
Del lado social, también hay fenómenos que deben ser atendidos, como la llamada “inmovilidad climática”, término que hace referencia a las personas que, a pesar de enfrentar condiciones adversas debido al cambio climático en sus lugares de origen, no pueden o no desean desplazarse debido a razones como falta de recursos, vínculos culturales o restricciones legales y políticas, describe Hispanics in Philanthropy, una entidad dedicada a la investigación y promoción de políticas sostenibles para enfrentar los desafíos del cambio climático.
“Es crucial que los gobiernos latinos y las organizaciones internacionales reconozcan y aborden este desafío para garantizar que las comunidades vulnerables reciban el apoyo necesario para enfrentar los impactos del creciente cambio climático”, apunta el organismo.
También hay que pensar en la salud, la cual también se verá modificada por los efectos del cambio climático. La contaminación del aire puede desencadenar o empeorar diferentes enfermedades, como el asma. Estudios recientes, citados por la farmacéutica Sanofi, demuestran que para este año se espera que el número de personas con esa afectación aumentará a 100 millones a nivel mundial debido al estilo de vida urbanizado.
“Se ha estudiado cómo la inflamación de los bronquios se desencadena cuando hay una exposición a partículas contaminantes, dando lugar a los síntomas característicos del asma”, indica Said Arablin Oropeza, inmunólogo clínico pediatra.
Además, en todo el mundo será necesario cambiar todos los procesos que se conocen hoy y generar nuevos con el fin de volverlos más sostenibles, como es el caso de los materiales de construcción.
Una muestra de esto son los materiales de bioconstrucción, que son naturales, renovables y reciclables, y que se utilizan para construir edificaciones más ecológicas. Latinoamérica es una de las regiones con mayores oportunidades de convertirse en el proveedor más importante de productos y soluciones con esas características, como el bambú, especialmente en regiones donde esta planta no es nativa.
“Aunque la especie más apropiada para la construcción es la que tengas más cerca al lugar donde se construirá, es necesario conocer sus características físico-mecánicas y el tratamiento que se le dé al material”, señaló Verónica Correa, CEO de Bambuterra, empresa de diseño y construcción que emplea bambú como materia prima.
Correa agregó que actualmente existen muy pocas universidades con una inclusión formal del bambú como material para construcción, además de que hay muy pocos profesionales con una formación consolidada de conocimientos en esa materia.
Las universidades ya vieron las necesidades
En general, para gestionar el cambio climático, se necesitarán profesionales con nuevas habilidades, como una sólida formación interdisciplinaria, asegura Jurgen Mahlknecht, líder del Núcleo de Investigación en Clima y Sostenibilidad de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tec de Monterrey.
“Esto incluye expertos en ciencias ambientales, ingeniería, políticas públicas, economía, y tecnología. Habrá una creciente demanda de personas capaces de integrar conocimientos técnicos y sociales para implementar soluciones eficaces. Profesionales en áreas como energías renovables, ingeniería sostenible, planificación urbana y gestión de recursos naturales serán esenciales. Además, es fundamental que los líderes del futuro posean un enfoque proactivo y colaborativo, ya que el cambio climático es un desafío global que requiere un trabajo conjunto de diferentes sectores”, detalla.
El académico destaca que estos profesionales deberán contar con habilidades técnicas especializadas, pero también con habilidades transversales como el pensamiento crítico, la capacidad de resolución de problemas complejos y la adaptabilidad.
“La habilidad para trabajar en equipos multidisciplinarios será clave, dado que los problemas del cambio climático no tienen una única solución. También serán fundamentales las habilidades en comunicación, ya que es importante sensibilizar a la población, gobiernos y empresas sobre los riesgos y las soluciones posibles. También deberán ser innovadores, con capacidad para desarrollar nuevas tecnologías y modelos sostenibles que se adapten a las realidades locales y globales”, reitera.
Carlos Ramos Cárdenas Artigas, director de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México, agrega que para enfrentar las necesidades de la crisis climática, empresas, gobiernos, academia y sociedad civil deben transformar sus enfoques hacia modelos sostenibles, colaborativos y resilientes.
“Las empresas deben integrar la sostenibilidad en su modelo de negocio, apostar por la economía circular, reducir emisiones y promover una cultura organizacional ética. Los gobiernos necesitan establecer marcos legales ambiciosos, invertir en energías limpias, impulsar alianzas público-privadas y educar a la población en temas ambientales. La academia debe reformular planes de estudio, fomentar la investigación interdisciplinaria, generar líderes éticos y vincularse con comunidades para aplicar el conocimiento”, enumera.
“Además, la sociedad civil debe adoptar estilos de vida sostenibles, participar activamente en iniciativas climáticas y demandar prácticas responsables. Todo esto debe estar acompañado por el uso de tecnologías verdes, innovación, y una colaboración multisectorial que priorice el bienestar social, la equidad intergeneracional y el equilibrio ambiental como ejes fundamentales del desarrollo”, reitera.
Para Juan Manuel Núñez, coordinador de la licenciatura en Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, un elemento importante es que los profesionales que se dediquen a atender el cambio climático, en cualquier campo, deben tener una gran conciencia social.
“El cambio climático no se puede entender si no te queda clara la desigualdad social que hay detrás de este. Por eso debe tener una formación social y humanista muy sólida, muy ética y muy responsable”, apunta.
Núñez dice que la generación actual de universitarios es muy consciente de los problemas relacionados con el cambio climático, además de que en el terreno laboral existe una necesidad muy grande de incorporar este tema. “Las universidades debemos ayudar a las empresas, instituciones y gobierno a que tengan los perfiles de profesionales adecuados en la medidas que vayan identificando los problemas que requieran solucionar.
Asimismo, el académico subraya que hoy los cambios en las currículas de las universidades deben ser más rápidos con el fin de estar al día con las nuevas necesidades que surgen cada día en torno al cambio climático.
En general, las universidades en México están obligadas a seguir formando a los estudiantes en disciplinas relacionadas con el cambio climático, pero también fomentar la interdisciplinariedad y la colaboración entre los sectores para que trabajen juntos para abordar de manera efectiva este desafío global.
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