Foto: @UNAM_MX
¿Cuántas veces te has preguntado cuál es la finalidad de escribir ciertas palabras con la letra “h” si es muda? Posiblemente varias, y la verdad es que, si bien no tiene un sonido propio, resulta necesaria y obligatoria para escribir. Las razones para esto las explica la UNAM.
Por si no sabías, la “h” originalmente existía en el latín, pero incluso en esta lengua también carecía de un sonido, o bien sonaba muy poco, y es que a esta letra se le asociaba con sonidos que no resultaban comunes en el español, aunque en otras lenguas del mundo sucediera lo contrario.
De este modo, al ser la “h” una letra heredada, deben respetarse sus reglas ortográficas, por esta razón el uso que se le da suele ser diferente, pero pese a eso, debe seguir empleándose de manera correcta acorde a su lengua de origen.
Es probable que no sepas los antecedentes históricos que esta letra muda posee, pero en realidad, hay datos que vale la pena conozcas para que entiendas un poco más su función y el porqué la seguimos usando aun cuando carece de un sonido.
En el griego existe un signo ortográfico llamado “espíritu áspero” (ʾ), colocado sobre una letra que tenga pronunciación aspirada, es decir, al decirlas no se articula propiamente un sonido, sino que se deja pasar el aire a través de la garganta cuando se abre la boca para decirla.
Para sorpresa de muchos, este signo después de derivar en latín, pasó a ser en español la letra “h”, de ahí que distintas palabras de este origen empiecen con esta letra, tales como: hexágono, hidráulico, héroe, etc.
Algunas palabras provenientes del latín ya se escribían con esta letra, aun si esta tampoco tenía pronunciación, y aunque desapareció por un momento cuando se empezó a escribir el español, volvió a ocuparse cuando la ortografía comenzó a formarse en nuestro idioma, pese a que sea muda.
Otra historia que sorprende es el saber que la “h” se usó para hacer una distinción entre la “u” y la “v” cuando no se tenían signos distintos para la vocal y la consonante. De esta forma se agregó esta letra a algunas palabras que empezaban con “u” seguida de vocal como el caso de “hueso”, “huérfano”, “huevo”, etc.
La relación entre el árabe y el castellano es de las más largas: el contacto entre ambas más allá de prolongado fue, sobre todo, enriquecedor. No por nada el árabe es la tercera lengua de donde el castellano ha tomado más palabras.
En este sentido, en el árabe existen sonidos que en caracteres latinos son representados con la “h” y se pueden encontrar en palabras como almohada, alcohol, harén, halagar, etc.
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No es secreto que varias de las palabras que utilizamos provienen de lenguas originarias de América, algunos ejemplos pueden ser “hamaca”, “huracán”, etcétera, que vienen del taíno, el primer idioma americano con el que tuvo roces el castellano. Esto provocó que se tomaran diferentes términos de él para nombrar alimentos, seres vivos, entre otros.
Con el paso del tiempo, se incorporaron más palabras de otras lenguas nativas, como el náhuatl, en el caso particular de México, donde se encuentran nuevamente sonidos aspirados, que en la actualidad se encuentran transcritos con un una h: “hule”, cacahuate, huachinango, entre otras.
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