Uno de los primeros testimonios que existen sobre Pitágoras, escrito en el siglo III a.C., no habla de matemáticas, sino de habas.
Según Hermipo de Esmirna, un antiguo biógrafo griego, Pitágoras (570 a.C – 490 a.C) estaba siendo perseguido por un grupo de soldados cuando se encontró ante un cultivo de habas.
Pero en vez de pasar por encima de las plantas y dañar las habas, Pitágoras prefirió entregarse y terminó siendo asesinado por los soldados.
Puede que sea difícil creer que el mismo Pitágoras que conocimos en la secundaria -el de los números irracionales y el del famoso teorema a2+b2=c2-, hubiera preferido salvar un cultivo de habas que su propia vida, pero las anécdotas de la antigüedad revelan que este matemático pudo ser uno de los personajes más peculiares de su época.
El profesor de la Universidad de Zürich, Christoph Riedweg, autor del libro “Pitágoras: su vida, sus enseñanzas y su influencia”, le dice a BBC Mundo que quizás la mejor manera para definir a este precursor del pensamiento occidental es como un “carismático polímata”, dada la diversidad de materias que abarcó.
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Aunque sea difícil saber con certeza quién era Pitágoras, los pocos textos sobre él que sobreviven más de dos milenios después de su existencia -algunos escritos por contemporáneos suyos, otros escritos casi 150 años después de su muerte- dan testimonio de uno de los personajes más interesantes de la antigüedad.
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El primer “filósofo”
Aunque en la actualidad el nombre de Pitágoras está relacionado con las matemáticas, hoy sabemos que, en su época, era reconocido como un estudioso de varias disciplinas.
Uno de los primeros testimonios históricos que hace referencia al polímata griego lo escribió Heráclito, un contemporáneo suyo del siglo VI a.C.: “Pitágoras, hijo de Mnesarco, practicó la investigación más que cualquier otro hombre, y haciendo una selección de estos escritos, fabricó sabiduría para sí mismo. Mucho aprendizaje, engaños elaborados”.
Este tipo de referencias a Pitágoras, en las que se le reconocen sus extensos conocimientos a la vez que se le tilda de “charlatán”, dan pistas a los historiadores que investigan al matemático, afirma Christoph Riedweg.
Por un lado, confirman que el genio griego era ya reconocido en su propia era, y lo que es más importante, parecen confirmar su existencia: “Estos primeros testimonios nos muestran cómo reaccionaban sus contemporáneos a sus enseñanzas e influencia”, dice Riedweg.
Al mismo tiempo, nos muestran que Pitágoras había recopilado información de muchas fuentes y había creado su propio pensamiento: extractos que se le adjudican al pensador griego Heráclides de Ponto aseguran que Pitágoras fue el primero en acuñar el término ‘filósofo’ para “resaltar su amor por el conocimiento”.
Riedweg explica que en la era presocrática de Pitágoras, Filos era un término que se usaba para exaltar la labor de un trabajador en su área específica (un filoplemos, dice, era un guerrero extremadamente hábil).
El profesor ve posible que Pitágoras hubiera acuñado el término “filósofo” para “diferenciarse a sí mismo y a sus seguidores de otros pensadores contemporáneos.”
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Un místico y adivinador
Una de las críticas persistentes a Pitágoras de sus contemporáneos tenía que ver con su fama de “místico”.
“Uno de los fragmentos más antiguos que tenemos es de Jenofonte,” explica Riedweg, “quien cuenta en tono de burla una historia según la cual Pitágoras se cruzó con unas personas que golpeaban a un perro y les pidió que pararan, porque había reconocido en el animal la voz del alma de uno de sus amigos”.
Riedweg explica que estos episodios ayudan a fortalecer la imagen de Pitágoras como “líder carismático”: “Esta manera de hablar con animales es muy característica de los carismáticos en distintas culturas. Además, los que siguen a estos carismáticos están convencidos de que les ha cambiado el mundo, mientras que desde afuera, otros lo ven como un ‘timador’”.
La profesora de arte Christiane L. Joost-Gaugier señala en su libro “Midiendo el cielo: Pitágoras y su influencia en el pensamiento y el hambre”, que esta anécdota primitiva nos da luces sobre el pensamiento del personaje histórico.
“Jenofonte le atribuye tres creencias clave a Pitágoras: 1: los seres humanos tienen alma (noción que no era común en la época); 2: el alma es inmortal; y 3: en la muerte pasa de un ser a otro, proceso conocido como transmutación de almas o metempsicosis”.
Esta misma idea la usan historiadores de la antigüedad para justificar la aversión pitagórica por las habas, dice Riedweg: “Una de las cosas que decían algunos historiadores antiguos es que las almas tienen un elemento de aire, y como las habas tienen una tendencia a generar gases, podían hacer que el alma se escapara del cuerpo”.
Pero las referencias a las habilidades sobrenaturales de Pitágoras no paran ahí.
Aristóteles, quien vivió casi 150 años después del místico y pensador, lo consideraba un “matemático con un gran interés en los números”, que podía “predecir cuándo un oso blanco aparecería y fallecería y que podía morder y matar a una serpiente venenosa que lo hubiera mordido”.
Además aseguraba que un río lo había saludado por su nombre (¡alabado sea Pitágoras!) cuando lo iba a cruzar.
El filósofo Heráclides, por su parte, dice que “Pitágoras era capaz de recordar al menos cuatro vidas anteriores, incluida una en la que había sido un troyano llamado Euforbo que perdió su escudo en batalla con Menelao”.
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El filósofo viajero
Muchos historiadores de la antigüedad coinciden en que, al menos parte de los conocimientos de Pitágoras, vinieron de otras culturas de la época.
“Gracias a biografías antiguas que tenemos -como una de Porfirio- sabemos que Pitágoras viajó bastante, en particular a Egipto”, cuenta Riedweg.
“Y es que los griegos tenían una afición particular por aquellas culturas más antiguas que la suya, en particular por Egipto, porque para Grecia, Egipto siempre fue una cultura muy antigua que tenía unos estándares muy altos”, agrega el biógrafo.
Muchos de los textos antiguos en los que se hace referencia a Pitágoras, hablan de sus viajes. Por ejemplo Antífono, en el siglo IV a.C. -que serviría de fuente a Porfirio- aseguró que Pitágoras había aprendido a hablar egipcio directamente del faraón Amosis II y que había sido el “único extranjero en ser aceptado para estudiar con los sacerdotes en Tebas”.
Los historiadores de la antigüedad, además, aseguraban que ahí había sido donde Pitágoras había aprendido los secretos de la “metempsicosis” o la transmigración de las almas.
También están las referencias a los viajes que Pitágoras habría hecho a Babilonia, donde los historiadores hoy saben se usaba su famoso teorema unos 1.000 años antes de su nacimiento.
“Sabemos que se usaba en Babilonia un buen tiempo atrás”, explica Riedweg, “uno asume que entonces lo que probablemente hizo Pitágoras fue dar una justificación teórica del teorema”.
También hay testimonios que dicen que Pitágoras había aprendido aritmética de los fenicios, de los magos en Persia e incluso, hay testimonios que lo relacionan con las enseñanzas de profetas judíos como Moisés.
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Filosofía natural
Para la época de Pitágoras, algunos pensadores griegos se estaban alejando del concepto de los dioses y estaban empezando a explorar maneras alternativas para explicar lo que ocurría en el mundo.
“[El filósofo griego] Tales [de Mileto] ponía el agua al centro de su mundo. Él veía el agua como absolutamente esencial, como que todo está hecho de agua, y esa era la visión presocrática del mundo: hay una apariencia superficial y, debajo de ella, están las razones reales”, dice Riedweg.
“Para Pitágoras lo más básico, lo esencial, es el número”.
En uno de los pocos extractos que sobrevive de una de las primeras biografías de Pitágoras, su alumno Aristóxeno resalta lo que pudo ser la contribución más importante del genio griego al pensamiento occidental: “[Pitágoras] Rescató y promovió el estudio de los números más que cualquier otro, separándolo de una práctica netamente mercantilista, y relacionándolo todo con los números”.
Riedweg cree que esa revelación pudo llegar con sus estudios musicales, a través de los cuales descubrió la relación entre la división de una cuerda y el sonido que emite: “Yo asumiría que el descubrimiento de las proporciones básicas de la música fue uno de los descubrimientos más importantes que hizo Pitágoras”.
El descubrir la relación de la música con los números podría haberlo impulsado a buscar otras relaciones parecidas, las cuales encontró en todo, desde los astros hasta el comportamiento de las personas.
Por ejemplo, Pitágoras creía que el movimiento de los astros y sus distancias relativas concordaban con los intervalos musicales, y que estos debería producir un sonido armónico -imposible de percibir por los humanos por ser constante- conocido como “la música de las esferas”.
“Estos filósofos presocráticos realmente eran filósofos naturales”, dice Riedweg. “Era una filosofía que podías comparar con la física y la cosmología, porque estaban buscando explicar todo en el mundo, desde por qué una planta crece hasta por qué el Nilo se inundaba”, dice el profesor.
“Estos eran los filósofos que estaban tratando de descifrar las reglas que definen el mundo”.