De acuerdo con información de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas del Gobierno de México, actualmente existen en el país alrededor de 7 mil 413 bibliotecas, las cuales se encuentran distribuidas en 2 mil 282 municipios del territorio nacional. Todas ellas se encargan de adquirir, conservar, estudiar libros y otros documentos, para garantizar su acceso por parte de estudiantes y población en general.
Aunque las bibliotecas son de origen milenario, en décadas recientes, a partir del uso de las tecnologías de la información y comunicación, este tipo de recintos se encuentra en un proceso de adaptación y de digitalización de la información.
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En ese proceso se enfrentan a diversos retos, uno de ellos es lograr que las bibliotecas sean “verdes”, es decir, que sean sustentables.
En ese sentido, hace unos días, durante el Congreso Internacional sobre Metadatos 2024 (CIM 2024), organizado por el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI) de la UNAM, se subrayó que los “recintos verdes” representan un tema central para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030, adoptados por la ONU.
¿Qué son las bibliotecas verdes?
Ahí, la referencia para la definición de biblioteca verde y sostenible fue la que señala la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA, por sus siglas en inglés). “Es aquella que tiene en cuenta la sostenibilidad medioambiental, económica y social”.
A partir de este planteamiento, el doctor Miguel Armando López Leyva, coordinador de Humanidades, destacó que el intercambio entre las comunidades bibliotecarias, archivísticas y museográficas mediante las TIC se ha robustecido desde finales del siglo XX, “sobre todo en cuanto a la administración, organización, preservación y acceso a la información y al conocimiento, con características propias del XXI”.
Sin embargo, se necesita ir más allá, por eso, en el CIM 2024, expertos del ámbito bibliotecológico también plantearon que se debe contar con “una agenda clara que incluya aspectos como edificios, equipamiento, procedimientos, economía y servicios bibliotecarios ecológicos y sostenibles para reducir gradualmente la ecodegradación”.
El objetivo final es alentar a las bibliotecas a reducir activamente su huella de carbono y aumentar la conciencia sobre las cuestiones ambientales para el público en general.