Aunque ya se sabe que el modelo hegemónico de masculinidad trae riesgos para las mujeres y otras identidades, los daños sobrepasan lo físico y también atacan al género masculino, lo que se hace visible en la sobremortalidad de los varones en América Latina, y en las primeras causas de muerte masculina en nuestro país.
En México, los varones tienen mayor probabilidad de morir más jóvenes en comparación con las mujeres, tan sólo en la Ciudad de México, su esperanza de vida es cinco años menor, según un estudio de los institutos nacionales de Estadística y Geografía, y de las Mujeres (2018).
El día del hombre
El Día Internacional del Hombre se conmemora cada 19 de noviembre, desde 1992, cuando se estableció la fecha en Estados Unidos por Thomas Oaster, director del Centro de Estudios Masculinos en la Universidad de Misuri-Kansas.
Pero la importancia del día no radica en celebrar a los hombres y su masculinidad toxica, sino en una jornada especial para abordar temas como la salud masculina, promover la igualdad de género, resaltar el papel positivo y las contribuciones que realizan los hombres en su comunidad, así como los valores de la paz, la no violencia, la equidad, la tolerancia y el entendimiento.
Con motivo del Día Internacional del Hombre, el académico del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, César Torres Cruz, ofreció una charla virtual para hablar sobre los problemas en la salud de los hombres y la alta tasa de mortalidad que representan en las estadísticas.
¿Por qué mueren más hombres?
En la charla, se detalla que desde los 15 y hasta los 40 años de edad, las primeras causas de fallecimiento de los mexicanos hombres son:
- Agresiones: pues mueren por hacerse los machos, pelear en la calle, golpearse, etcétera.
- Accidentes de tránsito en vehículos: conducidos mayoritariamente por ellos
- Enfermedad hepática: relacionada con el consumo exacerbado de alcohol
- Suicidio: por la carga social que representa ser hombre.
Pero todas esas causas se relacionan con género, con un modelo hegemónico de masculinidad, el cual enseña que:
“Ser hombre es equivalente a ser fuerte, arriesgado, temerario, enfrentar el peligro, aunque en la vida cotidiana eso tiene efectos nocivos para nosotros. Por eso es muy probable que muramos más jóvenes, por agredirnos o por no acudir al médico y así demostrar que uno resiste todo el tiempo”, recalca el también doctor en Ciencias Políticas y Sociales.
Por último, César expone que, a partir de una mirada crítica, “me sumo a las voces que crean disputa y polémica, y cuestionan por qué tener esta conmemoración si en sociedades patriarcales parece que todos los días son el ‘día del hombre’. Personalmente no estoy a favor de esta iniciativa, pero podemos aprovecharla para fomentar relaciones de género más equitativas y reiterar que el modelo de masculinidad mencionado trae implícitos riesgos para todos los seres humanos”.
¿Cuál es el significado de ser hombre en la actualidad?
Varios expertos establecen que hay diversas maneras de habitar la masculinidad, que es necesario generar nuevos modelos de esta y pensar en los varones más en el terreno de la feminidad, sin que eso sea el equivalente a dejar de ser hombres.
La masculinidad es una construcción social que cambia a lo largo de la historia, y que es distinta de un sitio a otro. Poco a poco se generan otros modelos, más cercanos a lo que se considera femenino, donde se establece que llorar forma parte de los seres humanos, igual que sentir ansiedad; donde se vale realizar actividades relacionadas con la fuerza, y las que históricamente se establecen como femeninas.
Hay que extender el abanico de la feminidad y la masculinidad, para poder proporcionar relaciones de género más equitativas.
Y si bien hay hombres que padecen relaciones de discriminación, en términos estructurales, resalta el experto, la diferencia que se tiene con las mujeres es que los hombres ocupan privilegios sociales por habitar la masculinidad o la hombría y en las mujeres no es así, pues “la feminidad está relacionada con subordinación social”.
Masculinidad y salud mental
Sin embargo, la masculinidad también se asocia con un lugar de represión de las emociones:
“Nos enseñan que somos racionales, como si eso fuera equivalente a que no somos emocionales; no podemos llorar cuando estamos tristes, o decir que tenemos ansiedad cuando no nos sentimos bien, y eso tiene efectos nocivos para nuestra salud”, añade César.
Esa mirada binaria polarizada, estereotipada, donde lo masculino y lo femenino se contraponen, donde los varones son racionales y las mujeres emocionales, nada tiene que ver con la realidad, pues todas las personas tenemos ambos aspectos, y establecer lo contrario tiene un impacto fuerte en la salud mental masculina.
Por lo tanto, César Torres menciona que en términos estadísticos hay más diagnosticadas con trastornos psiquiátricos que varones, ya que se establece una relación exacerbada entre la feminidad y la emocionalidad.
Y debemos priorizar este debate, pues al reprimir las emociones se forma una “bomba” que puede estallar en cualquier momento:
Reprimimos emociones, no hablamos de cómo no sentimos, no nos atrevemos a expresar tristeza y ni siquiera emociones consideradas positivas, como felicidad. Por eso hay menor cantidad de diagnósticos psiquiátricos; cuando un hombre llega a los servicios de salud es porque ya tiene un padecimiento que lo desborda, y muchos no llegan porque se suicidan. Es necesario hablar de este tema.
Más allá de la salud mental, las consecuencias se pueden extender a la salud integral de las personas, pues en varios casos ellos también creen que la salud sexual y reproductiva es un tema que atañe sólo a las mujeres, y son padecimientos como el cáncer de próstata o infecciones de transmisión sexual las que permanecen ocultas porque se les educad como sujetos sanos, que “nunca se enferman”.
¿Cómo se genera el cambio?
Aún hay bastante por avanzar en este tema, y si bien es difícil derrumbar sociedades patriarcales, es a partir de las infancias que se puede encontrar solución, empleado una educación con perspectiva de género, en la escuela y el hogar, así como promover en las primeras etapas de vida nuevos modelos de masculinidad, necesarios para las personas.
A nivel universitario y profesional, las instituciones también deben promover espacios de desarrollo y aprendizaje en el área de género, en la UNAM, luego de una gran lucha por conseguir estos espacios, existen asignaturas impartidas en las entidades académicas, y talleres, diplomados y grupos de diálogo, organizados por el CIEG e instancias como la Coordinación para la Igualdad de Género.