Para algunos de los más de 300 mil estudiantes que toman la prueba de Comipems, o examen de ingreso a nivel medio superior, el proceso es parecido a una pesadilla. La examinación consiste en preguntas de habilidades verbales y matemáticas, entre otras, que deben responderse en unos 180 minutos.
Además, para diversas escuelas el factor principal de selección no es el rendimiento individual, sino el número de solicitudes. Eso significa que ciertos estudiantes no alcanzan el lugar seleccionado, aunque hayan tenido un buen desempeño. Así, tanto para los padres como para los estudiantes, es relevante saber cómo reaccionar ante un eventual resultado no deseado.
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Cuautli Suárez Jiménez, psicólogo del Círculo Psicoanalítico Mexicano y encargado de Evaluación y Seguimiento de la Dirección General del Bachillerato (DGB), dice que el resultado es como un mapa. “Debemos saber dos cosas para leer una representación de este tipo: una es dónde estamos y la otra, a dónde vamos. Los estudiantes tendrán que estar abiertos a su propia autocrítica para que una respuesta negativa pueda tomarse como una retroalimentación, no como un castigo. Las y los jóvenes tendrán que valorar cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, y así trabajar en donde más lo necesiten”.
Apoyo de los padres
El también psicoanalista manifiesta que otra parte importante es el tipo de apoyo de los padres. Un examen como este puede estar investido con múltiples expectativas, considerarse como el momento cúspide años de preparación, pero también es una oportunidad para saber qué y cuánto se necesita para continuar con el proceso educativo.
“Las expectativas de los padres suelen ser mayores a las de los jóvenes, por lo que se recomienda hablar del tema en familia y poner en la mesa las acciones que se tomarán para cualquier tipo de resultado”, detalla Suárez Jiménez.
El también especialista en aprendizaje en adolescentes aclara que aunque el objetivo de la formación escolar es variado y depende del enfoque pedagógico, el principal es que el estudiante reúna un conjunto de habilidades mentales y sociales para enfrentar la vida.
“Es importante recordar este punto, pues un único examen no puede darnos un resultado que permita valorar completamente ese proceso. La sensación imaginaria de importancia ‘vital’ que se le da, se debe al resultado numérico y al hecho de que representa entrar a otro nivel educativo”.
“Rito de paso”
El psicoanalista explica que los “ritos de paso” o “ritos de iniciación” son comunes en las culturas. El concepto se refiere a eventos que marcan la transición de un estado social a otro (como el matrimonio). Su importancia es simbólica.
“Así, es comprensible que las expectativas de ingreso a otro nivel cobren importancia”, acota.
En su opinión, los estudiantes deben comprender que si su meta es correr el maratón de Berlín, entonces deben evaluarse físicamente y hacer conciencia sobre si realmente tienen posibilidades para completarlo o para comprar el boleto de avión. “Pasa lo mismo con el examen; primero tengo que establecer si es plausible realizar la meta y, en cierta medida, conocer las probabilidades de que se cumpla”.
Estrés y baja autoestima
¿Qué se puede decir de la baja autoestima en el contexto de una prueba académica?
Suárez Jiménez piensa que la baja autoestima se relaciona con estructuras rígidas de pensamiento, necesidad de control o incluso niveles altos de aprobación social.
“Por eso, debemos generar adolescentes que puedan ser sensibles ante lo que le sucede a los demás, lo cual es cada vez más difícil en la sociedad individualista. Enseñamos a nuestros hijos a ‘ser los mejores’ sin importar la forma”.
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Respecto al estrés, también está relacionado con las expectativas que se tengan sobre el resultado.
“Para disminuirlo, además de realizar actividades físicas y tareas en las que se debe poner atención (como leer o dibujar), es aconsejable proponerse metas igual de importantes al examen”, expresa.
Por último, recomienda acercarse a un psicólogo educativo para aplicar pruebas de orientación vocacional. La idea es descubrir qué es lo que le gusta a cada uno y las mejores aptitudes. “Al definir estos dos factores, es posible abrir las opciones reales del plan de vida”.