El “empoderamiento de la mujer” es usado para referirse a las acciones que toman las mujeres en su camino para alcanzar la igualdad de género. Sin embargo, creer que una mujer es totalmente responsable de su empoderamiento es un error, pues se trata de un problema estructural multifactorial, coincidieron especialistas de La Salle.
Al participar en el “Diálogo: Empoderamiento de la mujer, Retos al 2030” especialistas de la Universidad La Salle discutieron acerca de los objetivos alcanzados hasta ahora y cuál es el panorama para cumplir con las metas propuestas en el quinto objetivo marcado en la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030.
Para explicar su postura, las especialistas abordaron este fenómeno desde cuatro áreas: violencia digital, jurídica, salud sexual, y desde el ámbito económico.
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¿El entorno digital es símbolo de empoderamiento?
En este punto, la doctora Claudia Benassini Félix, investigadora especialista en sociología y entornos digitales, explicó que si bien existen evidencias que muestran al entorno digital como un medio para el empoderamiento femenino, lo cierto es que también es un espacio en el que se ejerce violencia hacia las mujeres.
Señaló que el daño moral hacia las personas en el entorno digital puede ir desde acciones que parecen muy simples como subir una fotografía y que esta se convierta en meme, hasta que un tercero exponga fotos privadas que pongan en peligro nuestra integridad.
En cuanto a las primeras metas a cumplir rumbo al empoderamiento, la doctora Benassini Félix comentó que considera necesario “propiciar un ambiente que confiera seguridad a las mujeres, no solamente en asegurar que no van a salir lastimadas, sino también de ser conscientes de lo que van a hacer y cómo lo van a hacer y cuáles son los medios que tendrían que poner para eso”.
¿Hay mecanismos jurídicos que propicien la igualdad de género?
Desde el ámbito jurídico se han puesto en marcha algunos mecanismos que pretenden combatir y sancionar los casos en cuestión de género, como la violencia digital. En ese sentido, la doctora Alma Guadarrama Muñoz, especialista en derechos humanos, compartió que en 2021 se añadió la violencia digital en la Ley General para una vida libre de violencia.
De igual manera mencionó que hay otras iniciativas encaminadas a empoderar a las mujeres como la Ley General para la Igualdad entre hombres y mujeres, que consiste en lineamientos que buscan brindar acceso igualitario a oportunidades y por supuesto, bajo el ejercicio pleno de los derechos humanos y libertades, con atención en las diferencias biológicas, sociales y culturales.
Aunque enfatizó que los cambios han sido graduales, pero importantes. Un ejemplo es que en el 2009 se establecieron reformas en el Artículo 4° Constitucional, las cuales establecieron que la mujer y el hombre son iguales ante la Ley. Esto llevó a cambios en 2022.
Actualmente, mencionó que una de las iniciativas más importantes en el legislativo es sobre el sistema nacional de cuidados y una propuesta de Ley general, “esto es importante porque busca que exista una corresponsabilidad en esta materia entre hombres y mujeres, familia, comunidad, sociedad, lo que va a coadyuvar en la empleabilidad de las mujeres quienes mayoritariamente se encargan del tema de cuidados”.
Asimismo compartió que “la educación me parece algo muy importante desde lo jurídico porque nos permite entender <<qué derechos tenemos>>, pero también la contraparte <<qué obligaciones tenemos>>, y al mismo tiempo los mecanismos que nos permiten materializar esos derechos. No podemos hablar de empoderamiento sin ese antecedente de <<dónde estamos, qué tenemos y cómo podemos hacerlo valer>>”.
¿De qué manera influye la salud sexual en el empoderamiento?
Por su parte, la doctora Andrea Bautista León, especialista en demografía y educación, explicó que hablar de la salud sexual y reproductiva de las niñas y adolescentes es hablar de 19 millones de personas, equivalentes al 15% de la población según cifras del INEGI.
Asimismo, destacó que este tema debe abordarse desde la salud pública, especialmente porque hubo un alza en la fecundidad adolescente y “esta tiene disparidades regionales y de estrato social muy importantes”. A la par, indicó que los estados donde el índice es mayor también son aquellos con mayores problemas estructurales de pobreza, desigualdad y violencia.
Otro aspecto que señaló fue el embarazo en niñas de 10 a 14 años, Pues la tasa no disminuye y estas adolescentes están siendo embarazadas por personas adultas, por lo dijo que “no se puede hablar de empoderamiento cuando tenemos un problema a muy temprana edad, esto repercute en poder tener acceso a la salud con una perspectiva de género”.
¿El empoderamiento se limita desde el ámbito económico?
La inequidad para las mujeres también “tiene que ver con la participación de ellas en la vida pública y su incorporación al mercado laboral”, explicó la doctora Artemisa Montes Sylván, especialista en economía.
Lo primero en que se vislumbra la falta de equidad es que mientras el 76.5% de los hombres tienen empleo sólo el 46.5% de las mujeres son partícipes en estas actividades remuneradas.
Pero no es todo, pues de acuerdo con Montes Sylván, cuando las mujeres se integran al mercado laboral enfrentan otra serie de problemáticas como la brecha salarial, donde aún haciendo el mismo trabajo que los hombres ganan menos que ellos. De hecho, el promedio nacional dicta que por cada 100 que gana un hombre una mujer gana 86.
Y mencionó que “esto no es solo un tema de empoderamiento de las mujeres, tiene un componente social más amplio, porque ahora en México tenemos 11.5 millones de hogares con jefatura femenina. Si estas mujeres no tienen un ingreso digno, tenemos el mismo número de familias que se están retrasando en su desarrollo social, económico, educativo, emocional, entre otros factores que convierten en un problema muy complicado empoderar a las mujeres en estas condiciones”.
Finalmente dijo que para garantizar el empoderamiento es importante cerrar la brecha de 30% menos de mujeres empleadas con respecto a los varones y el 14% de brecha salarial, “es decir, necesitamos incorporar al mercado laboral formal, pero con un trabajo digno y decente, y en igualdad de condiciones laborales y salariales.”