Cuando piensas en amistad, ¿qué te viene a la mente? ¿Una conversación telefónica que dura hasta altas horas de la noche? ¿Ver una película y compartir una pizza? ¿Disfrutar de unas risas con una cerveza?
La amistad es una parte central de la experiencia humana. Nuestras historias, nuestras canciones y nuestras conversaciones son telas tejidas con hilos de amistad.
En términos científicos, dos personas son consideradas amigas si se prefieren mutuamente de manera constante sobre otras personas.
Sin embargo, los humanos no son los únicos que forman amistades.
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Puede que no te sorprenda que nuestros parientes más cercanos, como los chimpancés y los bonobos, se hagan amigos.
Pero especies de todo el reino animal, desde aves y peces hasta caballos y delfines, también tienen amigos.
Y te sorprenderá saber cuánto se parecen a nuestras propias amistades humanas.
Pájaros del mismo plumaje
Cuando piensas en tus propios amigos, es posible que te des cuenta de que son muy parecidos en un sentido u otro.
Tal vez crecieron en la misma ciudad y asistieron juntos a la escuela, comparten aficiones o tienen trabajos similares.
Esta inclinación por la similitud, o lo que los científicos llaman “homofilia”, no es exclusiva de los humanos. Se cree que esta preferencia aumenta la previsibilidad y la confianza de un amigo. Monos, cebras, marmotas, elefantes y ballenas muestran preferencia por interactuar con compañeros de grupo de edad cercana a ellos.
A los chimpancés y macacos siameses les gusta pasar el rato con parejas que tienen una personalidad similar (sí, los animales también tienen personalidades) y los delfines prefieren a otros delfines que encuentran su comida de manera similar.
Una de las tendencias homofílicas más establecidas es la afinidad por otros que comparten los mismos genes. O sea, la preferencia por la familia. En todo el reino animal, las especies muestran predilección por interactuar con parientes.
Un asunto físico
Cuando consideramos la importancia del tacto en las relaciones, a menudo pensamos en parejas románticas. Pero la conexión física puede ser igualmente importante para cualquier tipo de relación.
Nuestros homólogos animales nos muestran cuán importante puede ser el contacto físico.
Los grajos arreglan suavemente a sus amigos con sus picos, mientras que los monos acicalan a sus amigos con las manos. Estos comportamientos no son tan diferentes a los que tenemos los humanos con nuestras amistades.
No obstante, entre algunos animales, los rituales de amistad pueden parecer salvajes. Los capuchinos de cara blanca saludan a sus mejores amigos metiéndole los dedos en las cuencas de los ojos. Y los babuinos de Guinea machos ponen a prueba sus vínculos acariciándose los genitales.
La distancia no es una barrera
Por supuesto, no todas las amistades requieren que las personas estén cerca unas de otras.
Los animales brindan muchos ejemplos de cómo las amistades pueden florecer incluso cuando los amigos están separados.
Los delfines fomentan la cercanía al intercambiar llamadas con otros delfines que están lejos. Sus silbidos pueden viajar hasta 740 metros y ayudan a preservar vínculos a larga distancia.
Muchos primates, incluidos los lémures, los macacos japoneses, los bonobos y los chimpancés, utilizan vocalizaciones para mantener los lazos sociales.
Las amistades pueden incluso formarse entre especies que tienen la tendencia de evitarse. Por ejemplo, las ardillas rojas de América del Norte son territoriales, lo que significa que cada una defiende su propio hogar y rara vez entran en contacto, aparte de para aparearse.
Pero los científicos han demostrado que las ardillas que viven juntas durante largos periodos desarrollan amistades que las ayudan a vivir más tiempo y tener más crías.
Cuanto más viven estas ardillas cerca del mismo vecino, más se relajan y gastan menos tiempo y energía defendiendo su territorio.
Salvavidas
La amistad evolucionó como concepto social porque nos ayuda, seamos humanos o no.
Los animales (incluidos los humanos) que tienen aliados viven más y con más salud al ayudar a sus compañeros a hacer frente a los desafíos.
Ofrecen apoyo en tiempos de conflicto y brindan protección contra amenazas como depredadores y la escasez de alimentos. Esto puede prevenir lesiones y la muerte.
Por ejemplo, las orcas y los lobos socialmente integrados tienen más probabilidades de sobrevivir cuando la comida escasea que aquellos que se encuentran al margen de sus grupos. Esto se debe a que sus amigos comparten comida e información sobre dónde encontrarla.
Todavía tenemos mucho que aprender sobre la amistad animal. Algunos científicos se dedican solamente a profundizar nuestra comprensión de los lazos sociales entre especies.
La vida moderna de los humanos tiende a estar lejos de riesgos como ser cazado por un oso o un lobo, pero, al final, tenemos amistades por razones muy parecidas.
Hacemos amigos porque hay un beneficio mutuo en ello.
Esos beneficios pueden ser un hombro para llorar, una persona que nos ayude a cuidar a nuestros hijos o un aviso sobre oportunidades laborales.
Como lo demuestran las ballenas, las aves y los primates, los amigos nos ayudan. Sin ellos, tenemos menos probabilidades de sobrevivir y prosperar.
**Este artículo se publicó en The Conversation y se reprodujo gracias a una licencia Creative Commons. Haga clic aquí para leer la versión original en inglés.