Los seres humanos contamos con diversas formas de expresión. Entre ellos, los tatuajes, pues a través de ellos manifestamos alguna experiencia significativa que marcó nuestra vida. Algunos de nosotros lo hacemos desde que somos jóvenes, no lo niegues. Pero, ¿por qué entintamos nuestra piel o nos ponemos piercings durante la adolescencia? Experta de la UNAM nos explica.
La académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Janett Esmeralda Sosa Torralba, durante la conferencia “El cuerpo como medio de expresión en la adolescencia”, aseguró que las marcas e intervenciones en la dermis como los tatuajes y el piercing, representan un “baluarte de identidad” y un proceso de apropiación del cuerpo por parte de las y los adolescentes.
Esto se debe a que ambos confieren una idea de permanencia. También reaseguran un aspecto narcisista del parálisis del tiempo. Y, abren paso a una ilusión de inmortalidad.
Asimismo, la académica señaló la importancia de hablar sobre las adolescencias, pues se relacionan con una experiencia subjetiva situada en el ámbito social. A propósito, Sosa Torralba indicó que “cada persona lo transita (la adolescencia) de un modo distinto de acuerdo a su historia”.
“El cuerpo es un medio privilegiado de expresión. Incluso, alguna información mediática coadyuva a que modele el cuerpo y a ajustarse a los cánones estéticos corporales establecidos. Por lo que se usa la modificación de este como protesta”, añadió.
Leer también: 32% de los mexicanos un tatuaje, señala investigación de la UNAM
Los adolescentes se tatúan y ponen piercings por esta razón
De acuerdo con la académica, las y los adolescentes requieren una parte del cuerpo que “deslumbre, que aplaque la angustia de no existencia, de sentir que no existe”. Por ello, el cuerpo funciona como crítica social.
El cuerpo adolescente sufre transformaciones puberales. Entonces las y los chicos buscan construir una imagen de sí mismos que incluya su integración.
Como consecuencia, cuestionan su imagen corporal y pretenden encontrar una nueva identidad. De hecho, señala la universitaria, el cambio se visibiliza de manera externa e interna, pues “también hay una maduración neurológica y endocrinológica”.
Además, los adolescentes manifiestan un interés en su propio cuerpo. “Por lo que esos piercings o tatuajes son enlazamiento entre lo social y lo subjetivo. Van construyendo una representación de imagen corporal, y así la interiorizan como un objeto para ir en búsqueda de otros objetos”, subrayó.
De la infancia a la adolescencia: un camino de cambios
Una vez que nuestro cuerpo de la infancia se transforma, tenemos la misión de integrarlo. La etapa a veces se produce en un proceso de amor y odio al mismo tiempo, debido a la “destructividad que implica crecer”. De manera que, “hacerse una herida, un corte, los tatuajes, son un acto impulsivo para aliviar cierto dolor”, advirtió la especialista.
Durante el evento, la académica refirió que los adolescentes atraviesan por el dolor del cuerpo infantil ante las nuevas necesidades del escenario adulto. Por si fuera poco, ellas y ellos se enfrentan a patrones ideales del cuerpo joven, donde se podrían sentir excluidos quienes no los cumplan.
“Hay que dar a los adolescentes los medios de incorporarse a una cultura. Sin exigirles que la reproduzcan ciegamente y que puedan apropiarse de una práctica que puedan construir sus propios conocimientos, valores y sus tradiciones de la época”, finalizó.