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Cuál es la razón por la que los universitarios ya no leen

Foto: Pexels

En las aulas universitarias los libros de texto y más, solían ser una fuente vital de conocimiento y pensamiento crítico. Sin embargo, cada vez es más común encontrar estudiantes que no leen por gusto. O evitan la lectura extensa y prefieren fuentes más rápidas como videos, resúmenes en redes sociales o artículos breves en línea.

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¿Qué está pasando? ¿Por qué los universitarios ya no leen? Pues de acuerdo a un docente de la Universidad Metodista del sur, Jonathan Malesic, existe una gran razón por la que los jóvenes ya no quieren leer. Aquí te contamos por qué.

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¿Por qué los universitarios ya no leen?

Jonathan explica que tras la pandemia y la inteligencia artificial generativa, leer un libro por gusto o cualquier otro motivo ahora resulta cansado y hasta burdo para los estudiantes. 

Con el incremento de herramientas de inteligencia artificial los estudiantes ya no ven la lectura de textos completos como una necesidad. Ya que estas herramientas permiten extraer ideas clave sin pasar por una lectura extensa, lo que hace más eficiente el estudio, aunque menos profundo.

“Es tentador lamentar la muerte de una vía confiable de aprendizaje e incluso de placer. Pero empiezo a pensar que los alumnos que no leen responden racionalmente a la visión profesional que les vende nuestra sociedad”, declara el profesor después de analizar que hoy en día la productividad no depende del esfuerzo de las personas. 

También se habla de trabajar como influencer. Donde según Jonathan, si lo que le muestras al mundo es un buen proyecto o no, en realidad no importa ya que las respuestas de tu público, los patrocinios o la rentabilidad lo determinarán. 

Es decir, las remuneraciones, el éxito y el conocimiento ya no son de acuerdo a tu esfuerzo. Sino a lo que se produce, a la propaganda y a estar en los lugares correctos.

“Cuando los estudiantes se gradúan, los trabajos que más desean son los que ellos llaman con orgullo “campos para venderse” de las finanzas, la consultoría y la tecnología. Para los de fuera, estas industrias son abstractas y opacas y se basan en la fanfarronería y la jerga. Sin embargo, una cosa es cierta: ahí es donde está el dinero”, comenta Jonathan. 

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Por otro lado, el profesor también dice perder aún más las esperanzas de tomar un libro, leer y aprender, porque las universidades promueven y adoptan la cultura de los fenómenos virales. 

¿Se trata de una sobrecarga digital? 

Los dispositivos digitales y las redes sociales cambiaron la forma en que los jóvenes interactúan con la información. Plataformas como TikTok, Instagram y X se diseñaron para captar la atención en tiempo cortos, lo cual modifica la forma en que el cerebro procesa la información. 

Este consumo constante de contenido rápido disminuye la capacidad de concentración y hace que las tareas de lectura profunda sean percibidas como agotadoras y aburridas.

Asimismo la falta de tiempo y las presiones académicas se vuelven un obstáculo en la vida de los estudiantes. 

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Los jóvenes no solo enfrentan mayores cargas académicas, sino que muchos también trabajan para financiar sus estudios. La falta de tiempo y el agotamiento provocan una exigencia de que se prefieran métodos de aprendizaje más directos, como videos educativos o podcasts.

¿Es una pérdida de habilidades?

La falta de lectura podría afectar la capacidad de los estudiantes para pensar de manera crítica y comprender textos. Puesto que la lectura desarrolla habilidades de análisis, empatía y reflexión, las cuales son necesarias para resolver problemas complejos y comunicar ideas. 

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¿Qué se puede hacer con los universitarios que ya no leen?

Para motivar la lectura, es bueno que los docentes y las instituciones educativas adapten los materiales académicos a formatos más interactivos. Que ofrezcan módulos en formato audiovisual y promuevan discusiones en grupo. 

Sin embargo, también se podría incentivar la lectura enseñándole a los estudiantes los beneficios de leer más allá de una obligación académica.

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La lectura es una herramienta de aprendizaje muy valiosa y adaptarla a las necesidades actuales de los universitarios podría hacer la diferencia en el futuro académico y personal de muchos jóvenes.

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Cristina Aragón:

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