En México hay varias fechas que se conmemoran como el “Día de muertos”, las fiestas patrias y según las creencias particulares por región también se llevan a cabo celebraciones religiosas. Sin embargo, estos eventos festivos representan un gasto al que un mexicano destina hasta un tercio de sus ingresos, según un experto de la UNAM.

Francisco Javier Fonseca Corona, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, realizó un estudio para determinar cuál es el gasto que hace un mexicano en fiestas y celebraciones. Ahí encontró que puede ser de al menos, $40, 482 pesos al año en promedio. 

No obstante, esa cantidad es tan solo una aproximación y el gasto real podría ser mayor; “eso es lo mínimo, porque hay gente que celebra 15 años, bodas u otros eventos que pueden acontecer una sola vez en la vida, y esos gastos, de los cuales no hay registro, suelen ser enormes”, expresó el universitario.

¿Cuánto y en qué gastamos?

“Festividades mexicanas: una aproximación desde el comportamiento del gasto de los hogares”, es el título de la investigación que se encuentra publicada en The International Journal of Interdisciplinary Social and Community Studies. 

En la publicación se establece que existe un gasto periódico que se destina a discotecas, o cargos comunales de “mayordomos” para festividades locales de santos patronos, el cual es de aproximadamente $28,470 pesos al año. Mientras que en los eventos anuales como carnavales, día de la madre, San Valentín, fiestas patrias u otros, se gasta un promedio de $12,012 pesos al año. 

Eso significa que en un hogar típico urbano, donde la media de ingresos es de $222,980 anuales, el gasto total de $40,482 pesos en celebraciones representa el 18.24% o aproximadamente la quinta parte. 

La cuestión es que en los hogares rurales el ingreso es de $120,064 pesos al año, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); por lo que el experto alertó que “estaríamos hablando de poco más de un tercio del ingreso del hogar”.

Y destacó que generalmente, las personas utilizan las festividades para obtener prestigio social, pues demuestran “el poder económico de la familia, la influencia y a veces hasta el poder político”.

Destinar nuestros ingresos a cuestiones prioritarias

De acuerdo con Fonseca Corona, su investigación surgió a partir de lecturas como “El laberinto de la soledad”, de Octavio Paz, pues en un capítulo se habla sobre las festividades. “De modo intuitivo se dio cuenta de la gran cantidad de dinero que se emplea en fiestas, y ese es un factor evidentemente cultural”.

Incluso, desde la época prehispánica en México ya se realizaban una gran cantidad de ceremonias. De hecho, Johanna Broda, académica del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, “señala que en Mesoamérica el calendario se dividía en 18 meses de 20 días cada uno; por mes había una fiesta principal y ceremonias menores”.

Posteriormente, con la conquista española, se construyeron nuevas festividades relacionadas con la religión católica. Y después llegaron las “hazañas heroicas” que culminaron en más celebraciones cívicas. 

Asimismo, Fonseca Corona explicó que algunas “son de nivel nacional como el Día de Muertos; luego, a las locales se suman las de cada familia: un hijo que se gradúa, una hija que cumple 15 años, una boda. Y se agregan las del Día del niño, del albañil, etcétera.” 

Para recopilar información que le ayudarán a conocer el promedio de gastos, utilizó información de la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO), “que realiza algunas encuestas y pregunta cuánto se gasta en los regalos para la novia o el novio en San Valentín, o en adornos o intercambios de regalos para Navidad”; así como de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del INEGI.

Entonces descubrió que las fiestas y celebraciones en las que más dinero gastan los mexicanos son Navidad, fiestas patrias, carnavales (que duran varios días), y en menor medida, Año Nuevo.

¿Cuánto deberíamos gastar en fiestas y celebraciones?

El universitario señaló que si destinamos lo que gastamos a fiestas para cubrir necesidades prioritarias, podríamos elevar nuestro nivel de vida. Aunque eliminarlas no es posible porque “son parte de nuestra cultura, lo llevamos dentro”. 

Sin embargo, lo que sí podemos es encontrar el balance y para no ver comprometidas nuestras finanzas, Fonseca Corona recomendó la implementación de la regla empírica llamada “50-20-30”. Esta consiste en destinar un 50% de nuestros ingresos para cubrir gastos esenciales  (familiares o individuales) como vivienda, alimentación, servicios públicos y transporte para trabajo.

Un 20% a objetivos financieros: ahorro, inversiones o pago de deudas. Mientras que el 30% restante es el que podría destinarse a gastos no esenciales como las celebraciones. “Si no rebasamos ese porcentaje tendremos un buen equilibrio en nuestras finanzas”, dijo el experto.

Asimismo comentó que con el aguinaldo podemos aplicar la misma regla para evitar gastarlo por completo, aunque lo ideal es destinarlo al ahorro “y así obtendremos otro tipo de metas a mediano y largo plazo”.