¿Por qué recordamos lo que recordamos?
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En un salón de secundaria en la Ciudad de México, una joven maestra observaba intrigada cómo algunos de sus estudiantes recordaban vívidamente las lecciones mientras otros luchaban por retener las fechas más básicas. Esa experiencia cotidiana sembró la semilla de una investigación que hoy, desde el departamento de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de Rice en Houston, podría revolucionar nuestra comprensión de la memoria humana.
Fernanda Morales-Calva, transitó de las aulas de secundaria a los laboratorios de neurociencia con una prestigiosa beca Fulbright García-Robles, y ahora desentraña uno de los misterios más fascinantes del cerebro humano: por qué recordamos lo que recordamos, y por qué lo hacemos de manera tan distinta unos de otros.
Me encuentro con Fernanda a través de una videollamada. Me explica, con una claridad envidiable, los detalles de su trabajo, realizado con el apoyo de la doctora Stephanie L Leal.
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Las tres dimensiones de la memoria
De acuerdo con Fernanda, es común que, al investigar la memoria en la psicología cognitiva, se estudie “las tres W de la memoria”: el qué (what), el cuándo (when) y el dónde recordamos (where).
“Existen muchos laboratorios estudiando estas dimensiones por separado”, explica, “sin embargo, pocos se han preguntado por qué recordamos de manera tan diferente”.
No puedo evitar recordar mis propios días como estudiante, luchando por memorizar fechas históricas que se desvanecían de mi mente. ¿Por qué nunca aprendí nada de eso? La investigación de Fernanda ayuda a responder esa pregunta.
La idea fundamental de su investigación es que la memoria actúa como si nuestro cerebro fuera un bibliotecario selectivo, eligiendo qué guardar basándose en factores profundamente personales, como los gustos.
“Si tu postre favorito es el pay de manzanas y menciono la palabra ‘manzana’, ese recuerdo será más vívido para ti”, ilustra la investigadora.
Cultura y memoria: una relación inexplorada
Quizás uno de los hallazgos más fascinantes de la investigación de Fernanda es subrayar la influencia cultural en la memoria.
“La parte cultural se ha estudiado muy poco”, señala. “Si digo ‘taco’ a un mexicano, será mucho más fácil que recuerde esa palabra que alguien no familiarizado con nuestra gastronomía”.
Esta observación, aparentemente trivial, tiene implicaciones profundas para el tratamiento de déficits de memoria y el desarrollo de terapias personalizadas. Lo que sugiere es que las diferencias cognitivas individuales, ya sea en el nivel de atención, el cansancio, las neuro divergencias, pero también las del contexto cultural son factores cruciales para la memoria y su estudio; a pesar de que apenas se consideren en los laboratorios.
Del laboratorio al aula
La investigación de Fernanda ayuda a reescribir nuestra comprensión de la memoria humana; y podría abrir camino hacia una educación más inclusiva y efectiva.
“Cada estudiante es un universo de experiencias y significados personales. Entender estas diferencias individuales es la clave para desarrollar métodos de enseñanza más efectivos y personalizados en cuanto a retener las funciones de la memoria“.
Escuchándola comprendo que la memoria es mucho más que la capacidad de recordar listas o fechas. Ella me lo dice puntualmente: la memoria es lo que nos proporciona nuestra individualidad, lo que nos hace recordar eventos personales, lo que nos hace únicos.
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“Entender qué es importante para cada persona es crucial para despertar su interés y compromiso con el aprendizaje, aunque implementarlo en un contexto educativo sea complejo”.
No puedo evitar preguntarme cuánto de nuestra conversación recordaré en un año, y si será porque Fernanda es mexicana, porque la psicología cognitiva es mi ciencia favorita, o porque recordaré que, gracias a Fernanda, ahora sé que no tengo mala memoria.
En un futuro no muy lejano, los hallazgos de Fernanda podrían transformar la manera en que enseñamos y aprendemos, reconociendo que cada mente no solo aprende diferente, sino que también recuerda de forma única.
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