“Renovarse o morir”. Es una frase que hoy, como nunca, han abrazado diversas instituciones educativas en el país, con el propósito de mantenerse a la vanguardia ante los constantes cambios encabezados por las demandas emergentes del mercado laboral. Sin embargo, ese no es el único detonante detrás de la creación o evolución de algunas carreras.
Como punto de partida, coinciden los especialistas consultados, al territorio nacional han llegado empresas de diferentes sectores, pero con un interés en común: la tecnología.
“Por ejemplo, se estima que solo con la implementación de la inteligencia artificial (IA), los perfiles profesionales requeridos cambiarán hasta 65%”, asevera Federico Vujosevich, director institucional de Educación Superior de la Unitec.
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Las compañías buscan talento cada vez más especializado y apuestan por “planes de digitalización que propicien la creación de roles para hacer frente a los avances tecnológicos. Por ende, no es de extrañarse que las carreras más prometedoras sean aquellas relacionadas con el desarrollo o el uso de la tecnología”, complementa Vujosevich.
El reclutamiento enfocado en habilidades y conocimientos específicos, incluso a nivel mundial, incita a las universidades mexicanas a ampliar su oferta académica o incluir actividades electivas y complementarias al plan de estudios.
“No solo para preparar a los estudiantes para competir internacionalmente, también para contribuir al desarrollo tecnológico del país”, apunta Juan Pablo Murra Lascuráin, rector de Profesional y Posgrado del Tecnológico de Monterrey.
A la postre, coincide Guadalupe Salceda Bonfil, directora nacional del Programa de Licenciaturas Ejecutivas de la UVM, la influencia de tendencias globales, marcadas por la IA y el big data, favorecerá la formación de talento capaz de responder a las actividades requeridas por estas organizaciones ascendentes, al tiempo que les ayudarán a elevar la automatización y mejorar la eficiencia operativa.
¿Cuáles son las nuevas carreras?
Estudios con causa
Otro aspecto relevante es el ímpetu por atacar los desafíos sociales. En ese tenor, Murra Lascuráin subraya las expectativas propias de las generaciones más jóvenes: son más proclives a programas alineados con sus valores, subraya. “Si bien la educación superior se enfoca en la empleabilidad y las competencias profesionales, no debe olvidar las capacidades personales y cívicas para construir una buena vida”.
Muestra de ello es el programa Diseño de Producto, una derivación del diseño industrial orientada a la sustentabilidad, al trabajo y a la función social de los objetos.
“No diseñamos cafeteras. Por el contrario, hacemos, por ejemplo, juguetes didácticos para niños con discapacidad”, explica María de Lourdes López Gutiérrez, quien es directora de la Facultad Mexicana de Arquitectura, Diseño y Comunicación en la Universidad La Salle.
Esta licenciatura arrancó en plena pandemia por COVID-19 y se ha abierto camino para marcar distancia con relación al ya conocido plan en el que el objetivo es diseñar mobiliario innovador o vanguardista. De hecho, uno de sus últimos proyectos fue la elaboración de un robot capaz de enseñar a los pequeños con problemas de lenguaje.
“El conocimiento no para de generar tecnologías, técnicas y disciplinas; eso impacta necesariamente en la educación. Asimismo, el entorno se mueve todo el tiempo y, a final, todas las universidades poseen una doble función social: profesionalizar y ser actores de mejora o cambio”, añade la representante de la Universidad La Salle.
Por eso, en cuanto al compromiso ambiental, el IPN y Conagua, mediante el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), unieron fuerzas para dar vida a la Ingeniería en Meteorología, cuyo inicio se proyecta para agosto de este año, en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, unidad Ticomán.
“El convenio nació porque el crecimiento de la población y el cambio climático demandan pensar en la sustentabilidad y la gestión integral del agua”, según un comunicado del centro educativo.
La meta es lograr egresados con armas suficientes para coadyuvar a la protección de la población y su patrimonio, profundiza el IPN.
Cautivar más allá de lo tradicional
Para la cartera universitaria emergente hay otra adecuación prioritaria: flexibilidad.
Jesús Mario Barragán Guzmán, director de la Ingeniería en Animación y Videojuegos en la Universidad Panamericana, evidencia una paulatina desaparición del clásico tronco común y la consolidación de un esquema “a la medida”, ya implementado en el programa que tiene a su cargo.
“El alumno va construyendo su camino de acuerdo con sus afinidades, ideología e intereses. Aquí, desde el cuarto semestre, los chicos pueden meter al menos una materia optativa, incluso, de una facultad distinta, como mercadotecnia digital o análisis financiero; o, para los educandos más avanzados, podría ser evaluación financiera de proyectos de inversión”.
Desde luego, dicha flexibilidad abandera la creciente modalidad 100% en línea. “Esto permite a cualquier persona interesada acceder desde cualquier ubicación, gestionar su tiempo y eliminar la barrera de la distancia y los traslados a un campus para avanzar en su preparación académica”, indica Salceda Bonfil.
En la universidad que representa, la UVM, esa alternativa ya está disponible para estudiar Actuaría, Gastronomía, Historia, Ingeniería Electrónica, Ingeniería Física, Ingeniería en Matemáticas, entre otras.
A propósito del 25 aniversario del Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia (SUAyED), la FES Acatlán de la UNAM añadió Actuaría, Derecho, Pedagogía y Relaciones Internacionales a las opciones educativas que van más allá de las aulas en los campus.
Camada de alumnos veteranos
No es un secreto: los centros superiores tratan de captar matrícula todo el tiempo, por lo cual sus credenciales requieren diversificarse y conservar su atractivo. Máxime porque, en el país, el bono demográfico, la población de jóvenes en edad de ingresar a la educación superior, ya pasó, en opinión de la académica de la Universidad La Salle.
“Hoy esperamos mucha más población hacia el posgrado o niveles posteriores a la licenciatura. Hay un mercado fuerte de egresados de carreras, inclusive de maestrías, quienes pueden regresar a la universidad a actualizarse”.
En ese sentido, la educación continua se vuelve imprescindible para mantenerse al día y competitivo en el demandante mercado.
“En el mundo laboral actual, el cual es tan cambiante, un solo grado de licenciatura no es suficiente para sostener una carrera profesional que puede extenderse más de 40 años.
“Por eso, estamos expandiendo significativamente nuestra oferta en educación continua. El aprendizaje ya no se limita a la juventud”, puntualiza la autoridad del Tecnológico de Monterrey.
Agrega que será vital fomentar competencias transversales como “autoconocimiento y gestión; compromiso ético y ciudadano; emprendimiento innovador; inteligencia social; razonamiento para la complejidad; comunicación, y transformación digital. Estas permiten a los profesionales ser más ágiles, tener mayor diversidad de caminos, disponer de herramientas para reinventarse y colaborar con otros profesionales”.
Profunda renovación de carreras
Mención aparte merece el auge de los tutoriales y programas en YouTube, y cursos de páginas como Coursera, Domestika o Platzi. Estas modalidades empezaron a ganar terreno frente a algunos planes de estudios, lo cual incluso se tradujo en tasas de deserción considerables, como expone el director de la Ingeniería en Animación y Videojuegos en la Panamericana.
Factores como ese encaminaron a la institución a reformular el programa de dicha carrera, expone Barragán Guzmán. La modalidad nació en 2008, pero como carrera en Animación Digital, una de las primeras en México con ese sentido de arte digital hacia una ingeniería, precisa.
“A raíz de las tendencias entre nuestros egresados y su campo laboral, en 2017 se cambió el nombre a Ingeniería en Animación y Videojuegos, se integraron nuevas materias; en realidad, fue un cambio pequeño. En 2023 se metió la solicitud a la SEP con el plan de estudios ya bien equilibrado y complementado en la parte de animación y de videojuegos, aunque con el objetivo de desarrollar cualquier producto digital”.
Antes, en el paradigma de un plan de estudios, lo ideal era actualizarlo cada lustro. Sin embargo, eso ya es imposible, sobre todo en disciplinas asociadas a cuestiones tecnológicas, admite López Gutiérrez, de la Universidad La Salle
“Pensemos en ciertos manejos de software, la inteligencia artificial o los idiomas, por mencionar tres factores. En la actualidad, las universidades voltean hacia procesos de internacionalización más ambiciosos con la idea de inculcar habilidades de comunicación intercultural; se trata de globalizar la disciplina o profesión, y entrar en ecosistemas mundiales de su propia carrera, lo cual no puede esperar cinco años”.
El camino por recorrer
En México, todavía está pendiente cerrar la brecha educativa a nivel regional, como describe la directora de la Universidad La Salle. “Hay estados donde la oferta académica es altísima, a la vanguardia y de excelente calidad, pero en otras localidades prevalece un rezago educativo notorio; entre Nuevo León y Oaxaca existe una diferencia abismal”.
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Pese a la velocidad de los cambios, los entrevistados resaltan la cartera sólida de las escuelas, en la que se enfatiza la creatividad y la innovación.
Al margen del protagonismo alrededor de la tecnología, Vujosevich, de la Unitec, celebra “la oferta muy relevante y pertinente, alineada con las nuevas necesidades de los empleadores y los sistemas productivos y de servicios”.
Murra Lascuráin, del Tecnológico de Monterrey, aplaude el trabajo de las casas de estudio en el país “con un énfasis creciente en analítica de datos, ciberseguridad, IA, salud, sostenibilidad y tecnología para adaptarse a los mercados laborales actuales, pero también a los futuros”.