Al comparar miles de imágenes de resonancia magnética, un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Pensilvania encontró que el cerebro se expande y se encoge conforme nuestra edad avanza; pero también que su tamaño puede revelar enfermedades.
Liderados por el neurocientífico Jakob Seidlitz, de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, los investigadores se dieron a la tarea de recopilar y analizar miles de imágenes de resonancia magnética (IRM) que otros neurocientíficos les enviaron desde diferentes partes del mundo.
¿Qué encontraron?
Para su investigación reunieron en total 123,894 IRM de 101,457 personas desde los 15 días de nacido hasta los 100 años de edad. Además, las muestras incluyeron imágenes de cerebros de personas sin enfermedades cerebrales y de personas con padecimientos neurológicos, como Alzheimer.
Y a partir de dichas imágenes crearon las primeras gráficas del desarrollo del cerebro humano, en las que observaron la velocidad en la que este órgano se expande en los primeros años de vida y cómo se encoge conforme las personas envejecen.
Asimismo, las gráficas muestran que tanto el volumen de la materia gris como el espesor cortical (el ancho de la materia gris) “alcanzan su punto más alto en el desarrollo temprano de las personas, en tanto que el volumen de la materia blanca (en la parte más profunda del cerebro) suele alcanzar su valor más alto alrededor de los 30 años de edad”, informó UNAM Global.
Pero lo que realmente llamó la atención de los investigadores fue la información sobre el volumen ventricular (la cantidad de fluido cerebroespinal en el cerebro); ya sabían que este incrementa con la edad porque se relaciona el deterioro cerebral, sin embargo, en esta ocasión vieron que su crecimiento es más rápido de lo que creía.
Cabe resaltar que los resultados que obtuvieron se publicaron en la revista Nature, con el título de “Brain charts for the human lifespan”. De hecho, por su magnitud este estudio es muy importante dado que las imágenes de resonancia magnética tienen un alto valor monetario y hasta ahora solo había muestras pequeñas.
Aún con eso, los autores explicaron que su base todavía tiene sesgos, porque la mayor parte de sus datos son de personas caucásicas, ricas y universitarias.
Estudios clave para detectar enfermedades
Al respecto, Violeta Gisselle López Huerta, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM señaló que “siempre es muy importante tener datos de referencia de la población general, como los tenemos, por ejemplo, para parámetros de crecimiento del cuerpo. Algunas tablas nos indican cuál debe ser el desarrollo de un individuo de acuerdo con la población a la que pertenece”.
Y “en el caso del cerebro, hasta antes de este trabajo, no contábamos con gráficas de su desarrollo”. Por lo que dijo, este es un primer paso para construir una base de datos confiable que permita distinguir a individuos dentro del desarrollo normal y los que no lo están.
Entonces comentó que “este banco de imágenes va a ser una herramienta muy útil para médicos y neurólogos, porque con estos datos de referencia se pueden diagnosticar mejor ciertas enfermedades psiquiátricas y del neurodesarrollo; por ejemplo, trastornos del espectro autista, déficit de atención e hiperactividad, esquizofrenia, desórdenes relacionados con un desarrollo atípico del cerebro y sus conexiones”.
Por ejemplo, “en el caso de los niños, si se observa que un infante no está dentro del desarrollo normal de la curva mostrada en el artículo, puede ser un indicio de que algo está mal y podríamos relacionarlo con algún trastorno del desarrollo”.
Mientras que en la edad adulta, aunque “hay una pérdida de neuronas, en enfermedades como el párkinson o el alzhéimer la pérdida de estas neuronas es muy acelerada” y “si en una resonancia magnética se observa que el volumen cerebral se está reduciendo mucho más rápido de lo que se esperaba, tal vez estemos viendo alguna enfermedad neurodegenerativa”.
Datos públicos
Una de las ventajas para la comunidad científica es que esta base de datos es pública, “yo la consulté simplemente entrando con el enlace”, dijo Huerta para UNAM Global. “Es un esfuerzo colaborativo enorme, porque tomar imágenes de resonancia magnética es muy costoso; los estudios no son accesibles para todos, porque una hora en el resonador cuesta miles de pesos”.
De igual manera señaló que “creo que un siguiente paso será que se incorporen diferentes poblaciones para que no sean sólo caucásicos y también haya IRM de asiáticos, de latinoamericanos, etcétera, de manera que sea representativo de la población mundial y no sólo de un tipo.”
Ya que “por su genética, algunas poblaciones son más proclives a ciertas enfermedades, por lo que es muy importante que estén representadas en ese banco de imágenes”. Si bien todavía las gráficas son preliminares, se espera que pronto se puedan usar por los médicos.