Estudiante. Foto: Pexels
El pensamiento computacional es un proceso mediante el cual los estudiantes pueden aprender a recopilar y analizar datos, encontrar patrones, descomponer problemas complejos, abstraer, construir modelos y desarrollar algoritmos.
Aunque suele pensarse que solo se relaciona con lo informático y con asignaturas como matemáticas y ciencias, la realidad es que el pensamiento computacional también puede aplicarse en áreas como el arte y los estudios sociales, y esas es una de las principales funciones del programa “Ignite My Future” (IMF), una iniciativa de la empresa tecnológica Tata Consultancy Services (TCS).
El poder del pensamiento computacional reside en que, una vez que se muestra a los estudiantes cómo aplicarlo para resolver problemas, pueden comenzar a usarlo de forma natural desde ese momento y aprovechar sus beneficios de manera permanente para encontrar soluciones en cualquier área.
“Esto genera un desarrollo constante de habilidades y capacidades que se convierten en herramientas clave para aumentar la productividad, los salarios y, en general, mejorar el nivel de vida de las personas, además de que fomenta la igualad de género, que es una necesidad urgente en la fuerza laboral”, resume Ashul Mehrotra, subdirectora de Recursos Humanos de TCS en Latinoamérica.
Así, mediante el programa IMF, esta empresa crea canales con instituciones educativas y otros aliados para capacitar a profesores en esa área y que los alumnos de nivel básico, además de que se acerquen a las profesiones de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), generen proyectos aplicando el pensamiento computacional.
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Según los últimos datos disponibles del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), correspondientes a 2022, México era el tercer país peor evaluado de la OCDE en Matemáticas, y el de peor puntaje en Ciencia, además de que obtuvo resultados inferiores al promedio en pensamiento creativo, por lo que existe una importante necesidad de atención en esas áreas.
“Una de las mejores maneras de reducir esa brecha es captar a los estudiantes jóvenes para asegurarnos de no solo atraerlos y educarlos cuando estén en las etapas finales de bachillerato o inclusive de su carrera universitaria”, opina Mehrotra.
Para ella, es ideal empezar a poner atención en esos temas desde la secundaria, e incluso antes. “Por eso nos asociamos con ONGs y con el profesorado para ver cómo cerrar esa brecha que existe actualmente en términos de disponibilidad de habilidades y qué se requiere para el futuro”, recalca.
De acuerdo con TCS, la clave para el futuro radica en la formulación de estrategias que permitan adoptar prácticas sostenibles, utilizando la innovación y la tecnología como motores de cambio, y ese es el enfoque de esta iniciativa.
Una de las escuelas con las que trabaja TCS en México es The Hills Institute, y una de las actividades que llevan a cabo como parte de IMF es el Jaguar TCS Racing Student Challenge, un concurso en el marco de la carrera de Fórmula E que cada año se lleva a cabo en la Ciudad de México.
Ahí, estudiantes presentan proyectos en donde aplican el pensamiento computacional para proponer una solución original, y los ganadores asisten al e-prix para reunirse con los pilotos y técnicos del equipo Jaguar TCS Racing con el fin de aprender de cerca cómo se aplica la tecnología en este tipo de eventos.
“Los alumnos pueden platicar con ellos y preguntarles directamente qué estudiaron o cómo se convirtieron en parre del equipo, además de saber qué tanto se está conectando su trabajo con la tecnología del día a día”, relata Rebeca Berardi, coordinadora de Innovación Educativa de The Hills Institute.
“Lo que aprenden ahí y lo que aprendemos del programa IMF lo hemos podido introducir en las clases del colegio y los niños ven cómo se aplica en la Fórmula E”, indica.
Tomás Flores, estudiante de preparatoria en la Universidad Autónoma Autónoma de Nuevo León presentó un proyecto que combina la sustentabilidad con la participación de los fanáticos de las carreras.
“Consiste en poner bicicletas alrededor del autódromo y que, conforme más distancia vayan recorriendo los aficionados en ellas, se vayan cargando unas baterías que pueden usar los coches de su escudería favorita para darles un boost y así les pueda ir mejor en la carrera”, propone.
El estudiante de 16 años dice que este tipo de actividades, que le permitieron platicar con algunos técnicos del equipo, también le ayudan a elegir una carrera para estudiar dentro de unos años. “Te hacen ver más opciones y ver más el trasfondo de todas las cosas y el proceso que llevas para poder llegar a trabajar en algo como la Fórmula E”, afirma.
Es muy innovador ver cómo con la tecnología pueden lograr que los coches eléctricos lleguen a velocidades de más de 300 kilómetros por hora y todo el código que lleva y cómo usarlo en los momentos correctos”, agrega.
Para Mehrotra, el lado académico del pensamiento computacional, en combinación con el práctico –que es su aplicación en la Fórmula E– ayuda a impulsar la tecnología y temas como la sustentabilidad en las nuevas generaciones.
“La Fórmula E es una de las carreras tecnológicamente más avanzadas que tenemos hasta la fecha, y aprender de quienes ahí participan, además de ver en vivo cómo se utiliza la tecnología, permite a nuestros jóvenes estudiantes aspirar a convertirse en ingenieros y lograr mucho más”, recalca. “Por eso esta iniciativa existe para acercar a los estudiantes para que vean, experimenten y presencien ante sus ojos lo que la tecnología con sostenibilidad puede lograr”.
A medida que avanza la tecnología en todos los ámbitos, menciona, crecerá la necesidad de formar talento altamente especializado, que sea capaz de abordar los desafíos actuales de manera progresiva y sostenible, lo cual es una de las misiones de este programa.
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“Este programa ha tenido un impacto significativo al proporcionar a las escuelas en México los recursos necesarios para ofrecer educación de clase mundial a sus estudiantes, preparándolos para el futuro, no solo a los estudiantes, sino también al profesorado que se capacita en IMF”, reitera.
Mehrotra dice que es fundamental que este tipo de programas se repliquen en todas las regiones de México dada la creciente necesidad de talento y fuerza laboral que se requiere para el futuro.
“El pensamiento computacional es extremadamente importante porque en cualquier campo en el que estemos, incita a los estudiantes a pensar en la tecnología para la resolución de problemas, a pensar de una manera diferente”, subraya.
Hasta la fecha, en Latinoamérica han logrado impactar a más de 18,000 estudiantes con este programa, convirtiéndose en una de las iniciativas clave para TCS en el desarrollo de talento y con el objetivo adicional de motivar a los jóvenes a seguir carreras y educación en STEM, revela.
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